11. Siempre serás mi Lissie

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Sus cejas se alzaron con perplejidad. Negó con la cabeza, deslizando varios dedos por su cabello húmedo.

—No lo entiendo.

Con la ayuda de dos pasos, volví a acortar la distancia entre nosotros. No podía descifrar la expresión de Nicholas; era una mezcla de confusión, sospecha y asombro. Respiré lento, solo necesitaba un minuto de valentía, solo uno.

—¿Qué es lo que no entiendes? —Ladeé la cabeza—. Porque es sencillo de interpretar, Nicholas. No tienes que disculparte por casi besar a alguien que quería que la besaras. Y lo único que quiero que prometas es que sucederá de nuevo, pero sin interrupciones.

Mi corazón latía tan fuerte, que no supe cuál estuvo más sorprendido; él por lo que acababa de escuchar o yo porque me atreví a decirlo. Aun así, su mirada denotaba desconfianza.

—Soy un hombre de actos, Alice. No sé si creerte cuando tus palabras me dicen todo lo contrario a lo que tus acciones demostraron. ¿Tienes una idea de las veces que me dije estúpido por hacer que te alejes, creyendo que te asusté y que estábamos en diferentes páginas?

—Yo... L-Lo siento, quisiera haber actuado diferente, pero esto —nos señalé a ambos—. Me asusta mucho, y-y cuando algo me asusta, suelo irme por el camino más fácil: evadirlo. No estoy mintiendo.

Me miró por unos largos segundos, pareciendo meditar mis palabras. Yo comenzaba a inquietarme por su silencio. Luego, oponiéndose a todo pronóstico por su respuesta anterior, sonrió. El verdaderamente sonrío mientras se acercaba de nuevo a mí.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, sus manos fueron a parar a mis caderas e inclinando un poco su rostro por la diferencia de altura, rozó su nariz con la mía en un gesto que me pareció de lo más tierno. Casi se me escapó un vergonzoso suspiro.

—Te contaré un secreto. —Me limité a asentir, incapaz de hablar en ese momento—. Por más que me lo propusiera, no habría podido cumplir esa promesa. —Depositó un suave y casto beso en la comisura mis labios—. Ahora, me gustaría terminar lo de ayer, pero preferiría no tener un público entrometido que nos esté observando descaradamente en este momento.

El revoltijo de nervios que me provocaron sus primeras palabras se vieron interrumpidos por las últimas. Arrugué la frente, viendo al borde la piscina.

Jared y James se apresuraron a mirar diferentes direcciones mientras silbaban y Hazel escondió un móvil en su espalda, como si hubiera estado a punto de grabarnos o fotografiarnos.

Reí, volviendo a posar mi mirada en él.

—Tienes unos amigos peculiares.

—Son especiales, pero me obligan a quererlos así —esbozó una sonrisa divertida—. Pareces un cachorro mojado, estás temblando —acortó la poca distancia entre ambos, envolviéndome con sus brazos. Apoyé mi cabeza en su hombro—. Salgamos, odiaría que te resfríes por culpa de esos idiotas.

A pesar de que lo último que deseaba era salir de esa piscina si eso significaba alejarme de él, asentí.

No era experta en ligar, coquetear o flirtear, no era experta en relaciones en general, así que no tenía idea de la posición en la que nos dejó lo que dije, pero evadirlo, por ahora, ya no era una opción.

(...)

18 de noviembre, 2018.

Cuando me adentré al local, me detuve un segundo a observarlo.

Era un restaurante muy bonito. La madera desgastada le daba un toque vintage y las imágenes de clientes riendo y comiendo pizza en las paredes le daba un aire familiar. Por la gran cantidad de personas, tuve que esforzarme un poco para encontrar a Lucas.

Un giro inesperadoWhere stories live. Discover now