Entonces Mangle comenzó a llorar, tal y como ese día que reparó a Bonnie.

   —Me repetí muchas veces que nada me aseguraría que él también me reconocería, pero no quise aceptarlo, supuse que si tenía suficiente fe en mi misma entonces cambiarían las cosas, pero la fe no es nada más que una idea subjetiva para consentir nuestros impulsos y acobijar los miedos —. Miró hacia el cuarto de control—. Recordar eso siempre vuelve mis días grises, es por eso que lo he mantenido fuera de la luz del sol y de mi propia vista; lo más que puedo. Discúlpame, Freddy —. Puso su mano en mi hombro.

   —No te preocupes —respondí con un poco de decepción en mi tono de voz—, ahora veo que olvidar no es una tarea fácil para ti, por no decir imposible. Pero tal vez sería bueno que hablaras con Bonnie acerca de esto, ¿cómo puedes estar segura de que no recordará nada acerca de su pasado? ¿Qué tal si…?

   —Es inútil —me interrumpió—. Tú me contaste en Mont-Tremblant cómo era Bonnie; un robot amigable con códigos de programación para trabajar como guitarrista y para vivir casi como un humano. Me da gusto que sea superdotado, pero no mencionaste nunca una de las características principales de los robots como yo: el pasado antes del metal.

   —¿El pasado antes del metal?

   —Es lo que me diferencia a mí de muchos de los robots alrededor. Es difícil lidiar con ello cuando naces, pero el tiempo y las circunstancias te ayudan a crecer y probar lo apto que eres para este mundo lleno de retos. Hoy tengo que volver a enfrentar uno, el cual es volver a superar ese recuerdo.

   Me sentía como un niño tratando de tener la razón en una discusión con un adulto; no tenía con qué defender mi idea, ni siquiera sabía si estaba seguro de lo que estaba diciendo, solo trataba de buscar una forma para hacerla sentir mejor. ¿La hay? Pareciera que sólo un ser más poderoso que ella podría hacerlo, en definitiva no soy yo.

   —A pesar de todo eso, me dio gusto platicarlo contigo, Freddy. Merci beaucoup.

   Se acercó a mí para darme un beso en la mejilla.

   Fue extraño sentir eso. Ese beso no logró darme ese cosquilleo en el estómago y obligarme a sentirme salvaje, sino que me dio un poco de ganas de llorar, así como valorar más lo que ella hace y lo que yo hago. ¿Qué estoy haciendo aquí? Fue una pregunta que vino de inmediato a mi mente, la cual después cuestioné a la vez del por qué llegó. Su beso fue peor que un choque eléctrico, me sentí muy confundido.

   —Freddy, también quería hablar contigo acerca de una cosita que podría interesarte a ti y a Bonnie. —Seguía sentada en su lugar.

   —¿Qué cosa? —. Por alguna razón no esperaba mucho.

   —Fue algo que no considere por mi obsesión por encontrar a Bruno, tanto que pensaba dárselo a alguno de los animatrónicos que solían reunirse en Mont-Tremblant para Halloween; el dueño de un restaurante en ese mismo lugar le dijo al dueño de mi restaurante que me querían para un puesto de trabajo de mayor categoría; creía que era un desperdicio de potencial usarme para anunciar el área de comida y otros espacios, confiaba en que yo era más útil. Le ofreció venderme al restaurante L’enfant gâté, el cual está más cerca del centro de la ciudad. Lo pensó por algunos días, pero siempre que trataba de enviar la carta con su respuesta, yo la tomaba a propósito y la desaparecía. Pensaba hacer eso hasta que Bruno llegara conmigo y trabajáramos juntos —. Entonces se giró hacia la galería de Baby, por la cual se escuchaba Bonnie regresando—. Ahora que ya lo encontré me doy cuenta que nuestro capítulo terminó ese día, así que no vale la pena convencerlo de recrear una aventura que nunca estará en su memoria. Quiero que tú y Bonnie tomen esa oferta.

   —¿Qué? ¿A qué te refieres?

   —Fue algo imprevisto para mí, ya que no supuse que fuera posible que ustedes se reencontraran. Estoy muy segura de que el dueño de L’enfant gâté ya se olvidó de mi aspecto o de cuántos animatrónicos quería incluir en su restaurante, así que ahora cualquiera puede ir y aceptar ese trabajo. ¿Te gustaría ir allá con Bonnie? Los dos podrían comenzar a trabajar de inmediato entreteniendo niños, tal y como lo hacían en Freddy Fazbear’s Pizza. No tendrán que preocuparse por el idioma; los trabajadores les darán códigos en francés.

   La propuesta sonaba muy tentadora, pero aún no estaba convencido.

   —Mangle, pero… ¿tú no vienes con nosotros?

   —No te preocupes por eso. ¿No has notado que ustedes todavía no tienen una recámara aquí? Pude haberla hecho hace días, pero en vez de eso estuve preparando mi propia estancia en el restaurante. Yo me quedaré aquí, al fin y al cabo ya soy rosada con blanco —rió.

   —Pero… Pero… —. Miré al suelo confundido y sin aliento.

   —Piénsalo —. Se levantó de su lugar y se metió al cuarto de partes y servicios.

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La margarita IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora