Un lugar llamado Arcadia

570 45 21
                                    


ᴋʀᴇʟ

No tuvimos tiempo de llorar la muerte de nuestros padres, no tuvimos tiempo de sanar nuestras heridas, algunas más profundas que otras. Solo tuvimos tiempo suficiente para meter nuestros objetos personales en una maleta, y subir a un auto. Todo sucedió muy rápido, como si se tratara de un parpadeo.

— Trescientos o cuatrocientos milisegundos.— Hablé al aire mientras veía por la ventanilla del auto como el paisaje se iba deformando por la velocidad a la que íbamos.

— ¿Que? — Aja, mi hermana, me miró, seguramente preguntándose si le estaba hablando a ella.

— Un parpadeo se produce en trescientos o cuatrocientos milisegundos.— Respondí sin apartar la vista del paisaje.

Los reyes de Cantalupia habían muerto, y como príncipes herederos al trono, mi hermana y yo nos vimos obligados a dejar nuestro hogar. Teniendo que ocultarnos para que no vinieran por nosotros. Ahora nos encontrábamos camino a un lugar llamado Arcadia, junto con Zadra y Varvatos, nuestros guardaespaldas.
Allí nos estaban esperando unos tíos lejanos, Lucy y Ricky Blanco, ahora viviríamos con ellos.

El viaje fue absurdamente largo, no sabía si era porque Arcadia estaba realmente lejos de Cantalupia, o si era porque mi mente se encontraba demasiado abrumada como para tener noción del tiempo. Tal vez un poco de ambas.

No había notado la ausencia del sol, y mucho menos el cielo nocturno, estaba demasiado absorto en mis pensamientos como para prestarle atención a lo que tenía frente a mis ojos, parpadee lentamente, me tomó unos segundos enfocar la escena dentro del auto.

Aja estaba dormida con su cabeza recostada en mis piernas y abrazando a nuestro perro, seguro llevaba un par de horas en esa posición, podía sentir como mis piernas comenzaban a hormiguear.
Varvatos ya no se encontraba al volante, ahora era Zadra quien conducía. Varvatos estaba dormido en el asiento del copiloto.

— Su majestad, debería intentar dormir un poco, no llegaremos a Arcadia hasta la mañana.— Zadra habló en voz baja, pero lo suficientemente alto para que pudiera oírla mientras que me lanzaba una mirada de preocupación por el reflejo del retrovisor.

Suspiré, luego de horas sin decir una palabra no estaba seguro de si aún tenía voz.
— No creo poder conciliar el sueño sin tener una pesadilla o regresar mentalmente al momento exacto en donde mamá y papá...— Mi voz se escucho ronca y quebrada.

— Su majestad — Zadra volvió a hablar, interrumpiendome en el momento justo. — ¿Que tal si hacemos una pequeña parada? tenemos que cargar combustible, podemos comprar algo para comer.—

— Eso estaría bien, necesito salir del auto, no siento mis piernas.— Baje mi mirada y acaricie con cuidado el rostro de Aja, se veía tranquila, verla así hizo que también me relajara un poco.

Pasaron unos quince minutos y Zadra detuvo el auto, ella bajo y fue directamente a cargar combustible, yo tardé un poco en bajar, no quería despertar a Aja, así que la moví con mucho cuidado y bajé.
La noche estaba fría, ahora me arrepentía de haberle dejado mi chaqueta a Aja como almohada. Frote mis manos para conservar el calor y camine lentamente hacía la tienda de la gasolinera, mis piernas aún se sentían entumecidas.

En la tienda solo había dos personas, un muchacho detrás de un mostrador, y un anciano dormido con un periódico en el rostro.

— Buenas noches ¿en que puedo ayudarte? —

— ahm... solo necesito una bebida caliente y mucha azúcar.— Respondí cruzando mis brazos y mirando detalladamente la tienda.

— ¿Viaje largo? —

Respondí a la pregunta del muchacho con un asentimiento de cabeza.

— Bien, aquí tienes, un vaso de café y aquí está el azúcar, endulza a gusto. ¿algo más?—

Asentí nuevamente, acabe por comprar una caja completa de barras de chocolate, era adicto a esas cosas. Zadra me mataría por cargar todo a su tarjeta. Salí de la tienda y regrese al auto.

— Ten Zadra, te traje cofefe.—

— Café, su majestad.—

— Si, eso dije.— Subí al auto y volví a recostar a Aja en mis piernas.

Tome una de mis barras de chocolate, le quite el envoltorio y me la lleve a la boca. Aún faltaban horas para llegar a Arcadia. Pude leer que el reloj de mi muñeca marcaban las tres treinta de la madrugada antes de quedarme completamente dormido.

Buenas noches mamá, buenas noches papá...

Aja llevaba unos cinco minutos picandome la cara para despertarme, pero mis ojos se negaban a abrirse.

— Buenos días hermanito, se que estas despierto, abre los ojos.—

— Eso intento, ya deja de picarme la cara.— Aparté su mano de mi rostro y frote mis ojos. — ¿Ya llegamos? —

— Si, ya baja del auto, nos están esperando.— Aja se alejo a paso rápido hasta llegar a la puerta de la casa frente a nosotros.

Finalmente habíamos llegado a Arcadia, el lugar se veía simple y tranquilo, completamente distinto a nuestro hogar en Cantalupia. Suspire por pura costrumbre y salí del auto.

A continuación vino ese momento incomodo en donde nuestros tíos nos abrazaban en un intento inútil de reconfortar nuestros corazones, diciendo que lo sentían y que entendían como nos estábamos sintiendo. Pero no es así, nadie podía saber como nos sentíamos.

A Aja y a mi ya no nos quedaba nada, nos arrebataron a nuestros padres y ya no teníamos un lugar al que llamar hogar, solo nos teníamos el uno al otro.

Ahora solo quería llegar al que seria mi cuarto y volver a dormir, no entendía como Aja podía tener tanta energía, no dejaba de hablar de que esto sería bueno para nosotros, que conoceríamos nuevos lugares y nuevas personas. Normalmente no tengo problemas para entender las cosas, pero el positivismo de Aja en está desagradable situación era incomprensible, y hasta un poco molesto.

Luego de comer algo y de acomodarnos en nuestros respectivos cuartos, Zadra y Varvatos nos dieron una larga charla de como serían las cosas ahora, debíamos olvidar que eramos de la realeza y mezclarnos con las personas comunes, eso no sería un problema para Aja, ella no se sentía cómoda con el título de princesa, y mucho menos con el titulo de reina en espera.

En cuanto a mí, la idea de mezclarme con la gente común no me agadaba en lo más mínimo, mezclarse significaba salir, y yo prefería no hacerlo.

La noche cubrió a Arcadia, y yo solo quería descansar, y así lo hice, me saltee la cena para ir a tomar un baño y luego irme a la cama. Mañana sería un día largo.


Gracias por leer, me disculpo si hay algún error ortográfico.
Y como siempre digo, si te gusta deja tu voto, comenta, y sigueme para más. ❤✨

Mary WangWhere stories live. Discover now