- ¿Y tú eres? -Usa un tono más desenfadado, incluso intento de ser dulce.

- Pues vaya mierda de encargo te han dado si no sabes quién soy -Escupe ella tan serena y sarcástica como puede.

- Atenea Coeh -Lo suelta con asombro, maravillado con la idea de tenerla frente a él.

- Espero que disfrutaras de tu última charla -Enfatiza con una sonrisa amarga-. Porque nadie amenaza a Harry y se va de rositas, no conmigo pisando el mismo suelo.

- Que encantadora zorrita Styles -Puede que quiera estar a su nivel pero su sonrisa tiembla, tiembla como un cordero que sabe que está siendo arrastrado al matadero.

- Ahórrate las presentaciones, las historias anecdóticas y todo tu ego -Presiona el arma en su frente como si quisiera atravesarlo con ella, aprieta los dientes con rabia-. Ya he oído suficiente.

- He visto en el informe que siempre andas salvándole el culo a este capullo -Señala con el pulgar hacia mí-. ¿No te cansas?

- ¿Sabes cuál es el problema? -Quita el arma tan rápido que nos asusta a ambos, se frota con ella la barbilla y vuelve a apuntar-. Que soy consciente de que Harry podría destriparte y decorar mi salón con tus intestinos, pero yo disfruto mucho más haciendo sufrir a la gente y a sus seres queridos -Se regodea de esa última palabra-. Por que sí Michael Jump, yo ya te tenía en el ojo de mira, tu hermana tiene una carita de ángel arrebatadora, su marido la verdad que es un don nadie pero bueno, parecen tener buen sexo a través de la ventana -Los ojos del pelirrojo se abren como si acabara de caer en dónde ha dejado tantas pistas sueltas como para que ella lo viera venir-. Tienes un sobrino ¿Verdad? Es bellísimo, seguro que alguna casa de acogida lo querrá en seguida.

- No, no, no -Cae de rodillas, sus manos se juntas en una petición, un rezo a una diosa, la diosa de la muerte-. Te lo suplico, por favor.

- ¿Alguna vez le has orado a Dios, Michael? -Alza una ceja en una pregunta bastante peligrosa.

- Sí -Unas lágrimas brotan de sus ojos, ¿Cómo mierdas acaba de hacer llorar a ese capullo?

- ¿Y alguna vez te ha hablado?

- No -Traga duro-. No pero...

- ¿Y ha cumplido tus deseos?

- N... No...

- Adiós Michael.

Un estallido llena la calle, un disparo tan profundo y aterrador que no puedo evitar exaltarme y retroceder al ver la cabeza del pelirrojo totalmente abierta en un agujero más grande de lo normal, cosa de un arma tan antigua como el revolver. Observo a la morena que sigue apuntando al cadáver caído en la acera, su respiración es rápida pero sus ojos solo muestran vacío, solo reflejan el demonio que se esconde dentro. Levanta la vista para verme, guarda el arma y se acerca para inspeccionar en silencio si tengo algo, alguna herida, algún hematoma, cualquier cosa que la ayude a decidirse en si cortarle un brazo y colgarlo en nuestra pared como premio.

- Vámonos antes de que alguien llame a la policía.

Tira de mi brazo ya que por mí mismo no encuentro las palabras ni los movimientos para llegar a la casa. Quince minutos exactos hasta que entramos en el salón, sube al baño para despojarse de la sangre, el sudor, la ropa sucia y todo el arrepentimiento que pueda ocasionarle. Al bajar se encuentra en pijama de nuevo, como una persona normal.

- ¿Cómo me encontraste?

- Tengo tu móvil localizado -Dice en un tono neutro mostrando la pantalla de su teléfono-. Escuché el portazo a media noche, esperé a ver dónde me llevaba y te dejé beber como un desquiciado. Me mantuve en un lateral de la puerta hasta que salieras, por si accidentalmente tu cerebro prefería quedarse a dormir en la nieve.

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