Capitulo XLVII

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5 años atrás.

El anterior dueño de la casa le había advertido que era una planta salvaje y le indicó que debía podarla seguido. Pero a Loreley le encantaba el jazmín del aire así que decidió dejarla crecer a su antojo. Sabía que lo cubriría en unos meses, pero colgar el cartelito de metal grabado en la puerta se le antojó como un ritual de iniciación.

"Creative Ideas"

- Queda bien – opinó Eriond detrás de ella apoyado en el auto.

Loreley se volteó emocionada, su flequillo se alborotó con el viento. Dio unos saltitos de emoción abriendo los brazos. Eriond comenzó a reir, era ridículo pero le resultaba encantadora la frescura de esa jovencita. Y lo irritaba. Todo al mismo tiempo.

- Estoy feliz, ya está todo listo! – vitoreó ella.

- Aún nos falta conseguir clientes – le advirtió él.

- Si lo sé, igual soy feliz.

El teléfono de Eriond sonó en su bolsillo. La llamada que esperada, la cereza del pastel.

- Tenemos a Takeda – canturreó luego de colgar.

Loreley se lanzó a sus brazos en un arranque de efusiva alegría. Pasó sus manos por su espalda y apretó su mejilla contra su pecho. Lo tomó completamente por sorpresa, se quedó petrificado.

- Gracias Eriond, gracias por apostar así a este proyecto.

Él levantó una mano para apartarla, odiaba los abrazos.

Odiaba los abrazos?

Se sintió aturdido. Ella se apartó sin notar que había abrazado a algo parecido a una columna de cemento.

- No cantes victoria todavía Lore, todavía tenemos que convencerlo.

- Eso déjamelo a mi – respondió ella guiñándole un ojo.

Takeda Higurashi era un reconocido mangaka en Japón y gran parte del sudoeste asiático. Escribía comics llenos de sangre y misterio. Una verdadera joya oriental. Estaba de paso por Buenos Aires para promocionar su última obra en una reconocida convención otaku.

"El río escarlata" seguía las aventuras sobrenaturales de un investigador en una Londres de principios de siglo. Era algo así como una versión de Holmes en formato historieta. Y un absoluto éxito entre los lectores.

Eriond había logrado fijar una entrevista con el escritor para esa misma tarde. Se había filtrado nueva información desde oriente: sus editores le habían pedido una secuela y éste se negaba a escribirla.

- Tenemos que pasar a buscar a Ana por mi casa – le indicó Loreley subiendo al auto.

Ana había sido una de las primeras creaciones de Loreley y estaba entusiasmada con su nuevo trabajo.

- Podemos conseguir intérpretes... - señaló Eriond.

- Cuando la creé hice que sepa hablar varios idiomas, ella es la persona correcta para ayudarnos.

- Como quieras – murmuró él.

- Por que sos tan desconfiado?

- No soy desconfiado soy precavido.

- Que mal puede hacer que ella nos traduzca la reunión?

- Ninguno...

- Y entonces?

La Lágrima DoradaWhere stories live. Discover now