13. ¿Te quedas a dormir?

Start from the beginning
                                    

—Nicho...

—Me gustas —declaró, recargando su frente en la mía—. Mucho, Alice.

Mi pobre corazón, que aún no se había recuperado de los acontecimientos anteriores, comenzó a martillar con fuerza mi pecho y las molestas mariposas comenzaron a revolotear en mi estómago.

Me iba a desmayar.

—Viviremos en la misma casa por mucho tiempo más, Nicholas.

—¿Está mal que la idea me haga sentir como un idiota con suerte?

Contuve la sonrisa que quiso asomarse en mis labios.

—Si algo malo llegara a pasar entre nosotros...

—Lo sé, preciosa, lo tengo claro —intervino, acariciando mi mejilla con sus dedos—. Pero eso solo me hace reflexionar en por qué se supone que detendríamos lo que pasa entre nosotros en el presente, pensando en las posibilidades de un futuro incierto.

¿Resultado de la caricia, más las palabras que acababa de soltar? Una Alice que no tenía idea de qué replicar.

—Se supone que estaba molesta contigo.

—¿Ya no lo estás? —sonrió, feliz.

—Uhm... puede que no.

—¿Puede? ¿Me arriesgué a recibir una bofetada para solo obtener un «puede»? —se hizo el ofendido. Me reí.

—Estamos bien, exagerado, solo bromeaba.

Él entrecerró los ojos.

—Eres mala.

Mis labios se curvaron en una sonrisa.

—Soy buena.

—Eres mala, pero besas como un jodido ángel.

Ladeé la cabeza, rozando mi nariz con la suya.

—¿Eso qué significa?

La risa ronca que brotó de sus labios me aturdió por un instante.

—Que quiero besarte otra vez, pero sé cuan riesgoso puede ser eso en este momento.

Mis rodillas se aflojaron. Él iba a acabar conmigo, a este punto no me quedaban dudas.

—¿Te quedas a dormir? Hoy hace mucho frío, tal vez... —trató de justificarse, pero mi risa lo interrumpió.

—No el suficiente para querer hacerlo.

Ignoré a la vocecita en mi cabeza diciendo que era una mentirosa. Nicholas se encogió de hombros, sonriendo de lado.

—Tenía que intentarlo.

Yo negué, aún riendo y él también lo hizo. Luego sus manos dejaron de sostener mi rostro y cintura, para tomar mis manos y llevarme con él mientras retrocedía varios pasos.

Lo miré, desconfiada, hasta que vislumbré como volvió a sentarse en el borde de su enorme cama y devolvía el algodón que había removido de mi mano momentos atrás.

—Continúa, preciosa.

Fruncí el ceño, siendo qué él ya había descubierto que había terminado y agregó que no regresaría a la cama a menos que hiciéramos... otras cosas, pero cuando vi en sus ojos la latente picardía de siempre, me di cuenta: sin necesitar palabras, entendió que no estaba lista para algo más y utilizaba esto como excusa para continuara más tiempo junto a él en su dormitorio.

(...)

19 de noviembre, 2018.

—Y entonces... Nick te besó.

Un giro inesperadoWhere stories live. Discover now