Capítulo 14

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Ante la sorpresiva petición de Kunzite, Mina quedó totalmente petrificada, si bien era cierto que necesitaba un esposo y lo había considerado a él para ese propósito las cosas habían cambiado con el transcurso de los días.

Con la convivencia diaria el príncipe le había demostrado a Mina ser un hombre amable, detallista y paciente y eso para ella era agradable, pero al mismo tiempo, la cercanía de Yaten le había afectado en cierta forma.

Cuando estaba en compañía de Kunzite tenía que seguir todos los protocolos y modales que su condición de princesa le exigían, siempre seria, perfecta, tímida, inocente, callada y amable, todo era tan mecánico y tan monótono, en cambio con su guardián podía ser quién realmente era, una chica alegre, divertida, bromista, extrovertida, tenía la libertad total de actuar como su corazón se lo dictara sin ser cuestionada ni juzgada, y por supuesto, Yaten correspondía a sus juegos y a la diversión que ella le ofrecía.

Mientras Kunzite la criticaba por su cercanía con el pueblo, Yaten la apoya a en cada desición que tomaba, la acompañaba a sus constantes visitas a la aldea; si en algún momento el príncipe criticaba algo en su atuendo diario, Yaten le recordaba lo hermosa que era, así, a cada acción con la que Kunzite trataba de demostrar su poder y autoridad de una manera muy sutil, Yaten le brindaba palabras de apoyo y seguridad que comenzaron a crear en Mina un vínculo afectivo hacia él.

Espectando a su hija inmóvil, Artemis habló para hacerla reaccionar —Mina ¿No vas a responder nada? Kunzite y su madre están ansiosos de tu respuesta, anda, habla No dejarás a nuestros invitados con la duda ¿O si?

Mina estaba entre la espada y la pared, por un lado, estaba lo que le dictaba su corazón, y este le decía que Kunzite no era la mejor opción, pero por otra parte se encontraba su razón, y esta le decía que era lo correcto, necesitaba a ese hombre para unificar sus reinos y velar por el bienestar de los suyos. Así, analizando rápidamente sus posibilidades se levantó con esa firmeza que la caracterizaba y por fin habló —Kunzite, acepto tu propuesta, seré tu esposa— en ese momento, el príncipe tomó la mano de su ahora prometida y le colocó sobre su dedo anular el anillo que había elegido para ella.

—¡Felicidades hija! No tienes idea de la alegría que le has causado a esta vieja, será un enorme placer que seas parte de nuestra pequeña familia— en la forma de hablar de Beryl había un tono un tanto extraño que no pasó desapercibido por Yaten quien desconfiando de ella solo la observaba fijamente.

—Debemos organizar todo lo más pronto posible, una ceremonia con muchos invitados, todas nuestras amistades presentes, entre más rápido tomen el control será mejor— hablaba Beryl, una mujer que poseía una larga cabellera pelirroja terminada en extensiones onduladas, unos ojos con un extraño tono anaranjado opaco que, en lugar de blanco, tenían un fondo amarillo pálido, coloreaba sus párpados con un cálido color marrón cacao y resaltaba sus labios en un tono púrpura oscuro, su piel era un tanto pálida, las uñas de sus manos eran extremadamente largas. Vestía un velo de color violeta azulado con bordes negros, escotado y hombreras puntiagudas. Por sobre su vientre tenía un largo collar de diamantes que le cubría por completo, una pulsera en su mano izquierda, un brazalete en su brazo derecho con una joya en el centro y una tiara en forma de V adornada con una turquesa por sobre su frente así como otro par de estas joyas que usaba como aretes.

Si ya de por sí su apariencia física daba mucho que pensar, con cada palabra que emanaba de su boca solo ganaba más el recelo de Yaten, había algo en ella y su hijo que no terminaba de agradarle al guardián, aunque nadie más parecía darse cuenta.

—Discúlpenme, no me siento bien, si es su deseo organicen todo, elijan la fecha, el banquete, los invitados, en fin, todo. Me voy a mi habitación— hablaba Mina mientras con un semblante pensativo salía del lugar.

—¡Espera! ¿Tu a dónde vas?— preguntaba Kunzite dirigiéndose a Yaten quien se disponía a salir detrás de Mina.

—¿A dónde crees que voy? Por supuesto, con ella, es mi trabajo ¿Acaso no lo recuerdas?— respondía el guardián con un tono de molestia. Ante la acción de Yaten, Kunzite solo pudo golpear fuertemente la mesa con sus puños para liberar un poco su coraje.

—Déjalo hijo— hablaba Beryl sonriendo maliciosamente —cuando seamos dueños de lo que nos interesa podrás acabar con él, ten paciencia, muy pronto tendremos lo que buscamos, extenderemos nuestro reino y uno más desaparecerá del mapa, después de todo tenemos al aliado perfecto para que eso suceda ¿No es así Artemis?

El guardián de su amorWhere stories live. Discover now