𝑻𝒓𝒊𝒈𝒆𝒔𝒊𝒎𝒐 𝒔𝒆𝒙𝒕𝒐

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De camino al aula de historia con todo el peso del mundo en sus hombros, Lena bostezó por enésima vez durante los últimos dos minutos y se frotó los ojos para tratar de alejar el sueño. La noche anterior había sido demasiado "movidita" por decirlo de algún modo, ya que estar dándole vueltas al asunto de Kara la mantuvo despierta hasta casi pasadas las tres, lo que ocasionó que se levantara un par de horas después con bolsas bajo con los ojos y más sueño que ganas de vivir.

Su madre hizo una mueca al verla cuando entró en la cocina -Lillian vestía de manera formal y pulcra, lo que contrastaba por completo con la apariencia desaliñada de Lena-. El traje de falda y chaqueta hecho a la medida que la directora vestía esa mañana jamás podría compararse con los vaqueros rasgados y la sudadera gris que la ojiverde había tomado de su armario.

Pero volviendo al presente, le esperaban dos horas en clase de historia con el profesor Carr, lo que se resumía como dos horas de clases con un profesor que poseía una voz que más bien se parecía a un somnífero.

—¿Dónde es la pijamada, Luthor? —Cuestionó Diana con voz burlona cuando se toparon de frente en el pasillo. Lena le mostró el dedo medio en una seña obscena—. Cuando llegaste esta mañana, creí que la directora había salvado a una chica en situación de calle o algo así.

—Eres odiosa, ¿por qué Samantha sigue saliendo contigo? —Respondió.

La chica griega hizo una mueca de falso sufrimiento y llevó una mano hacia su corazón con gesto dramático, luego se tiró de rodillas al piso con expresión de sufrimiento mal actuada y fingió estar llorando. Lena hizo una mueca.

—Diana, levántate —urgió con cierta alarma al ver que los alumnos en el corredor estaban viendo en su dirección—. Diana, por favor.

En lugar de obedecer, Diana se abrazó a las piernas de la ojiverde y empezó a llorar a todo pulmón.

Las mejillas de Lena se volvieron de un intenso color rojo a causa de la vergüenza y, lejos de abandonar su estúpido drama, la chica griega lanzó otro alarido al viento antes de aferrarse con más fuerza a sus piernas.

—¡No, Lena! ¡¿Por qué eres tan cruel?! ¡He hecho cada cosa que me dijiste! —Las lágrimas rodaron por las mejillas de Diana y su voz se quebró. La ojiverde la observó con expresión de pánico.

—Me estás avergonzando muchísimo, Diana.

—Ah, lo lamento —la chica griega al fin se puso de pie, se sacudió los vaqueros y limpió los rastros de humedad en sus mejillas—. Quería que despertaras, así que... ¡nos vemos en el receso! —Exclamó antes de seguir caminando.

Lena se aclaró la garganta con torpeza y siguió caminando por el corredor rumbo al aula de historia. Efectivamente el sueño y la pereza la habían abandonado, pero una vergüenza insana tomó su lugar en cambio.

Ensimismada en sus pensamientos como estaba, solo fue consciente de que había alguien frente a ella cuando ese alguien la tomó por los hombros y la hizo retroceder de forma delicada hasta que su espalda fue empujada contra un muro, y antes de cualquier cosa, la amplia sonrisa de Kara apareció en su campo de visión.

La rubia tomó su boca de forma cuidadosa y sin poder evitarlo, Lena enredó sus dedos entre los mechones rubios mientras se besaban de forma lenta y casi torpe, sin embargo, la ojiverde jadeó al sentir que su -de nuevo- ladrona de besos introdujo algo en el interior de su bolsillo delantero.

Sus mejillas se volvieron a tornar rojas al sentir la más mínima insinuación del roce de los dedos de Kara tan cerca de su entrepierna y su asombro fue tanto que incluso se alejó del beso.

—Lo siento, solo necesitaba... hacer eso —explicó la rubia rápidamente, preparada para una bofetada según su expresión de pánico—. Es una nota, leela después de clases, ¿de acuerdo? Ten un lindo día.

La ojiverde vio con una sonrisa estúpida cómo Kara se alejó por el pasillo hasta entrar a una de las aulas, y obviamente sin prestarle atención a la indicación de la rubia, extrajo el papel doblado del bolsillo de sus vaqueros y deshizo los pliegues para poder leerlo.

Sabía que no podrías esperar, y solo quiero decir que te ves hermosa hoy, como todos los días desde que ingresé a Luthor High.
-Sinceramente tuya, Kara El.

—¡El amor gay es la maldita mejor cosa del mundo! —Chilló Diana a todo pulmón desde el final del corredor.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora