CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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Se calla.

Se calla y eso me estresa.

"Haberlo conocido a él.."

¿¡A quién!?

¿¡Por qué todo el mundo menciona a un tan él!?

¿¡Quién es él!?

—¿A quién...? —digo, animándolo a seguir.

—Es una tontería —niega con su cabeza lentamente—. Vete a dormir, Carla, yo haré lo mismo.

—Pero... —sigo insistiendo, queriendo saber más, queriendo preguntar más, pero mi padre cambia totalmente su temperamento, lo que hace que su pose seria y su fuerte tono de voz no me dejen hacerlo.

—¡Estoy cansado!, ¿¡Sí!? —exclama, haciéndome dar un sobresalto—. Subiré a mi habitación, tomaré una siesta y tú harás lo mismo, ¿Claro?

Bajo mi cabeza y me esfuerzo por asentir con esta. Él pasa por mi lado para poder caminar por el pasillo, y subir por las escaleras.

Me quedo sola en la sala y pienso en su comportamiento. Mi padre ya me ha alzado la voz, pero no tanto como lo hizo hoy, y también me ha castigado, lo cual, a decir verdad, me afecta. Fue un comportamiento que para nada es común en él.

No entiendo por qué renunció, y tampoco entiendo por qué no me quiere hablar del tema.

Es muy complejo todo lo que pasa, desde la dichosa cena todo se ha extraviado, todo es más complicado, más... Raro.

Tantas cosas que no sé y quiero saber. Mi padre tiene algo oculto debajo de la manga, no sé qué es, pero lo presiento, y quiero descubrirlo.

Atónita, me encamino a las escaleras para regresar a mi habitación. Entro y veo que Lara se volvió a quedar dormida, lo cual es entendible, ya que, son alrededor de las tres de la madrugada. Sin nada más que hacer, hago lo mismo que ella, me acuesto a su lado, cierro mis ojos y trato de conciliar el sueño.

*

—¿Segura que estás bien? —pregunta Lara, algo preocupada mientras nos arreglamos para salir—. Ayer estabas algo extraña y pasaste muy mala noche. Sabes que no tienes que venir conmigo.

Me termino de poner mi camisa y me doy vuelta para darle una de mis mejores sonrisas, aunque me cueste un poco sacarla a relucir.

—Claro que estoy bien —me aproximo a ella, que se encuentra sentada en mi cama, terminándose de atar los zapatos —. Y claro que iré.

Se levanta cuando termina y se pone de pie frente a mí. Lara sujetó su cabello rubio en una coleta alta, que le da elegancia y contrasta con el verde de sus brillantes y animados ojos.

—¿Estás segura? —posiciona sus manos en mis hombros—. No quiero quedar como la mala que te hace salir de casa cuando no tienes ganas ni de levantarte de la cama.

Y es verdad, no quería levantarme, no quería moverme y quería olvidar todas mis obligaciones, pero pensé en que hacer eso solo me apagaría y nunca avanzaría.

Cuando tenemos miedo de la oscuridad, siempre buscamos la luz para poder encontrar el lugar en el que podamos escapar, y eso es lo que hago ahora, no puedo quedarme a pensar en ese grosero asesor que me atendió aquel día, no me puedo quedar a pensar en la pulsera perdida, en el desempleo de papá y tampoco me puedo quedar a pensar en las pesadillas que volvieron para atormentarme. Lo mejor es buscar la luz, y esa luz es ir con Lara al centro comercial por nuestros vestidos para la boda de su madre.

—Más que segura —confirmo, decidida—. Necesito salir y tu mamá necesita unas damas de honor con hermosos vestidos, así que sí, estoy muy segura.

No Soy Esa ChicaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang