CAPÍTULO VIGÉSIMO TERCERO

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Diego Manrique se tensó cuando comprobó que a la salida del monasterio, el prior junto a varios monjes más, estaban esperándolos. Sin poder evitarlo se colocó delante de su cuñada, intentando protegerla de las miradas de los religiosos.

—¡Prior!

—Don Diego... —dijo el anciano mirando con curiosidad a la persona que permanecía oculta detrás del conde—. Espero que don Rodrigo haya conseguido el sosiego que necesitaba y que nosotros no hemos podido otorgarle.

—Así es, prior. Se ha quedado más tranquilo después de comprobar por si mismo la verdad. Tened por seguro, que no volverá a cometer tan grave imprudencia.

—Lo celebro, don Diego. Ahora..., podéis marchad y tranquilizar a vuestra señora madre de que don Rodrigo será bien atendido. Me temo que no supe ver la gravedad de los hechos y creí que don Rodrigo superaría la separación con su esposa. A veces, los árboles no dejan ver el bosque, don Diego y cometemos errores. Lamento mucho que don Rodrigo haya sufrido en silencio durante tantos meses y que haya tenido que llegar a esa situación... —agregó el prior mortificado.

—No tiene por qué sentirse culpable. Vuestra señoría no es responsable de lo sucedido. No podíais saberlo.

—Todos tenemos cierta parte de culpa, conde. Aceptamos los hechos como ciertos, sin cuestionar la veracidad de las afirmaciones. Las palabras tienen más importancia de lo que parecen —aseguró el prior mirando con curiosidad la figura que permanecía oculta detrás del conde—. Por como se esconde vuestro acompañante y el afán que mostráis por ocultarlo, deduzco que lo que ponía en esa misiva no era cierto.

      Diego cogió aire y sopesando si sincerarse con ese hombre, al final procedió a decirle la verdad. Después de todo, gracias al aviso de ese monje, habían podido volver a ver a Rodrigo.

—Tenéis que saber prior, que llegué justo a tiempo de que un fatal desenlace ocurriese. El fin que el inquisidor había previsto para la persona que me acompaña era la muerte y como tal, comprenderéis que es mi obligación protegerla puesto que ahora, corre más peligro que nunca. El inquisidor no pretendía otra cosa más que acabar con la vida de una inocente, a pesar de ser puesta en libertad y llegado el caso, si llegase a oídos de Deza que Sarah sigue viva, mucho me temo que volvería a intentarlo. Pasando por alto, hasta la decisión de la misma reina.

       El prior abrió los ojos debido a la sorpresa y dándose cuenta de repente a lo que se refería, se quedó mudo de asombro. El inquisidor había ordenado asesinar a una mujer que había sido absuelta de unos cargos y que la misma reina había ordenado soltar. Contrariado, fijó la mirada en el rostro oculto de la mujer, comprobando que aquel hábito, no podía ocultar el enorme estado de gestación de la dama. Por eso don Rodrigo, no había dejado de llorar por su mujer y por su hijo. La esposa de don Rodrigo estaba embarazada cuando ordenaron asesinarla.

—No os equivocáis, Prior. ¡Podían haber sido tres victimas! —susurró Diego Manrique—. Si mi hermano hubiese llevado a efecto su intención de acabar con su vida, tres inocentes podrían haber muerto. Y todo por la ambición y la venganza de un depravado.

—No cabe duda que al final, la justicia prevalece, don Diego —aseguró el prior convencido de sus palabras.

—Pero no siempre es así, prior —le aseguró el conde de Treviño—. Pero yo me encargaré de que lo sea. Los Manrique de Lara no olvidamos una ofensa como esta y tenga por seguro, que protegeré a esta mujer cueste lo que cueste.

     Inesperadamente, el prior se adelantó varios pasos hasta Sarah y le levantó la barbilla, para poder observarla con más exactitud. Las miradas de ambos se cruzaron. Unos ojos llenos de sabiduría observaron a otros ojos llenos de miedo. Pero el prior, entrado en años, pudo ver mucho más allá. El sufrimiento y el agotamiento que se traslucía en los ojos de la mujer, le afectó. Con una mirada pura llena de bondad, la joven le sostenía la mirada, a pesar de la preocupación que la embargaba. Y el prior comprendió que aquella mujer ya había sufrido bastante. Así que, levantando el brazo, la bendijo.

JURAMENTO DE HONOR (COMPLETA) # 2 SAGA MEDIEVAL #PGP2023 #FlowersAWhere stories live. Discover now