EPÍLOGO

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Rodrigo le pasó el niño a su madre y Sarah se encaminó con él hacia el sillón donde le gustaba sentarse para darle de mamar. Expectante, Rodrigo se sentó en el lecho, con las manos apoyadas en el jergón y los pies estirados hacia delante mientras contemplaba por primera vez la bella estampa de su mujer con su hijo. Con cierto pudor, Sarah fue descubriendo parte de su vestimenta y acercando el niño a su pecho, éste buscó con frenesí la ansiada fuente con que aplacar su hambre. Rodrigo se sentía como un extraño observando la natural escena; como si no perteneciese a aquel momento íntimo. Aquello era nuevo para él. Nunca había sentido curiosidad, ni contemplado ese acto tan dulce y especial entre una madre y su recién nacido. Las damas nobles no acostumbraban a dar de mamar a sus propios hijos.

—¿Por qué decidisteis amamantarlo vos misma? —preguntó Rodrigo con curiosidad.

     Sarah levantó la cálida mirada llena de amor y la posó sobre él, sonrojándose ligeramente.

—Era lo único que me quedaba de vos. Abrazarlo, era como tener una parte de vos junto a mi. En cierto modo, me daba cierto consuelo... —respondió Sarah mientras los ojos se le volvían acuosos y lo miraba dejando entrever parte del sufrimiento vivido—. Cuando lo miro, solo os veo a vos... y no soportaría que otra persona alimentara a mi hijo, pudiendo hacerlo yo misma.

     Un nudo se le formó en la garganta a Rodrigo ante la emotiva confesión. Se sentía abrumado por todo el amor que Sarah demostrada por él. Levantándose del lecho, se acercó hasta ella y se acuclilló a su lado. Su mano derecha se posó sobre el hombro de su esposa, acariciándola y con la otra, cogió los diminutos dedos del pequeño, comparando el tamaño de las falanges infantiles, con las suyas propias. Era un ser tan pequeño e indefenso que un enorme sentimiento de protección lo embargó. El niño solo interesado en extraer el alimento de su madre, ni siquiera se molestó porque un extraño lo tocara. Aunque ese extraño fuese su propio padre. Llevando los diminutos dedos a sus labios, depositó un beso en ellos, inhalando y llevando a su pecho el aroma del pequeño infante. Emocionado, se prometió no perderse ni un solo instante más de la vida de su hijo. Le habían robado la oportunidad de verlo nacer y de compartir con Sarah aquel momento tan importante, pero vendrían muchos más. Y si Dios lo permitía, Sarah y él llenarían su hogar de pequeños y hermosos niños Manriques. Tan parecidos a su madre y a su padre.

     La suave caricia de Sarah sobre su pelo, lo sacó de sus elucubraciones.

—¿En qué pensáis? —preguntó Sarah.

—Que este niño solo será el primero de los muchos que vendrán —declaró Rodrigo.

     Sarah no desperdició la oportunidad y besó a Rodrigo emocionada sin creerse todavía que él estuviese a su lado. Sin querer, se movió y el pequeño se desenganchó del pecho de su madre, mientras sus padres se besaban olvidándose momentáneamente de él.

—Os quiero tanto —susurró Sarah después de que su hijo volviera a agarrarse del pecho.

—No tanto como os amo yo —contestó Rodrigo volviendo la mirada de nuevo hacia su hijo.

     Varios minutos después, Sarah le pasaba el niño a su padre.

—Tomad. Cogedlo... —dijo Sarah mientras se colocaba correctamente la ropa.

—¿Me acompañáis abajo? —preguntó Rodrigo a Sarah.

—Por supuesto. Vuestra madre debe estar impaciente por veros. Ya estoy preparada —dijo Sarah con alegría mientras Rodrigo la observaba.

     Acercándose a él, Rodrigo le ofreció su brazo libre, porque con el otro sujetaba al pequeño Jorge.

—¿Bajamos? —preguntó de nuevo Sarah, dándose cuenta que Rodrigo no terminaba de salir y que la miraba embobado.

JURAMENTO DE HONOR (COMPLETA) # 2 SAGA MEDIEVAL #PGP2023 #FlowersADonde viven las historias. Descúbrelo ahora