Cassiopeia Black creció con más en su plato que una adolescente normal. No llegó a ponerse vestidos rosas ni a llorar por chicos que le habían roto el corazón. No. Estaba atascada preocupándose por sus hermanos y lo que depara el futuro.
James Potte...
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(capítulo cuarenta y cinco) tw: abuso
EL TOQUE DE TALONES SOBRE EL VIDRIO hizo que los Black levantaran la vista de su desayuno y miraran hacia la ventana.
Dos grandes búhos estaban sentados en el alféizar de la ventana que estaba cubierto de musgo y pintura agrietada. Sus plumas tan blancas como la nieve recién puesta, sus ojos tan amarillos como el ámbar brillando al sol.
Uno llevaba dos cartas y el otro solo una. Los ojos de Cassie se agrandaron al darse cuenta de lo que había en una de las letras.
Su O.W.L. resultados.
Su corazón comenzó a latir con fuerza en sus oídos, su respiración se aceleró mientras su mente se concentraba en esa letra y solo en esa letra.
Oh, mierda.
No estaba preocupada por sus notas, no, esperaba hacerlo bien en todas sus materias, aparte de Transformaciones si era honesta. Eran las lecciones de ese papel lo que le preocupaba.
"Recibe el correo Cassiopeia." Walburga habló, volviéndose hacia su plato de tocino, huevo y frijoles.
La cabeza de Cassie se volvió hacia su madre y su mente comenzó a acelerarse cada vez más.
Con las piernas sintiéndose como gelatina, la niña se puso de pie y se acercó a la ventana, la abrió y le quitó las letras a las lechuzas. Tratar de esconder rápidamente el que tenía sus resultados le atrapó la espalda, sin embargo su padre vio.
"Trae las tres letras aquí ahora Cassiopeia."
Cassie miró las cartas, las tres temblando rápidamente mientras las sostenía en sus manos temblorosas.
"No volveré a preguntar." La voz de Orión era firme, y Cassie miró hacia arriba antes de asentir con la cabeza, respira hondo mientras ella retrocedía hacia la mesa.
Orión le arrebató las cartas a su hija, repasándolas todas antes de ver la que quería abrir, arrojando las otras dos sobre la mesa. Pasó el dedo por debajo del sello de cera de la carta, algo del pergamino amarillo se rompió cuando levantó el sello.
Sacó los papeles del interior del sobre, arrojando uno de ellos sobre la mesa sin volver a mirar.
El corazón de Cassie latía con fuerza en sus oídos. Sus manos temblaban como si se fueran a caer si se detenían, su respiración se aceleró cuando su padre leyó la carta.
