Epílogo II

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Está un poquito largo (y quería hacerlo más largo aún), pero intenté no llegar a más sobre las vidas de ahora que mantienen. También, en un par de días, tendréis un extra. Ya lo estoy escribiendo, je, je, je. Hoy actualicé temprano ya que mientras estaba en clases escribía. Así que pues... aún no saquéis el libro de vuestras bibliotecas, aún queda un poco que contar. Os quiero <3


(Lewis Capaldi - Someone  you loved)

Epílogo 2: Era como si lo tuviera a él.



Isabella observaba tranquilamente el horizonte con sus dos hijos. Cada miércoles y domingo por la tarde iban a mirarlo mientras comían bocadillos. Para Luna era un plan genial leer mientras escuchaba las olas estrellarse contra el acantilado con la luz anaranjada cubriendo las hojas cubiertas de letras. Para Jed era relajador jugar con sus juguetes con la briza desordenándole el pelo.

Y, aunque para ellos dos, no existiese un motivo en especial ir allí constantemente, para su mamá sí. Allí, un primero de agosto, Iker le había pedido matrimonio cuando Isabella estaba embarazada de Jed.

Sonrió con melancolía, jugueteando con su anillo de bodas.

―¿Mami? ―Luna preguntó, mirándola.

―¿Sí, mi amor?

―¿Cuándo podremos visitar a papi?

A Isabella se le llenaron los ojos de lágrimas, pero aun así sonrió.

―Cuando estés más grande, mi amor, así podrás recorrer el camino sola, ¿vale? Yo estaré esperando con él por ti.

―¿Habrá bocadillos de chocolate? ―preguntó, un poco más emocionada.

―Claro que sí.

Luna estaba a nada de cumplir seis años y Jasper los cinco. Aun así, no hablaba mucho. Y cuando lo hacía, era para insultar a su tío Javier. Le tenía un pequeño odio desde que había pisado uno de sus Transformers para navidad.

Luna se levantó del césped, saltando sobre Isabella para darle un abrazo.

―¿Jed también estará allí?

―Quizá ―respondió ella, peinando el flequillo de su hija con los dedos.

No podía negar que estuvo casi dos años nada más con sus hijos. En ese tiempo, no se le pasó ni un solo segundo volver a rehacer su vida con un chico. Ni menos después de haber pasado tanto en tan poco tiempo. Pero después, cuando los meses pasaban, sintió que no tenía por qué sentirse culpable por sentir atracción por un hombre.

Y había intentado estar con un chico. Se llamaba Harper. Al principio todo era rosa y arcoíris. Pero luego se dio cuenta de lo manipulador que podía llegar a ser. Y lo mal que se llevaba con sus hijos.

Así que decidió dar un paso adelante y lo olvidó. No fue muy difícil. No había sido alguien muy importante en su vida. Ni menos después de que le haya dicho directamente que tenía que superar a su marido muerto de una vez.

Es que Iker no era solo su marido muerto. Había sido mucho más que eso. También era el papá de sus hijos y la persona que más feliz la había hecho. Quizá no era perfecto, ni mucho menos el hombre ideal, pero le amaba.

Y dudaba que alguna vez dejara de hacerlo.

―¿Mami Beck también está donde papi?

Isabella le había contado todo. Desde su historia hasta que Beck había quedado embarazada y que a la semana después de tenerla a ella había muerto de un derrame cerebral. Siempre había aclarado que no había sido culpa de ella, pues no quería que se sintiese mal. Isabella se contactó con los padres de Beck para pedirle fotos de ella y así enseñarle la madre biológica a Luna. Ella, al principio, había estado un poco triste, pero luego sonrió y dijo que ambas serían su mamá, que no importaba. Y al menos una vez al mes, sus abuelos visitaban a Jed y a Luna para llevar golosinas y regalos desde Francia.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora