Capítulo 13

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Después de dar un pequeño paseo en compañía de Yaten, Mina volvió a su habitación, aunque no estaba del todo lejos de él. Dada la situación de su nueva encomienda, por órdenes estrictas del rey y del mismo comandante del ejército, se pidió darle al joven la habitación contigua a la de la princesa.

—Bien Mina, fue un gusto platicar contigo, te dejo para que descanses, cualquier cosa que necesites estoy en la habitación de a lado, que no te importe la hora ¿He?

—¿Sabes algo Yaten? Hace mucho que no pasaba un rato tan agradable con nadie, gracias por escucharme— Mina dirigió su mirada una vez más hacia el suelo.

—¡Vamos! ¿Que actitud es esa?— Yaten acercó su mano al rostro de Mina y tiernamente sujetó su barbilla para elevar su rostro poco a poco
—esa no es la valiente princesa que yo conocí ¿Que pasó con la chica que se enfrentó a los suyos para defender a este humilde ladrón? Alguien tan linda como tú nunca debe agachar la mirada ¿Me escuchas? Jamás, por ningún motivo ni por nadie lo vuelvas a hacer— con un pequeño guiño y una ligera sonrisa Yaten terminó su hablar —¡Ánimo! Mañana será otro día, descansa, recuerda, ten siempre la frente en alto— Mina no pudo hacer nada, simplemente Yaten la había dejado impactada. La chica solo observaba fijamente al recién llegado retirarse rumbo a su habitación, mientras elevabs su mano agitandola de un lado para el otro y le regalaba una última frase antes de verlo desaparecer por la puerta de su lugar de descanso —Nos vemos mañana.

Ambos entraron a sus respectivas habitaciones, cada uno se recostó sin poder dormir pues ambos tenían una sensación extraña dentro de su pechos que hacían latir sus corazones y tener una especie de simpático hormigueo en sus estómagos.

—¿Que rayos fue eso? ¿Por qué lo hice? Debí haberme escuchado muy ridículo diciendo tanta tontería. Seguramente pensará que soy un cursi, un completo tonto y un atrevido. Pero... ¿Que me pasa? ¿Por qué no puedo sacarmela de la mente? No lo sé, lo único cierto es que hay una cláusula en mi contrato que me prohíbe verla de otra manera, además ¿Que podría ofrecerle yo? Guardia personal o no solo soy un sirviente más en su vida— Yaten tenia un sin fin de sentimientos encontrados.

—No lo entiendo ¿Que me sucede? ¿Por qué su presencia inunda mi pensamiento? Su compañía es en extremo agradable, a pesar de todo lo que ha sufrido le tiene un gran amor a la vida, su nobleza y su corazón son tan puros. Sin duda tengo mucho que aprender de él, aunque solo debo verlo como lo que es, un soldado a mi servicio. La vida me ha puesto a prueba, un buen líder se sacrifica por el bienestar de los que lo rodean, debo evitar tener algún sentimiento por Yaten, primero está mi obligación y la promesa que le hice al pueblo— después de meditar su situación Mina también cayó rendida ante el sueño.

Después de una muy larga noche, la princesa había tomado una desición, la tranquilidad de la velada le había dado el tiempo suficiente para analizar la situación, estaba decidida a gobernar para reparar el daño que se había hecho en su reino, aunque eso significara casarse con alguien que no amaba. Mina estaba completamente segura de que era la mejor solución, así que ahora seguiría el consejo de su padre e intentaría convivir y conocer un poco más a ese hombre con el que debía desposarse lo más pronto posible, por fortuna, un llamado a su puerta le ayudó a dar el primer paso rumbo a su nuevo destino.

—¿Kunzite? ¿Que haces aquí?

—Princesa Mina, discúlpame, sé que es muy atrevido de mi parte, pero me gustaría que pasáramos el día juntos, después de todo me hiciste una invitación para conocernos y no lo hemos podido hacer.

Mina aceptó la propuesta sin siquiera pensarlo, aunque para desagrado del príncipe no estarían solos.

—Pues bien, vámonos— habló Yaten al salir de su habitación y escuchar el plan de Kunzite.

—¿A dónde crees que vas?— cuestionaba Kunzite disimulando un poco su molestia.

—Soy el guardián personal de Mina, tengo la orden de no dejarla sola ni un instante.

—¿Mina? ¿Cómo te atreves a dirigirte a ella con esa familiaridad? Eres un igualado, esto lo sabrá el rey y...— sus palabras fueron interrumpidas por la joven princesa.

—No te preocupes Kunzite, Yaten y yo somos amigos, yo le permití que me hablara con esa confianza, y tiene razón, le ordenaron cuidar de mi en todo momento, así que nos acompañará.

—Pues ahora yo le ordeno que se quede aquí y nos deje estar solos— por más que Kunzite trataba de aparentar tranquilidad era cierto que no podía contener su irá, y ese sentimiento no pasó desapercibido por Yaten.

—Lo siento, pero mi orden viene del rey, el único que puede dar órdenes en todo el reino, así que los acompañaré, no se diga más ¿A dónde iremos?— Yaten sabía que su presencia molestaba de sobremanera a Kunzite, y no iba a dejar pasar la oportunidad de molestarlo aunque fuera un poco con su compañía, además había algo en ese arrogante príncipe que no terminaba de gustarle y no iba a dejarlo solo con esa princesa que tanto le agradaba.

Los días transcurrieron poco a poco, Kunzite y Mina convivian diariamente, compartían sus horarios de alimentos, paseaban juntos por los inmensos jardines, salían a caballo por las tardes e incluso en algunas ocasiones observaban el firmamento nocturno adornado por el brillo de las estrellas.

En su calidad de guardián Yaten no hacia otra cosa más que observar, si bien no podía acercarse del todo a ellos, siempre los acompañaba y observaba sus acciones desde una distancia considerable, aunque sin tener conciencia del por qué, la cercanía de Mina con Kunzite le molestaba un poco, no sabía si por que ese hombre no era de su completo agrado o por qué muy dentro de él, aunque le costara aceptarlo había algo más.

Dos semanas habían pasado desde que los príncipes habían empezado a tratarse más a fondo, Kunzite se esforzaba por mantener una actitud amable para con Mina y para ese joven que no se le separaba por ninguna razón, aunque en su interior la presencia de Yaten le molestaba, sabía que si quería cumplir su propósito real debía mantener su faceta de hombre bueno ante todos. Esta noche su plan daría frutos, el trabajo de varios días estaba por cumplir su objetivo principal, casarse con Mina y así poder tener el control total del reino.

Al oscurecer, una gran cena se había preparado, presentes en ella se encontraban Artemis, Kunzite, Mina, Yaten y una misteriosa mujer que nadie más que el rey y el príncipe conocían, pero pronto sería presentada.

—Quiero agradecerles a todos los que me permitieron realizar esta pequeña reunión, para los que no la conocen, ella es mi madre, la reina Beryl, la mujer que gobierna el reino de Crystal, me tomé la libertad de invitarla ya que quería que estuviera presente en el que quizá será el día más importante de mi vida. Aquí, frente a nuestros padres y por supuesto tu estimado guardián quiero hacer una pregunta— en ese momento Kunzite se arrodilló ante Mina mostrando sobre sus manos una preciosa joya —este anillo está hecho con los diamantes más costosos que mi reino produce, elegí solo los mejores para ti. Princesa Mina ¿Quisieras compartir tu vida con migo? ¿Me harías el honor de ser mi esposa?

El guardián de su amorWhere stories live. Discover now