Capítulo 37🔹️

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El viaje en carruaje a casa fue felizmente tranquilo. Hermione se había desmayado en cuanto tomó aire. Su cabeza descansaba sobre el hombro de Severus, su brazo se movía en el sueño para tomar el de él. Severus se estremeció cuando los dedos de ella se enroscaron alrededor de su mano y los contempló durante un largo rato. Con la respiración entrecortada, intentó recordar la última vez que alguien le había cogido la mano. Frunció el ceño cuando no se le ocurrió nada.

Con gran vacilación y una punzada de curiosidad, rodeó la suya con sus dedos mucho más grandes. Se sentía tan pequeña, tan frágil, pero sabía la fuerza que tenía. Su mejilla era un gran testimonio de ese hecho. Pero más que eso, y lo que más le asustaba, era la forma en que encajaba perfectamente dentro de su palma.

Sus ojos oscuros se dirigieron a su rostro cuando la agarró, fijándose en sus largas pestañas que se apoyaban en su mejilla. Parecía completamente en paz. Era surrealista después del largo día que habían tenido y ver ese ceño fruncido con profunda concentración. Su nariz era pequeña pero completaba perfectamente la simetría de su rostro. Inclinó la cabeza un poco más para observar sus labios.

Se veían suaves, de un color ligeramente rosado, sin duda a causa de su masticación, con una suave sonrisa escondida en la comisura. Su mandíbula se crispó ante la sensación largamente olvidada que crecía en su pecho. Sentía una especie de calor y un poco de suavidad en la cabeza. Parpadeó para despejar su mente girando la cabeza para ver pasar las nubes por la ventana.

Su mano no se apartó de la de ella.

El empujón de su aterrizaje hizo que la mano de Severus se abriera como una trampa para ratones

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El empujón de su aterrizaje hizo que la mano de Severus se abriera como una trampa para ratones. Sintió que Hermione respiraba profundamente antes de levantar la cabeza. Ella desenredó su brazo del de él frotándose el ojo.

"¿Estamos en casa?"

En casa. Snape hizo una pausa, supuso que era un hogar. Al menos por el momento, aunque nunca describiría el lugar como su hogar; para él, era simplemente un lugar donde quedarse hasta que pudiera seguir adelante. La observó frotarse la cara con sueño, tratando de volver a coordinar su cuerpo. Ella le dedicó una sonrisa perezosa pasándose la mano por el pelo.

Él le dedicó un zumbido sin compromiso y se echó la mochila al hombro antes de salir. Él se acercó al lado mientras ella bajaba. Ella tropezó un poco, pero se aferró a la puerta para no plantarse. Hermione vio el codo que él le ofrecía y lo cogió sin hacer ningún comentario, apretando su costado contra el brazo de él mientras hacían el corto camino de vuelta a la casa. Una vez allí, le permitió que la guiara a través de la cocina, aunque al llegar al rellano hizo un suave ruido.

"Quiero trabajar..."

Le lanzó una mirada, no había manera de que ella fuera capaz de ser útil con sus palabras arrastradas de esa manera.

𝐸𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 [𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora