Último capítulo

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Pues nada, deciros que os agradezco toooodo vuestras estrellas, comentarios y guardados en vuestras bibliotecas. Que me siento muy sad por terminar esta novela de esta manera, peero que la continuación o segundo libro, como le queráis llamarestará aquí mismo disponible. Así que no saquéis la novela de vuestras bibliotecas. Y... sé que el capítulo es un poco corto y seguramente sea un poco aburrido, pero os aseguro que el prólogo ―que lo publicaré ahora mismo― os dejará enganchados. Ahora sí, sin nada más que deciros, nos leemos en Isabella Anderson.

Olivia Rodrigo/ drivers license.

¨

Cada vez que te miraba, que nos veíamos, que sonreías, que... me tocabas; sentía algo que no podía describir. Quizá porque no encontraba la palabra adecuada para hacerlo. Quizá porque no existe una palabra que describe lo que siento por ti.

Y aunque jamás lo haya dicho, jamás lo haya demostrado... te quiero. Un montón.

Y lo siento. Lamento nunca haberte dicho que te quería, que te necesitaba, que me hacías falta, que... eras tú. Que solo eras tú. Y que siempre serías tú.

Jamás pensé que podía llegar a querer a alguien. Ni siquiera me lo planteé alguna vez, la verdad. Solo pensaba que necesitaba quererme a mí, pensar en mí y ya. Pero, joder, siempre pensaba en ti, y en lo que me pasaba por ti.

Y no iba a irme. No quería hacerlo. Pero... ya no hay más alternativas, ¿no? Supongo que te olvidarás de mí, seguirás con tu vida, serás feliz y yo ya no existiré para ti.

Ojalá pudiera hacer eso. Ojalá pudiera solo decir "vale, ya ha pasado, la he liado y no me lo merezco", pero no puedo hacerlo. Y dudo que alguna vez pueda hacerlo. Siquiera dudo que alguna vez pueda olvidarte...

Arrugué el papel, sorbiendo la nariz. Days hizo lo mismo, gritando contra la almohada de mi cama.

―No entiendo porqué coño tienes que hacerlo, Isabella. ¡Podrías quedarte y solucionarlo juntas!

Apoyé los codos sobre el escritorio, enterrando mi cabeza entre mis manos. Odiaba esto. Odiaba verla llorar sobre mi cama. Pero tenía que hacerlo.

―Es lo mejor, Days.

―SI te vas, te juro que no te volveré a hablar en tu puta vida, Isabella Anderson. Lo juro ―me miró fríamente, levantándose de golpe de la cama―. Si haces esa jodida maleta olvídate de mí.

―Ya no más, por favor... ―susurré, negando con la cabeza. Las lágrimas cayendo por mis mejillas―, no p-puedo seguir haciendo esto... no puedo... tengo que hacerlo...

―Podríamos... ¡no lo sé! Vámonos a las maldivas de vacaciones. Por todo el verano. Juntas. Solo las dos ―me miró, con algo de esperanza en los ojos―. Te encantan las maldivas. O a Bora Bora. O a Ibiza. O a Lanzarote. ¡No lo sé, mierda! Vámonos las dos a la mierda del mundo. Pero no te vayas sola, nena, por favor...

Me levanté de la silla, cogiéndola por los hombros.

―Prometo llamarte todos los días. Pero no quiero que vivas esta mierda conmigo, Days. Tengo que... sanar sola. Hacer esto sola. Vivir esto sola.

―N-no... no tienes que hacerlo sola. Quieres hacerlo sola.

―¿Estás lista? ―mamá entró a mi habitación, recorriéndola con la mirada―. El avión sale en tres horas, hija, y no tienes ni las maletas listas.

―Sí, sí... las termino de inmediato ―susurré, dándole una mirada significativa.

Mamá se acercó a Days y le susurró algo al oído, llevándosela con ella. Me pasé las manos por debajo de los ojos, suspirando. Un pequeño sollozo salió de mis labios al ver la caja del regalo de Iker.

Iker Henterman (En edición)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ