Como cada vez que lo miraba a lo lejos, como toda la acosadora que me consideraba, mi corazón comenzó a latir con demasiada fuerza.

Sin embargo, no fue solo el hecho de tenerlo cerca lo que me sorprendió, sino que fue esa expresión... que era completamente diferente a la que recordaba.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo vi? Posiblemente, con las actividades del club, ya no lo buscaba con más frecuencia.

Él se acercó con pasos decididos a Sengoku y, tomándolo por la corbata, le dio un fuerte cabezazo.

Todos, incluyendo las personas que nos miraban a la distancia, soltaron sonidos de exclamación.

—¿¡Qué haces!? —inquirió Hori, nerviosamente.

—¡Sengoku! —exclamó Remi, tomándolo por la espalda para alejarlo del chico.

—¡La v-v-violencia es inaceptable! —tartamudeó Sakura, con miedo—. ¿Por qué hiciste eso?

Miyamura elevó en su mano un montón de hojas.

—¿Esto es lo que buscan? —preguntó.

—¡Los papeles del presupuesto! —Sakura los tomó—. ¿Por qué los tienes?

—Los encontré en el pasillo ayer. Ayasaki me dijo que los tirara.

—Yo no dije eso... Oh, en ese momento...

Casi me di un golpe en la cabeza.

—Remi...

Remi se dejó caer en el suelo, abrazando sus piernas.

—¡Lo siento!

Me acerqué a ella, ayudándola a levantarse del suelo. Pude escuchar, aunque no los vi, que más personas se acercaban a donde estaban Hori y Miyamura.

—Le debemos una disculpa a Hori —dijo Sakura.

Los tres asentimos al mismo tiempo y, después de que Sengoku la llamara, los cuatro nos inclinamos para pedirle disculpas. Aunque ella decía que no era necesario.

Cuando nos pusimos de pie de nuevo y Sengoku estaba a punto de darse la vuelta, algo no dejaba de molestarme; así que, armándome de valor, dije:

—Un momento —todas las personas que nos rodeaban, dirigieron a mí su vista—. Tú, también le debes una disculpa a Sengoku.

—Y-yum...

—No —interrumpí a Sakura—. Lo agrediste sin razón alguna, cuando pudiste hacérnoslo saber hablando, como toda persona normal.

Sus ojos azules puestos en mí me ponían nerviosa, pero era algo que debía decir.

Tal vez, después de todo, me había enamorado de una persona que realmente no existía y a la que yo le había puesto una personalidad en mi cabeza.

Si era el tipo de persona al que le gusta arreglar las cosas a golpes, definitivamente iba a borrar cualquier sentimiento que tenía por él.

Sin embargo, y contrario a lo que yo esperaba, su expresión dura y seria, se volvió nerviosa. Tal vez, por un momento, fui testigo de un leve sonrojo en sus mejillas.

Se inclinó frente a Sengoku y pidió disculpas, nerviosamente.

Parecía un niño que había intentado esconder su travesura sin mucho éxito.

Después de una corta despedida, nosotros nos fuimos.

—Ah, creí que iba a morir —dije, soltando un suspiro.

—No tenías por qué hacerlo —dijo Sengoku.

—Oh, no me arrepiento en absoluto de haberle dicho que también tenía que disculparse contigo —negué con la cabeza—. Creí que iba a morir al hablarle a toda esa gente que estaba haciendo un alboroto.

Remi rio.

—Es cierto, no te gusta ser el centro de atención.

—¡No me hables tan tranquilamente cuando estoy molesta contigo! —exclamé.

Ella hizo un puchero.

—Ya dije que lo siento.

—Remi, tienes que ser más responsable. Si vuelves a pedir un favor, aunque sea revisa lo que entregas y lo que recibes.

Ella asintió, con la cabeza gacha.

Solté otro profundo suspiro, tratando de calmar a mi corazón.

Era la segunda vez que hablaba con Miyamura y, como la anterior, había sido un desastre.

Bueno, él tal vez ni siquiera recordaba nuestro primer encuentro y, además, no era como si íbamos a volver a hablarnos, así que no debía prestarle demasiada importancia.

Amar en secreto | Izumi Miyamura || Rei Sakuma |Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ