Nosotros No Somos Nada

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Maratón 2/7

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—¿Porque no subes y dejas de caminar? —Le dijo el conductor desde la ventanilla del copiloto.

¿Se había tomado la molestia de venir a buscarla para llevarla a su casa?

—¿Cómo sabias que estaba acá, Ruggero? —Le preguntó deteniendo su paso.

—No fue difícil seguirte. —Respondió Ruggero bajándose del auto.

—Pensé que no ibas a salir de tu habitación hasta mañana.

—¿Por qué? —Preguntó el mientras su ceño se fruncia levemente.

—Estabas muy enojado cuando llegaste a la casa.

-Ah... eso —Articuló cuando estuve frente a Karol. —Solo pase un mal rato.

—Madison te beso desprevenido. —Afirmó la joven mientras se cruzaba de brazos.

—¿Cómo lo sabes? —Preguntó él realmente sorprendido.

—Ella me lo dijo —Ruggero no dijo nada, solo guardo silencio —¿Me llevarías a mi casa, por favor? —Le pidió para poder cambiar de tema, era bastante incómodo.

—A eso vine —Tomó las maletas de Karol y las colocó en la maletera de su auto, luego volvió y le abrió la puerta del copiloto a Karol para que pudiese entrar a su auto.

—¿Estás enojada? —Le pregunto Ruggero a Karol, en cuanto los dos estuvieron dentro del auto.

—¿Por qué debería de estarlo?

—No lo sé. —Pusó en marcha el auto —Perdón por ignorarte cuando llegue a la casa.

—No importa de todos modos ya estoy acostumbrada a tu indiferencia. —Eso lo había dicho sin pensar... Estaba siendo demasiado dura con él.

Después de esas palabras se instaló un silencio profundo en el auto.

—Siento mucho lo que dije. —Susurró ella.

—No lo sientas, tienes razón.

—No, no la tengo. Además cambiaste y no mereces que yo te trate así.

—Merezco todo tu desprecio.

—¡Ruggero por favor! —dijo en tono de suplica —No quiero discutir por eso.

—Ni yo. —apoyó él mientras la miraba por un momento.

El camino a la casa de Karol fue demasiado corto para el gusto de ambos, después arreglaron las cosas y se dedicaron a hablar todo el camino.

Ruggero estaciono el auto a las afueras de la casa de Karol.

—¿Acá es? —Preguntó Ruggero cerciorándose de que no se haya equivocado de dirección.

—Si acá es. —Respondió ella mirando por la ventana, se deshizo del cinturón de seguridad. —Puedes abrir el maletero?

—Karol. —dijo Ruggero en un suspiro. —Sé que estás enojada.

—No Ruggero, no tendría por que estarlo. Nosotros no somos nada, si piensas que me molesto lo que pasó con Madison, pues te equivocas porque enserio no lo estoy. —Tomó una gran bocada de aire para después dejarla salir en forma de suspiro. —Tu eres libre y además ella es muy linda, tienen las mismas clases sociales.

—¿Vos piensas que me interesa eso?

—Tal vez a ti no, pero a tu familia si.

—¿Y tu piensas que si me enamoro de la persona más pobre del planeta, crees que me importaría la opinión de mis padres? —Ruggero clavó su mirada fijamente en ella —¿Tu crees que los dejaría opinar sobre mis sentimientos?

—Conociéndote, lo dudo.

—Puede ser que Madison sea bonita así como tu dices, pero no me gusta, no es lo que busco en una mujer.

—¿Y que es lo que buscas en ellas? —preguntó curiosa.

—Que sea fiel. —Suspiró —Que sepa escucharme, que sufra y ría conmigo, que confie plenamente en mi. que me ame de verdad, que sus sentimientos sean puros, tiernos. —Relamió sus labios —Que sepa besar bien... okey, me estoy yendo a otro plano —Karol y Ruggero rieron juntos —¿Y el tuyo Karol, como sería tu hombre perfecto?

—Bueno... primero que todo tiene que amarme sinceramente. Respetarme, ser fiel, que me entienda, que me quiera y me acepte tal y como soy. —La joven bajó su mirada. —Claramente ese hombre perfecto no existe.

—A lo mejor no has buscado realmente bien. —Le dijo Ruggero sacando la llave del auto.

—A lo mejor. —Mordió su labio —¿Me podrías ayudar a bajar mis maletas, por favor?

—Esta bien.

Después de decir aquello, salió del auto, Karol tampoco lo pensó y se bajó también.

—¡Gracias por traerme!
—De nada. Entonces nos vemos mañana. —Karol asintió con un movimiento de cabeza. —Entonces adiós.

De improviso, Ruggero se inclinó y besó cortamente los labios de ella, tomándola desprevenida.

—Cuídate.

—Tu también.—sonrió, y lo vio marcharse del lugar haciendo resonar las llantas de su auto.

Su corazón palpitaba a 100 kilómetros por hora ¿él la había dejado así?

Sonrió para ella misma y se dispuso a tomar sus maletas y ahora entrar a su querida y extrañada casa.

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Uyyy eso está bueno. Qué les pareció el segundo capítulo. No les tomo mucho tiempo y los dejo leer en continuación.

No olviden votar y comentar.😉

Solo una empleadaOnde histórias criam vida. Descubra agora