𝖁𝖎𝖌𝖊𝖘𝖎𝖒𝖔𝖘𝖊𝖕𝖙𝖎𝖒𝖔

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En la oficina de dirección, Lillian tomó asiento en su silla giratoria con expresión resuelta, y del otro lado, Kara se dejó caer en una mueca en una de las sillas frente al escritorio. Lena estaba por tomar la otra silla, pero su madre le dirigió un entrecejo desaprobador y, maldiciendo entre dientes, le cedió el lugar a Diana, lo que la dejó de pie detrás de su amiga y su ladrona de besos.

—Esta institución no tolera las agresiones físicas o verbales —inició Lillian con un tono de voz neutro—. Y junto a los agresores, todo aquel que incite a altercados de cualquier tipo, será expulsado de forma inmediata.

Kara y Diana voltearon a verse con el pánico inundando sus rostros de forma casi cómica. Detrás de ambas, Lena rodó los ojos.

—Mamá, por Dios...

—Silencio —espetó la directora en un tono tajante, lo que hizo que la ojiverde entreabriera la boca, sorprendida por lo ensimismada que su madre estaba en su papel—. Si bien no voy a expulsarlas porque confío en que esta es la primera y última vez en que sucederá algo así, no se irán de aquí como si nada hubiera pasado. Prince y El, ayudarán en la cafetería por el resto de la semana, y tú, Luthor... —Lena alzó una ceja con arrogancia porque era su madre, seguramente estaba jugando y al final rompería en carcajadas o se burlaría de los rostros asustados de Kara y Diana, además, aunque el castigo fuera de verdad, ella era su hija, no sería algo demasiado malo—... el conserje se reportó enfermo, de modo que limpiarás el auditorio y el aula de audiovisuales después de clases, durante los días de incapacidad del señor Olsen.

—Claaaaro, cómo no. Deja la actuación, madre, ya lograste que Kara y Diana se orinaran en los pantalones, ¿ya podemos irnos?

Lillian frunció el entrecejo en dirección a la ojiverde y se puso de pie, las chicas sentadas en las sillas frente al escritorio tragaron saliva forzadamente y solo entonces Lena hizo una mueca, notando al fin la expresión determinada en el rostro de su madre.

—Mamá —se quejó al caer en cuenta de que realmente tendría que limpiar el auditorio y el aula de audiovisuales—. ¡Soy tu hija!

—No hay favoritismo —zanjó la mujer antes de volver a tomar asiento—. Vayan a clase.

Kara y Diana salieron de la oficina casi corriendo y tropezando con las sillas y la puerta, demasiado asustadas por la expresión resuelta en el rostro de la directora, por su parte, Lena se quedó de pie sin saber qué decir.

—Soy tu hija —repitió en un tono incrédulo. Lillian se encogió de hombros—. Mamá, es que...

—Debiste pensar en que eres mi hija antes de actuar como una... chica que hace que los demás peleen, Kieran. Soy la directora de este instituto y tú mi hija, compórtate como tal. Ahora ve a clase.

La ojiverde salió de la oficina completamente pasmada, y caminó por el pasillo sin prestar atención a su alrededor, sin embargo, giró la cabeza al escuchar dos voces conversando de forma animada y haciendo alusión a que llegaron tarde a clases.

Un tumulto de sensaciones negativas se arremolinaron en el estómago de Lena al distinguir la voz de Kara y la de Imra, también las risas encantadas de la rubia, y si su día se había ido al carajo con la orden de hacer lo que el conserje normalmente debía hacer, definitivamente empeoró al ver que Kara e Imra estaban demasiado cerca, casi como si pensaran abrazarse...

Se acercó de forma inmediata y como la vez anterior, empujó a Kara contra la pared más cercana para besarla de forma posesiva, pero la cosa cambió en que le rozó -sin querer- un pecho con la mano derecha. La rubia ahogó un grito aún contra la boca de su crush y se sonrojó profundamente ante el toque inesperado, mientras tanto, Imra dio un par de pasos hacia atrás, completamente asombrada.

—Solo déjala en paz —espetó Lena antes de alejarse por el corredor y murmurar entre dientes—. Claro, mi día tenía que empeorar teniendo competencia.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora