Capítulo 18

26 3 0
                                    

-Señor, he venido para comunicarle que la princesa ha liberado al joven Yaten- fueron las palabras del jefe del ejército real ante la acción de Mina.

-¿Que has dicho?- furioso Kunzite tomó su clásica copa de licor para arrojarla con fuerza contra la pared, aunque en el mismo instante trató de tranquilizarse pues tenía un plan perfectamente trazado que no hecharia por la borda justo antes de su matrimonio.

-Principe Kunzite ¿Qué desea que hagamos?

-Por ahora nada- el soldado salió de los aposentos de el sospechoso hombre quien dejó un último pensamiento para sí mismo
-esperaré a mañana, llegará la boda y entonces si podré actuar con completa libertad, me deshare de todos, de Yaten, de su estorbosa familia y de esa molesta mocosa que perderá todo su reino en cuanto sea mi esposa- se repetía una y otra vez mientras por su ventana observaba a ambos jóvenes caminar de regreso al palacio atravesando los amplios jardines. Yaten y Mina aún conversaban tranquilamente sobre lo sucedido sin imaginar que pronto serían interrumpidos en un momento muy especial -¿En verdad creíste que había sido yo?

-Lo siento Yaten, perdóname- Mina desvió su mirada hacia el suelo en señal de vergüenza
-estaba dolida por lo sucedido. Se que eso no es justificación, pero todo apuntaba a ti.

-No te preocupes, ahora hay cosas más importantes qué resolver, como por ejemplo ¿Que hacía una joya de Beryl en la habitación de tu padre?

-Me cuesta creer que ella o Kunzite hayan tenido que ver en la muerte de mi padre.

-No puedes creer que hayan sido ellos pero si creíste en mi culpabilidad, no te entiendo, aunque después de todo es la palabra de un sirviente contra la de la realeza.

-No es eso, es que no puedo imaginarme cómo la mujer a la que mi padre llamaba amiga terminó acabando con su vida.

-Quizá sea por lo que tú padre mencionó, el me pidió que protegiera el petróleo.

-Eso es imposible, hasta donde yo sé aquí no hay ningún rastro de petróleo.

-Algo me dice que esos dos saben mucho más de lo que tú padre te contó sobre tu reino.

-Es que no entiendo cómo es que teniendo petróleo mi padre nunca lo aprovechó. Todo es tan confuso, no entiendo nada.

-Esperemos a ver cómo marchan las cosas. No comentes nada de esto con Kunzite, no sabemos que intenciones tienen realmente, pero seguro no son nada buenas.

Sin darse cuenta, el tiempo transcurrió rápidamente hasta que llegaron al área en la que encontraban sus dormitorios -Bueno Yaten, es hora de separarnos, ve a tu habitación, descansa, te hace falta.

-No puedo. Esta noche custodiaré tu puerta. Seguramente la noticia de mi libertad ya llegó a oídos de Kunzite y no sabemos cómo reaccionará. Si me voy ni podré cumplir la promesa que le hice a tu padre.

-¡Yaten!- Mina estaba asombrada con esas palabras que Yaten acababa de dedicarle. Por alguna extraña razón su estómago tenía una sensación rara, y su corazón había comenzado a latir más fuerte -entonces, si vas a cuidar de mi será mejor que lo hagas adentro de la habitación- la joven princesa hablaba mientras demostraba un pequeño sonrojo en su rostro.

-¿Estás segura de eso?- con esa propuesta Yaten no hizo más que ponerse nervioso pero terminó por aceptarla -si eso quieres entonces lo haré.

-¿Por qué no te das una ducha? Pasaste dos días en ese horrible encierro, supongo que querrás refrescarte un poco. Mientras tú lo haces ordenaré que te traigan ropa ligera y limpia para que puedas descansar un poco- con cada acción que Mina parecía realizar inocentemente Yaten solo conseguía aumentar su nerviosismo, sus manos comenzaban a humedecerse con el sudor que la situación le producía y su corazón se aceleraba cada vez más.

Mientras el joven tomaba su agradable baño Mina se asomaba por su balcón observando el cielo estrellado y la hermosa luna llena brillando mientras trataba de organizar todos sus pensamientos -Papá ¿Que debo hacer? ¿Que camino debo tomar? ¡Por favor! Ayúdame, envíame la sabiduría que necesito para enfrentar con valor todo lo que viene- sus palabras estaban dirigidas hacia el espíritu de Artemis esperando que de alguna forma pudiera iluminar su camino.

-¿En verdad te casaras con él? ¿Lo harás aún sabiendo que sus intenciones no son nada buenas?- Yaten interrumpió el pensamiento de Mina susurrandole esas palabras al oído mientras la rodeaba de la cintura con sus fuertes brazos.

-¡Yaten! ¿Que haces?- la joven princesa giró su cuerpo para quedar frente a ese muchacho que tantas sensaciones le provocaba. Al voltear su rostro, pudo observarlo ahí, con su fuerte y marcado pecho descubierto, su cuerpo aún contenía algunas gotas de agua, su largo cabello aún húmedo y desaliñado, y la parte baja de su cintura cubierta tan solo por un ligera toalla.

-Respóndeme ¿Vas a casarte con él?

-No lo sé, di mi palabra- Mina solo trataba de alejarse de su seductor soldado.

-No te cases, te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir, te amo Mina, te amo y no dejaré que heches a perder tu vida- Yaten trataba de acercarse paso tras paso a Mina mientras ella un pie tras otro retrocedía intentando alejarse -Si lo que deseas es salvar el reino yo te ayudaré, no sé cómo pero te prometo que juntos lo lograremos. He visto tu mirada, he notado tu actitud hacia mi y sé que tú también sientes algo. Abre tu corazón, déjame amarte, déjame demostrarte que esto es real- sin más espacio que recorrer Mina llegó al borde de su enorme cama, en la que dando el último paso chocó con el borde provocando que cayera, pero en su intento por sujetarse de algo solo logró tomar del cuello a Yaten ocasionando que él quedara expuesto sobre el cuerpo de ella.

-Mina, te amo- ante esa palabras el joven dejó un apasionado beso sobre los rosados y carnosos labios de su princesa para comenzar el momento más mágico de sus vidas.

El guardián de su amorWhere stories live. Discover now