Capítulo 2

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Todo estaba preparado para la celebración. El cumpleaños de la princesa debía ser recordado por siempre como el más grande evento ocurrido en el reino.

Cerca de veinte doncellas elegidas y seleccionadas por la misma princesa fueron las encargadas de su arreglo personal. Mientras unas se ocupaban del maquillaje otras le arreglaba el peinado, otras más le y al rey Artemis, pues no solo era el cumpleaños de su hija, sino que también era el día en que había perdido a su gran amor —no me hagas caso, quedamos en que este día solo habrá felicidad. Anda, subamos al carruaje, es tu primera vez en el exterior del palacio y quiero que conozcas todo el pueblo, después de todo muy pronto será tuyo.

El rey Artemis ofreció su brazo siendo sujetado por el de su hija, paso a paso, recorrieron los largos pasillos del palacio hasta llegar a una escalinata totalmente cubierta por una alfombra de color rojo que los llevaría a la salida del mismo y con suma elegancia abordaron su majestuoso transporte.

Efectivamente, tal y como había mencionado el rey, no había un solo lugar que no hubiera sido decorado, ni una persona que no honrara la presencia de Mina con una reverencia. Varias horas les tomó dar el recorrido antes de volver al Palacio, la princesa sonreía regocijada, más que por convivir con su pueblo por el ego propio, simplemente estaba maravillada por recibir elogios y honores en su máximo esplendor.

Al regresar al punto del que habían partido, los enormes jardines del castillo fueron el lugar perfecto para la presuntuosa recepción. Mesas sumamente adornadas fueron reservadas en la parte central para los muchos Príncipes de distintos reinos que acudieron solo para conocer a la joven princesa de la cual se decía poseía una belleza inigualable, por su parte, en las orillas, se colocaron pequeñas áreas exclusivas para la gente del pueblo, con una apariencia más sensilla.

El festín no podía ser menos elegante, los chefs reales y la servidumbre se encargaron de preparar y entregar las muchas raciones de alimentos entre los que figuraban principalmente langosta y frutos secos, y como bebida Champagne y Cognac. Para los de la realeza todo a su alrededor era simple, algo normal y cotidiano, sin embargo, para los aldeanos quienes pasaban la mayor parte del tiempo llenos de carencias todo era maravilloso, increíble, un sueño hecho realidad.

Mina se encontraba embelesada con todo lo que observaba, si ya de por sí sus cumpleaños eran casi mágicos, este había superado todas las expectativas. Sin siquiera poder enfocar su mirada a otro lado que no fuera su celebración, y dando ligeramente unos cuantos pasos hacia atrás de pronto sintió chocar su cuerpo con el de alguien más
—¡Mucho cuidado princesa! Si no te fijas por dónde caminas podrías tropezar y hacerte daño— mencionó un distinguido caballero mientras delicadamente sujetaba a Mina por la cintura deteniendo su andar.

—¿Quién te crees que eres? ¡No me toques!— mencionaba la vanal chica aún sin girar a observar a quien se había atrevido a hablarle con tanta familiaridad, pero su actitud cambió drásticamente al averiguar la identidad de dicho sujeto.

—¿Que quien soy?— soltó una leve carcajada simpática.

La princesa Mina quedó impresionada cuando al girar su cuerpo observó a un apuesto caballero de pelo largo, blanquecino, hasta la altura de su espalda media, con el fleco hacia la derecha dejando al descubierto parcialmente su frente, de tez bronceada. Portaba una especie de uniforme militar gris con franjas celestes, dejando su saco sin abotonar. A su espalda se observaba una capa de color violeta e interior índigo, decorada con un par de hombreras las cuales tenían incrustadas una gema azul en el centro.

El estado perplejo de Mina fue interrumpido al escuchar esa varonil voz que conplementaba a tan distinguido sujeto —¡Es verdad! Soy un tonto, permítame presentarme, soy el príncipe Kunzite, el gobernante del reino de Crystal— mencionó el joven tomándole la mano y colocando un beso sobre el dorso de esta en señal de saludo. Ante su imponente presencia y su atenta caballerosidad Mina solo pensaba en como sería —Parece ser un hombre tranquilo, tolerante, comprensivo y cariñoso, sin duda un hombre muy interesante, deseo conocerlo más, hablaré con papá para que lo invite a quedarse unos días— aunque no imaginaba que a quien conocería dentro de unas horas sería quien realmente le cambiaría la vida y su manera de ver las cosas.

El guardián de su amorWhere stories live. Discover now