008 | Mantener la esperanza

Magsimula sa umpisa
                                    

No quería ni siquiera pensarlo, me aterraba. No quería pensar en estar aquí, merendando, y no solo tener que escuchar y compartir anécdotas acerca de la abuela, sino del abuelo también...

Quería que fuera eterno.

En ese momento algo se instaló en mi garganta, mis ojos empezaron a picar y al parecer la señora Tasha pudo leer mis pensamientos porque de inmediato me sirvió un segundo pedazo de tarta para calmar mis revueltos pensamientos, silenciosamente le agradecí cuando posó su mano sobre mi hombro.

Nada sería igual sin él aquí.

Tras merendar dos trozos de tarta —que estaban riquísimos —, casi a punto de estallar por lo llena que me encontraba, nos despedimos y caminamos tranquilamente hasta nuestro hogar bajo la luz de la luna. A esa hora los grillitos cantaban sin cesar y sentía el corazón acelerado gracias al nerviosismo que me provocaba hablar con mamá acerca de la posible adopción de aquel bonito cachorro.

También sentía que tenía el corazón danzando sobre un hilo, entre el sí y el no. Sabiendo que era más probable obtener un no como respuesta de su parte, aún así mantenía un poco de esperanza en que su respuesta fuera lo contrario.

A mamá no le gustaban los animales, o nada en realidad.

Es extraña, solía decir el abuelo cuando no estaba presente. A veces parecía que todo le molestaba, incluyéndome, pero aún así decidí mantener la esperanza a pesar de que los nervios me envolvían.

Deseé que estuviera de buen humor, de ser posible.

[...]

Al llegar a casa nada de lo que esperé sucedió.

Cuando nuestros pies tocaron el piso del pórtico la mayoría de las luces se encontraban apagadas, el abuelo pasó la llave como de costumbre para entrar, ya que mi madre siempre la dejaba con llave por seguridad aunque no tuviéramos nada realmente de valor.

Recuerdos eso sí.

Al traspasar el umbral de la entrada nos fijamos que ni siquiera la pequeña y vieja lámpara en la sala estaba encendida, donde usualmente la encontrábamos leyendo o redactando algo hasta tarde para su pesado trabajo, pero la luz de la cocina sí. Lo cual era aún más extraño todavía, no era un lugar donde esperábamos encontrarla jamás, no le gustaba cocinar o siquiera estar ahí. Quien se encargaba de preparar la comida era el abuelo.

Su comida era la mejor.

La luz nos mostró unas siluetas, después logramos escuchar unos leves murmullos y el sonido de unas fuertes pisadas en el frío y gastado suelo de madera de aquella casa, como si estuviera inquieto. Como un perro persiguiendo su cola.

Hubo murmullos y unos cuantos sollozos.

Aunque moría de curiosidad por conocer quién era el invitado sorpresa que teníamos esa noche, el abuelo colocó una mano sobre mi hombro a modo de advertencia y me susurró un cariñoso:

—Zía, sube a tu habitación.

Deteniendome por completo.

Estuve a punto de negarme y replicar, quería quedarme a escuchar un poco más. Saber de quién se trataba. Pero pronto recordé que el día había sido lo suficientemente agotador como para recibir regaños por parte de mamá por querer meterme en las cosas de los adultos.

No necesitaba eso.

Ellos lo resolverían, supuse.

Así que, esa noche no pude contarle a mamá cómo había sido mi día; aunque no había sido el mejor. Mucho menos hacer las galletas especiales del abuelo. O comentarle sobre la adopción del pequeño cachorro que la señora Tasha cuidaba de momento, para que no le aparecieran más canas de las que ya tenía entonces.

Ni siquiera cenamos.

Nada, por un momento me quedé en silencio dentro de mi habitación. Intenté reconocer aquella tercera voz, deseando que no se tratara otra vez de aquellos señores uniformados queriendo quitarnos lo que nos pertenencia, pero no lo logré. Algo en ella me parecía familiar pero a la vez sentía no haberla escuchado jamás.

No me quedó más que ocuparme en sacar las manualidades que había hecho en clases y dedicarme a colgarlas en las lilas paredes de mi habitación hasta que el sueño me venció, lo cual no tardó demasiado.

Me había aferrado a una almohada, como si ahí pudiera almacenar toda la esperanza que en ese momento sentía y me dejé vencer por el cansancio sin más.

Fue fácil dormir esa noche.

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¡Hola, holaaa!

¿Extrañaban a Zía? Porque yo lo hice, también a ustedes): 💕

Lamento no actualizar cada semana, en mi perfil de Facebook y tablero (acá en Wattpad) expliqué los motivos, pero si no están informados: no lo había hecho porque no me sentía bien para editar el capítulo, a pesar de que ya estuviera listo... Ya me siento mejor, pero tengo otro problemita): mi pc murió y para quienes no saben aunque normalmente escribo desde el celular; me gusta editar los capítulos en la pc antes de publicarlos por cuestiones de comodidad y respaldo.

Ahora también mi celular está teniendo una mala racha, se pega mucho por lo que me frustro a la hora de escribir y corregir; se me hace realmente molesto y me desmotiva un montón):

Espero lo entiendan, así como también espero poder solucionarlo pronto, pero mientras no crean que me olvidé de ustedes, intentaré traerles capítulos cada vez que pueda. Esta no es una historia que merezca ser guardada en un cajón, ¿o sí?

Por cierto, ¡quería agradecerles por los 4K! Pero sobretodo por la paciencia y el apoyo. 💕

Los quiero, prometo que nos leeremos más seguido en cuanto resuelva todo esto.

Quisiera pedirte perdón  | PAUSADATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon