Capítulo 21

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―Date la vuelta ―susurré, apretando los labios para evitar una sonrisa.

Enarcó una ceja, sonriendo de lado. Sin embargo, se giró hacía la pared.

―Como no valga la pena...

Me incliné hacía abajo, cogiendo la caja negra de debajo de mi cama. La abrí para mirar que todo estuviera en su sitio y sonreí al ver que todo estaba como lo había dejado. Acomodé la cinta con los dedos temblando.

―Ya está ―murmuré, inflando las mejillas.

Iker se giró de inmediato con las manos colgando a los lados de su cintura. Me miró el cuerpo antes de sonreír mostrando los dientes perfectamente alineados, se lamió los labios y estiré las manos con la caja.

―Tu regalo, Iker Henterman. Te aseguro que no es igual de car...

―Da igual, Bell, lo que importa es que me lo has regalado tú ―me dio un beso en la punta de la nariz, arrancándomelo de las manos.

Me llevé las manos al cuello, enterrando ligeramente mis dedos en la parte trasera para contener el nerviosismo que me estaba consumiendo. Iker se sentó en la cama, y le quitó la cinta negra, dejándola caer sobre la cama.

Él parecía tan relajado mientras mi cabeza se llenaba de preguntas de que si le gustaría o no. Nunca me lo había dicho directamente, pero sabía que le gustaba dibujar. En su habitación había varios bocetos incompletos y lápices de colores por todos lados.

Cogió la caja más pequeña de adentro con curiosidad, frunciendo ligeramente el ceño mientras la abría. Sacó el contenido, frunciendo ligeramente los labios.

―¿Es enserio?

Lo alzó, poniéndose serio.

―Mierda, no te gusta. Podemos cambiarlo, de verdad. O puedo comprarte otra cosa. ¡Sabía que no te gustaría! ¡Le dije a mamá! Mierda. Oh, mierda, que vergüenza. Maldición, quizás no te guste lo otro. Mierda, dámelo, te compraré otra cosa.

Se mordió el labio inferior, cogiendo mi mano para tirarme hacía él. Dejó la caja de lado, dejándome entre sus piernas.

Un nudo se formó en mi garganta con solo pensar que quizás no le iba a gustar el otro regalo. Eran dos. Mamá había insistido en comprarle algo significativo.

Me cogió por la cara, apretando los labios para contener la carcajada. Me mordí el labio inferior, dejando salir el aire de mis pulmones.

―Dudo que alguna vez haya algo que no me guste de ti, Bell ―susurró con la voz ligeramente enronquecida.

Y sin decir nada más, pegó sus labios a los míos en un beso corto, pero caliente. Sus manos apretaron mi trasero, robándome un jadeo entre besos. Y antes de que las cosas se pasaran al limites insostenibles, mordí su labio inferior, apartándome.

Suspiró, sonriendo.

Cogió la caja más grande, cogiendo la libreta grande con los ojos brillando de ilusión.

―Primera hoja ―susurré, dándole una sonrisa de boca cerrada.

Abrió la tapa encontrándose con la primera hoja donde estaba mi nombre escrito en una esquina justo al lado de un pequeño corazón rojo.

Se mordió el labio inferior, mirándome la cara por unos segundos. Atrapó mi mano entrelazando nuestros dedos con suavidad. Y sin esperar algún tipo de reacción, tragué saliva y lo besé. Iker sonrió en medio del beso, chupando mi labio superior.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora