Capítulo 9🔹

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Severus la abrazó a través de sus gritos, con el corazón tirando dolorosamente de sus entrañas. No sólo por la agonía de los gritos de ella, sino también por las fisuras de su alma. Su cuerpo estaba tan agotado, como si él mismo acabara de volver a pasar por ese mismo día. No quería moverse, pero lo necesitaba. No confiaba en ponerse de pie pero sabía que no podía quedarse inclinado sobre su cama.

Podía sentir las maldiciones que la habían golpeado débilmente en su propia piel. Ardían por debajo, sólo podía dudar en preguntarse cómo se habían sentido de primera mano. Intentó obligar a su cerebro a analizar los daños residuales, tal vez a través del dolor que sentía por poder podría identificar lo que la había golpeado con tanta eficacia. Apretó los dientes mientras los gritos de ella nublaban sus sentidos. No pudo hacer nada más que abrazarla con fuerza en ese momento.

Cuando sus gritos empezaron a disminuir hasta convertirse en suaves gemidos, su dolor de cabeza volvió con una fuerza inigualable. Le dolía todo el cuerpo, había sentido lo que ella había sentido aquel día y mucho más. Vivía a través de sus recuerdos. Su mente intentaba organizarlos con los suyos propios, paralelizándolos lo mejor que podía.

Era extremadamente agotador. Severus se atrevió a dar unas cuantas respiraciones de limpieza mientras la soltaba suavemente en los suaves pliegues de su cama. Los párpados habían comenzado a caer y sabía que nunca llegaría a su propia cama. Miró su rostro, ahora pasivo, con todos los indicios de la tortura que había sufrido completamente borrados. Sabía que no debía hacerlo, lo sabía. Lo sabía, de verdad- pero su prudencia golpeaba la puerta de un hombre sordo en ese momento; y así, Severus Snape, antiguo director y profesor de Pociones del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se metió en la cama junto a una antigua alumna.

La cama era tan suave bajo sus músculos doloridos. No era una cama grande y su cuerpo ocupaba casi todo el espacio. Hizo que Hermione se pusiera de lado, frente a él, con los brazos recogidos en el pecho. Las piedras de su cabeza volvían a girar suavemente entre el blanco y el amarillo mientras él se estiraba encima de las mantas. Era lo menos que podía hacer, supuso, evitar que sus cuerpos se tocaran demasiado íntimamente. Era un compromiso entre su cansancio y la prudencia.

Sus brazos la sujetaron suavemente hacia él, manteniéndola apoyada de lado, ya que ella no tenía la capacidad de mantenerse así por sí misma. Sus ojos se cerraron mientras apoyaba la cabeza en la almohada, con la cabeza de ella metida bajo su barbilla. El olor de su pelo le llegó a la nariz, y aunque había usado sus propios productos en él, seguía teniendo su propia singularidad. Tardó unos segundos en pasar del mundo de la vigilia al del descanso. Su brazo descansaba en la curva de la espalda de ella, su otro brazo bajo su cabeza, debajo de la almohada.

 Su brazo descansaba en la curva de la espalda de ella, su otro brazo bajo su cabeza, debajo de la almohada

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La mañana llegó rápidamente, su audacia se derramó en la habitación llenándola de una luz dorada. Aunque ninguno de los dos ocupantes se movió. Severus había bajado la cabeza, con el pelo protegiéndole los ojos, y su brazo había subido para descansar entre los omóplatos de Hermione, con el rostro de ésta oculto bajo su brazo. Era una paz que ninguno de los dos había experimentado en mucho tiempo. Una sensación de estar a salvo, realmente a salvo.

𝐸𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 [𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒]Where stories live. Discover now