010 | Actos y consecuencias (2/2)

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Z Í A

Debí decirle que no.

De verdad, me hubiera gustado decirle que no a Kath. Si hubiese sabido que ese sería el resultado, me hubiese negado; le pediría que lo olvidara y volveríamos a clases como si nada...

Así no nos encontraríamos en esa situación.

Y todo sería mejor, debí haberlo sabido.

Intenté controlar mis nervios, entrelacé mis inquietas manos: ¿cómo pude ser tan tonta?, me pregunté. Por primera vez desde que la conocía no había insistido, —lo que era bastante extraño —esta vez todo había sido mi culpa. Yo lo había decidido. Nadie me obligó, ni siquiera ella, pero ahora las consecuencias serían repartidas entre las dos.

Aunque su única intención siempre fue ayudar, era injusto.

Deseaba tener toda la culpa, porque en realidad era mía, de nadie más. Quería creer que tal vez, solo tal vez, lo único que me había impulsado a hacer lo que hice fue recordar la mirada triste que me dedicó el abuelo cuando salimos del cementerio hace unas semanas...

No podía verlo así, tan triste.

¿Pero todo para qué? Para nada, eso ya no importaba. No importaba con qué nos excusaramos al cruzar la puerta, las consecuencias estarían ahí de todas formas. Toda esta situación había sido mi culpa, solo por no poder decir que no. No era tan complicado, y quizás ahora las cosas serían totalmente diferentes...

O al menos eso quería creer.

Todo había sido en vano.

Ahora debíamos enfrentarnos a las consecuencias.

Pasaba del mediodía, afuera el cielo seguía nublado; hace mucho que nos encontrábamos ahí y hace mucho que todos se habían marchado a casa. Empezaba a pensar que era raro que el abuelo no se hubiera aparecido, yo realmente no quería que lo hiciera, pero temía que en su lugar lo hiciera mi madre. Ya era lo suficientemente aterrador ver las expresiones de los padres de Kath cuando llegaron, hace mucho rato, para imaginarme la suya.

Tan solo pensarlo hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo.

No quería que viniera por mí, todo sería peor.

Volví a jugar con mis dedos, el tiempo no estaba pasando tan rápido como creía al principio. Arriba de mi cabeza se encontraba un reloj apuntando la 12:15, solo mis nervios empezaban a exagerarlo todo. Estaba sola, sudando por los nervios y temblando del miedo. Pero todo empeoró minutos después cuando noté que en una de las grandes carteleras que decoraban gran parte de la pared, junto a una gran puerta en la que una placa indicaba "Oficina principial" —justo donde Kath había entrado en compañía de sus padres a regañadientes —un afiche de letras grandes y coloridas que anunciaban un: Todo acto tiene consecuencias, para nada tranquilizador.

De nuevo, empecé a sentir una presión en el pecho que me impedía respirar. No era nuevo, llevaba semana sintiéndolo pero no lograba acostumbrarme.

Luego temblé, justo como lo haría el Sr. Brown cada vez que cruzaba el umbral de la señora Tasha, pero no precisamente de emoción si no todo lo contrario.

Me abracé a mí misma y me dediqué por unos minutos a observar fijamente la puerta desde mi lugar, esperando mi turno para la reprimienda que me esperaba al cruzar el umbral. A pesar de mi corta edad, sabía con certeza que ese era el menor problema que tenía; el verdadero problema era mi madre. Una parte de mí, o la mayoría, la imaginaba gritandome y jalandome durante todo el camino a casa, lo peor es que sabía que no terminaría ahí.

Quisiera pedirte perdón  | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora