Capítulo 37

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Abro los ojos y trato de acostumbrarme a la oscuridad, no sé qué hora es, lo único que se es que me costó mucho conciliar el sueño.

Además tengo hambre, y eso no me deja dormir.

Me levanto del colchón y camino donde está el tarro pero se me hace difícil por la oscuridad, camino a tropezones y cuando lo encuentro me siento en este y hago mis necesidades.

Me duele el labio como el infierno, esa puta me las va a pagar. Va a pagar el hacerme de esto más difícil de lo que es.

No ha pasado ni dos semanas y ya tengo enemigas, ya estoy toda estresada y aún no pasa de la primera semana.

Siento que los días pasan sumamente lentos y no es lindo el reconocimiento que tengo aquí dentro.

Suspiró y vuelvo al colchón, me tapó con las mantas que gracias a Dios son lo suficientemente gruesas como para no pasar frío.

Sacó mi chaqueta quedando en musculosa blanca y la acomodo en mis pies.

Estoy sucia, mi cabello aún tiene arena de la caída de ayer, mi ropa también está sucia y me siento pegajosa, necesito un baño.

Suspiros y trato de no pensar y no enfocarme en el sonido de mi respiración, eso hace que la claustrofobia vuelva y no me apetece sentirme asfixiada, suficiente con lo que ya pase, me sentí totalmente asfixiada cuando entre aquí que no pude evitar soltar un par de lagrimas, me sentía encerrada dentro de un agujero.

Sólo quiero salir de aquí.

Lo único bueno de esto es que voy a poder descansar todo el día, algo que no he logrado hacer desde que llegué aquí, el trabajo es pesado y te quita horas de sueño.

Cierro los ojos intentando dormir pero mi panza hace ruido y significa que tengo hambre.

Es como si tuviera un agujero en la panza que necesita ser llenado con comida.

No sé en qué momento logró dormir cuando siento ruido proveniente de la puerta de metal. Alguien la está abriendo. Me destapó incorporándome un poco y cierro los ojos cuando la puerta se abre y la luz entra por esta.

-Madison- su voz ronca dice mi nombre de manera profunda y abro los ojos para divisar al coronel parado frente a mí con algo en manos.

¿Es una bandeja?

- Que hiciste para pasar la noche aquí- habla entrando lentamente -En esta asquerosidad, y más con el frío de anoche- habla y deja una charola con un desayuno en el piso y se sienta a mi lado en el colchón.

Lo miro y me encojo de hombros, no pretendo responderle.

-¿No me dirás?- pregunta pero no emito palabra alguna. -Sabes que me enterare de todas maneras-

¿Entonces para que pregunta?

-Come, debes estar hambrienta- habla y sigo sin hacer nada.

Sólo miro al frente, quiero que se vaya de aquí no quiero verlo.

El suspira y recuesta su cabeza en la pared.

-¿Cómo has estado?- pregunta y lo miró.

-Debería irse coronel, no vaya a ser que alguien lo encuentre con su amante- digo y le sonrío forzosamente y el frunce el ceño.

-¿De qué hablas?- pregunta y niego.

No tiene caso decirle, no tiene caso seguir hablando con él.

Dije que quería luchar por el pero no puedo, sería egoísta al separar una familia y me hace daño.

Me hace daño que me mire de esa forma, me lastima el que esté pendiente de mí.

Caricias Fingidas © [#1]✔️Where stories live. Discover now