Los Dos Chicos

909 52 10
                                    

                                                             │43│


Pasó mucho tiempo, en el cual llevaba sentada en el auto, él estaba tardando mucho.

Se estaba ahogando en ese auto por lo que optó por salir un rato de él para poder tomar aire fresco. Apoyó su espalda y su peso en la puerta del auto cruzando sus brazos, un leve suspiró salió de sus labios cuando un auto rojo, llantas brillantes y buen cuidado se estaciono al lado del auto de Ruggero.

De aquel auto salieron dos chicos, uno de músculos grandes, tatuajes en ellos, cabello negro y ojos cafés oscuros; el otro rubio, mediana altura, bien peinado. Giró su rostro a otro sitio para no verlos a ellos, no quería que la calificarán de mirona.

—¡Hey hermosa! —llamó el pelinegro. —¿por qué tan solita?

Ella frunció el ceño, pero no los miro, no quería hacerlo; eran esos típicos inútiles que piropean a cualquiera que pasaba por su lado.

—¿Estas sordita, mi amor? —habló nuevamente el pelinegro, ahora acercándose a ella. —¿No queres una compañía? —miró a su amigo, el rubio. —Una compañía doble. —Se rieron.

—Andate a la mierda —dijo ella, se dió vuelta para abrir la puerta del auto y entrar en él nuevamente, pero este acto fue negado, uno de ellos cerró la puerta con brusquedad.

—No trates de escapar princesa. —le dijo al oído, el rubio.

—¡Déjenme tranquila! —pidió ella nerviosa, atemorizada.

—Solo queremos acompañarte... —dijo el pelinegro. —Además, estarías muy bien acompañada.

—Ella ya tiene compañía. —le dijo Ruggero llegando al lugar. —Así que, váyanse y dejenla en paz. - los fulmino con la mirada.

-Solo queríamos divertirnos un rato hermano. -habló el rubio.

Ruggero se acercó peligrosamente al pelinegro, llegando justo frente a frente, lo miro, su mirada representaba rabia.

-Anda a pedirle diversion a tu vieja. -le escupió esas palabras.

El pelinegro tenso la mandíbula, y apretó firmemente y con mucha fuerza sus puños, Karol temió lo peor, por lo que optó por entrometerse, los separo metiéndose en medio, haciendo retroceder a Ruggero, con su delicadas y delgadas manos en el pecho de él.

-Ya tenemos que irnos. - añadió ella, mirando a Ruggero. -No vale la pena, enserio... tranquilízate. - lo último lo susurró cerca de sus oídos.

El miró a los dos hombres, les tiro una fría mirada, tomo a Karol de la cintura, le abrió la puerta del copiloto, y no se separó de ella, hasta que ella estuvo completamente sentada y con su cinturón de seguridad puesto. Él, la estaba protegiendo y eso hizo que ella sintiera muchas cosas en su estómago, tenía un panal de mariposas.

Él le dio la vuelta al auto, ignorando completamente a los dos hombres, que estaban inmóviles viendo la escena.

Llegó a su lado, sentándose en el lado del piloto, prendió marcha al auto y bruscamente retrocedió y con velocidad salieron del estacionamiento.

—Deberías de disminuir la velocidad, quiero llegar viva a casa. —se quejó ella.

—Vas a llegar viva. —le dijo él. Su tono era frío nuevamente ¿Por qué tenía que ser tan cambiante? —No tenias que salir del auto. —criticó él , ¿Ese era su problema no?

—Me estaba ahogando aca. —se quejó ella. —Tampoco quería morir asfixiada.

—Fuiste muy estúpida en salir. —Esto era el colmo ¿no?.

Solo una empleadaWhere stories live. Discover now