Capítulo 19

958 30 1
                                    

Penúltimo capítulo, bebés. Luego habrán dos epílogos. Y digo una cosa; alistad paños para las lágrimas. Lloré escribiendo el primer epílogo:(

Sin más, os dejo el capítulo. Intentaré no tardar con el próximo.


Tenía la cabeza hecha un lío. ¿El Alzheimer no daba en los ancianos? ¿En las personas que...?

Las manos se me habían enfriado de golpe. De pronto sentía las neuronas incendiadas, incapaces de seguir pensado. Para mi suerte, Isabella no parecía muy extrañada de mi reacción. Al contrario, se limitó a sonreír tristemente.

―Sé que quizá vas a creer que es una excusa barata, y más quisiera yo que lo fuera. No es nada agradable olvidar todo, ¿sabes? En fin, en esos seis meses que olvido todo... creo alucinaciones sin sentido sobre lo que mi cabeza crea.

―¿Es...? ―tragué saliva, frunciendo el ceño―. ¿Es normal?

―No. Para nada. Hay muy pocas personas que lo padecen, y una de esas soy yo. Pero... ehm... tiene tratamiento. Al menos eso dijeron. Con un poco de medicina, tiempo y... terapia... lograré recordar todo, o una parte de eso. Y, quizá, con un poco de tiempo, volveré a la normalidad.

Asentí una vez con la cabeza, intentando ordenar mis pensamientos.

―¿Cómo se llama? ―preguntó luego de unos segundos, mirando a Luna con los ojos brillantes.

―Luna ―susurré, aún confuso.

―Que lindo nombre.

Acarició su mejilla suavemente, sonriendo de lado. Pero aún tenía ese brillo triste en la mirada, en la cara en general.

―Ehm... ¿ya terminaste tu temporada en el centro? ―pregunté, intentando cambiar de tema lo más pronto posible o me iba a estallar la cabeza.

Asintió varias veces con la cabeza, sonriendo un poco más.

―Sí. Solo tendré terapia dos veces por semana. Y ya luego veremos que tal. Por suerte ya no hay casi nada de medicina.

―Me alegro.

―¿Y... ehm... como está Carla?

La miré con el ceño fruncido. ¿No se suponía que debían haber hablado para que ella supiera que íbamos a ir hasta ahí justo ese día?

―¿No has hablado con ella?

Negó con la cabeza, haciendo un mohín.

―Intenté llamarla hace un tiempo, cuando me enteré de... eso, y... me lo cogió su asistente. Creo que estaba en una sesión fotográfica en París. Luego no me atreví a volver a llamar.

―Está bien, supongo. Consiguió modelar para varias revistas importantes de Milán.

―Que bien. Siempre había sido su sueño ―sonrió, un poco más ilusionada―. Supe que tu padre se había divorciado de Jen. Lo siento. Sé que la querías mucho.

Asentí con la cabeza, mirando a Luna.

―¿Necesitas algo más? Ya es tarde, tenemos que irnos.

Vi como sus ojos decaían un poco, y por más blando que me hubiese puesto por tener una hija, no iba a caer tan fácil nuevamente.

―No... no te preocupes ―sonrió de lado―. Solo quería pedirte disculpas por todo este tiempo.

―Ya.

―Ik...

―No puedes irte y volver todo el tiempo, sin pretender que todo está bien cuando no es así. No sabes nada de lo que pasé pensando que simplemente ya no querías saber nada más de mí. Cinco putos meses yendo a nada. Cinco putos meses en los que me gritaste lo asqueroso que era. Cinco jodidos meses pensando que lo único que habías hecho había sido pisotearme todo este puto tiempo ―escupí, pestañeando varias veces para espantar las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos―. Pero ya no más, Isabella. No seré tu puto salvavidas toda la jodida vida. No puedo hacerlo.

Iker Henterman (En edición)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora