Capítulo 6

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CAPÍTULO 6.

(Sabrina Carpenter/ Skin)


Golpeé la mesa de la cafetería de la universidad con el dedo, impaciente. Beck se sentó en la silla frente a mí, dejando varios libros sobre la mesita junto un café. Intentó darme un beso en los labios en modo de saludo, pero aparté la cara, apretando los labios.

―¿Se puede saber qué coño pasa contigo? ―me preguntó, irritada.

Me quedé callado por unos minutos hasta que la miré a los ojos.

―Tenemos que dejarlo.

―De nuevo con la misma mierda. No quiero dejarlo contigo, Iker. Lo que sea que estamos pasando es solo una...

―Es Isabella, no una piedra ―mascullé entre dientes―. Y yo sí quiero dejarlo.

―Pero una relación es de dos y te juro que por más que intento hacerlo, no entiendo que es lo que tiene Isabella que no tengo yo. No es guapa ni tiene dinero.

Venga ya.

―No necesito una chica con dinero para que sea guapa, Beck. Solo... ya no te veo de esa manera.

Y dudo que alguna vez lo hayas hecho.

―Ya. ¿Qué tiene esa... que no tengo yo? ¿Eh? ¿Culo, tetas... si ni siquiera estudia! Por lo que dijo Carla la despidieron, ¿y qué? ¿Crees que tiene algún futuro?

―¿Podrías dejar de querer... compararte con las personas?

Mascullé, empezando a enfadarme. Siempre se comparaba con todos, antes de una manera más... no lo sé... ¿normal? Pero ahora podía sentir su mala intención al compararse con Bell. Y sí, le iba a llamar Bell, si no le gusta que se joda. Lo haré igual.

―¡Dímelo entonces!

―¿Para qué? Quiero dejarlo y ya está ―tenía que respirar o realmente mi humor iba a empeorar.

―¡Dame esa razón! ¡Dime que es lo que tiene esa zorra que yo no tengo! ¡Porque soy la chica perfecta para ti! ¡Jen, Lynda y tus tías están seguras de ello y...!

―¡Que estoy enamorado de ella y no de ti, maldita sea! ―espeté, alzando las cejas.

¿De dónde había salido eso?

Será verdad entonces.

¿E-eh? Ni de coña.

Me miró fijamente por unos segundos, sacudiendo la cabeza.

―Joder... se te ha ido la olla. ¡Es que ni siquiera es guapa como para que sea una atracción sexual!

―Vamos, que yo la veo mucho más guapa que cualquier chica de aquí.

―¿Y si se va de nuevo? ¿Y si te deja y tienes una recaída? ¿Sabe lo de... tu enfermedad? ―asentí una vez con la cabeza, golpeando la mesa con el dedo impacientemente―. ¿Sabe que te estás drogando como un maniático? Pues claro que no lo sabe, coño. ¿Y si se entera qué?

Pues habrá que improvisar, ¿no?

―No quiero que seas más mi novia ni nada, Beck.

―Haz lo que quieras. Después no te quiero ver cuando esta tía se vaya ―se levantó de golpe de la mesa cogiendo todos sus libros―. Vete a la mierda, Iker. Y ojalá te lleves a esa zorra.

Te aseguro que lo hará.

Me pasé una mano por el pelo, dándole un pequeño tirón para soportar la punzada que me atravesaba el cráneo. Anoche había tenido un sueño erótico con cierta señorita enferma y tenía un puto dolor de huevos que me tenía mareado.

Iker Henterman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora