𝓠𝓾𝓲𝓷𝓬𝓾𝓪𝓰𝓮𝓼𝓲𝓶𝓸 𝓷𝓸𝓿𝓮𝓷𝓸

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El sábado de la competencia de atletismo llegó la misma semana en que finalizaron los exámenes semestrales, por lo que fue un soplo de aire fresco que la mayoría de los estudiantes decidieron disfrutar, y asistieron a la carrera.

Samantha estaba calentando en la pista, vestía el uniforme de atletismo verde y negro del instituto y -por si su pose engreída no lo dejaba claro- por encima de su culo y adherido a sus shorts del uniforme había un emblema que rezaba "Luthor High".

Así que obviamente se trataba de Samantha "Correcaminos" Arias. La corredora más fantástica, asombrosa, tremendamente guapa y sexy de Luthor High -palabras de la propia Samantha-.

Lena, Kara y Diana estaban sentadas en la misma banca porque asistieron juntas. La chica griega vestía una sudadera que tenía "Arias" en el pecho y la espalda, y llevaba una gorra porque a su novia le gustaba cuando las usaba, también estaba comiendo todo tipo de chucherías mientras esperaba que la competición diera inicio, y sus ojos no se apartaban de la silueta de su novia ni siquiera por una milésima de segundo.

—Diana, ya tienes esa expresión de babosa hormonal de nuevo —se burló la ojiverde. Sin embargo, lejos de molestarse, Diana sonrió de forma boba.

—Es que solo mírala. Se ve impresionante y es obvio que va a patear culos hoy —respondió, y luego dejó salir un suspiro soñador—. Es tan hermosa, Lena. Tuve tanta suerte.

Lena la abrazó brevemente de lado y dejó salir una risa divertida al ver la expresión idiota con que su amiga veía a Samantha. Diana ni siquiera la miró de regreso, pero Kara frunció el entrecejo y se cruzó de brazos.

—No seas idiota, tú también eres guapísima —admitió la ojiverde, pero la chica griega hizo un gesto de desdén—. ¡Lo juro! ¿Cierto, Kara?

La rubia miró a Diana de forma minuciosa y sin poder esconder la expresión de disgusto, pero -de nuevo- la chica griega estaba demasiado ocupada mirando a su novia como para notarlo. Al final, Kara masculló un "uhm" desaprobatorio que nadie notó porque Lena estaba buscando dinero en su bolso. Planeaba ir al puesto de chucherías porque se comió todo lo que había comprado incluso antes de que la competición iniciara.

—Chicas, iré a comprar golosinas —Lena les avisó un segundo antes de ponerse de pie—. ¿Quieren que compre algo para ustedes?

—Yo estoy bien, gracias —respondió Diana.

—¿Podrías traerme un sándwich, linda? —La rubia se puso de pie brevemente y besó a Lena de forma rápida antes de volver a tomar asiento—. Vegano. Resulta que son más ricos de lo que creí.

—¿Verdad? —La ojiverde rodó los ojos para dejar en claro que obviamente tenía razón y luego añadió—: Regreso en un momento.

Cuando Kara perdió de vista a su novia, le propinó a Diana un golpe poco amigable a la altura de las costillas para llamar su atención, y una vez que la chica griega se giró -con expresión confusa y molesta-, la rubia se cruzó de brazos y alzó la barbilla en un gesto que adoptó de Lena.

—Así que dormiste con Lena —espetó.

Una expresión confusa apareció en el rostro de Diana ante el tono molesto en que la rubia formuló la pregunta, pero se encogió de hombros y respondió de todos modos.

—Claro, somos amigas. Hacemos pijamadas todo el tiempo —murmuró sin poder ocultar su confusión—. Creí que eso era obvio.

—No actúes como una idiota, Prince. Sé que han tenido sexo —espetó

Diana se atoró con el sorbo de soda que estaba bebiendo y un acceso de tos se apoderó de ella cuando el líquido bajó por el lugar equivocado, por lo que su rostro se volvió rojo y sus ojos lagrimearon. Sin embargo, a pesar del escándalo y el evidente esfuerzo de Diana por respirar, Kara mantuvo su posición firme.

—¿Qué demonios, Kara? —La chica griega jadeó una vez que logró componerse ligeramente y se aclaró la garganta—. Es estúpido que creas eso.

—Ella me dijo que su madre las encontró en la cama una vez.

—¡¿Qué?! —Diana gritó en voz baja y su rostro adoptó una expresión de pánico, aunque luego añadió—: Oh, sí. Es cierto.

—¡¿Y lo dices con tanta tranquilidad?!

—Honestamente, Kara, ¿qué demonios? —La chica griega rodó los ojos y tomó una fritura para llevarla a su boca—. Lillian nos encontró en la cama, cierto. Pero la verdad es que no estábamos teniendo sexo. Eso sería asqueroso —luego de decir aquello, hizo una mueca y fingió que un escalofrío la recorrió—. La conozco hace bastante tiempo. Demonios, El, la conocí antes de que le creciera el busto —expresó en voz baja y confidencial—. Créeme, no hay una sola cosa que no conozca de Lena, y para ser sincera, no somos el tipo de la otra. Así que definitivamente no tuvimos sexo.

—¿Qué? —Kara frunció el entrecejo, pero no abandonó su pose molesta—. Lillian explícitamente dijo que la atrapó en la cama con alguien.

—De acuerdo, me voy a tomar la molestia de explicar lo que sucedió porque evidentemente Lena no lo hizo —Diana tomó un largo suspiro y luego inició el relato—. Mira, por aquel entonces Lena quería probar la depilación con cera, pero tenía miedo y vergüenza de que una completa desconocida la viera desnuda, así que me pidió de favor que le ayudara a depilarse —se encogió de hombros—. Como dije, nos conocemos muchísimo y somos básicamente como... hermanas de otra madre, por lo que obviamente le dije que ayudaría. Lillian entró a la habitación cuando yo estaba de rodillas entre las piernas de Lena, específicamente con mis manos en su entrepierna porque, demonios, le estaba colocando la cera —la chica griega rodó los ojos y resopló—. Quisimos explicarle la situación. De hecho, lo hicimos. Le contamos lo que en realidad sucedió, pero nunca nos creyó y hasta la fecha de hoy, Lillian cree que tuve sexo con su hija.

—Oh... —Kara balbuceó y miró su regazo con expresión avergonzada—. Demonios, lo lamento. Creí que...

—Tranquila, El —Diana se rió ligeramente y volvió la vista al frente—. Déjalo así. Uhm, ella viene hacia aquí.

Un par de segundos después, Lena tomó su lugar y le entregó el sándwich a su novia al igual que unas mentas a la chica griega. En la cancha, las corredoras estaban tomando sus posiciones en la pista, listas para echarse a correr.

Samantha se quitó la sudadera, vestía shorts cortos, zapatillas y un top para un mejor manejo a la hora de correr. Tenía el cabello recogido en una coleta alta y firme y honestamente se veía más alta y esbelta que de costumbre debido al uniforme corto.

Cuando sonó el disparo que daba inicio a la carrera, Samantha -como siempre- le dio un segundo de ventaja a las otras corredoras antes de empezar a correr. Sus piernas largas y ágiles le permitían darse el lujo de alardear, y a pesar de la ventaja que obsequió, la castaña rápidamente les dio alcance a las otras chicas.

De nuevo aminoró el paso para presumir un poco más porque así era Samantha, pero cuando por segunda vez se echó a correr, cruzó la línea de meta al menos cuatro segundos antes que las demás, y apenas con la respiración agitada, chilló:

—¡Así que no trates de huir de mí, Prince! —Causando la risa en todos los presentes antes de los vítores.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora