Capítulo 11

796 41 5
                                    

¡He vuelto! Pero la mala noticia es que hoy entré al colegio de nuevo después de unas largas vacaciones de verano, así que quizá esté igual de inactiva que antes. Pero intentaré con todas mis fuerzas que no sea así. 

¿Queréis un POV de Isabella para saber lo que está pasando por su cabecita después de tooooodo este capítulo? Yo siento y creo que el próximo capítulo debería narrarlo ella. 

Y respecto a este notición, me parece que los personajes están madurando poco a poco y están sabiendo separar muy bien las cosas. No sé, vosotras. 

Eso, hermanas, disfrutad el capítulo.


Aparté la mirada de la chica que se retorcía los dedos después de haberme enseñado ese aparato blanco con rosa, más que nada porque no podía mirarla a los ojos. Porque no podía ser verdad. No lo era. No tenía que serlo.

Los ojos de Beck, mi exnovia, estaban hinchados y rojos, las lágrimas caían libremente por sus mejillas pálidas. Tenía los labios rojos de tanto habérselos mordido, y lo sé porque sabía que cuando estaba nerviosa siempre se mordía la carne de ellos.

―D-di algo, por favor... n-no lo sé... insúltame... pero no te quedes callado... ―murmuró ella con la voz entrecortada, jugando nerviosamente con el test de embarazo.

Y estaba positivo. Y yo era el padre según las semanas que tenía. Y no podía creérmelo.

Le di un largo trago a la botella de agua, aclarándome la garganta.

¿Qué mierda se suponía que debía decir si tu exnovia llegaba con un test de embarazo positivo cuando estás enamorado de la chica que te dejó hace dos años?

Nada.

No podía decir nada. Ni siquiera sabía qué tenía qué hacer. ¿Debería estar emocionado? Después de todo, probablemente tendría una hija. O hijo. Con mi exnovia.

―¿Qué...? ―apreté los labios, soltando un suspiro confuso―, ¿Tus padres lo saben?

Lo más corriente que se me ocurrió preguntar en ese momento era eso. Sus padres eran demasiado estrictos. Probablemente si lo supiesen, o si Beck ya se lo dijo, la desheredarían de todo. Quizá hasta le quitasen el apellido.

Negó con la cabezafrenéticamente

―Pensé... n-no lo sé... que creerías que me había acostado con otro chico o... q-que dudarías de mí.

No podía hacerlo. Mi madre siempre había sido una hija de puta, pero respetaba a las mujeres. Después de todo, gracias a una existía. Un bebé nunca tendría la culpa de los accidentes de sus padres. Ni tampoco podría pensar así de Beck. Fue mi única amiga cuando me alejé de Javier, fue mi concejera cuando no sabía que mierda hacer con mi vida y fue mi novia cuando ambos admitimos que nos queríamos.

Y, aunque me hubiese equivocado y en realidad yo nunca le quise de esa manera, seguía siendo mi amiga. Y el error, el no haber usado condón o ella no haberse tomado la pastilla, fue de ambos. No solo de ella.

Sacudí la cabeza, frunciendo el ceño.

Alcancé su mano temblorosa, lamiéndome los labios.

―Ambos la jodimos. No solo tú.

Beck se veía bastante más aliviada después de escuchar eso, pero seguía un poco tensa.

―Mira, Ik... yo... te quiero. Muchísimo. De verdad. Y... sé que las últimas veces no me porté de la mejor manera y que... probablemente me odiases por eso, pero... estaba celosa. Me habías dejado por tu exnovia. Por la chica que odiabas hasta entonces. Y que... ―hizo una mueca, avergonzada―, habías perdonado a pesar de todo el daño que te hizo. Y... todo este tiempo, después de habérmelo pensado... me comporté como una verdadera psicópata.

Iker Henterman (En edición)Där berättelser lever. Upptäck nu