—Nunca creí que esto pasaría entre nosotros— me levanté de la cama rumbo a la puerta.

—¿Y ahora a donde vas? ¿A casa de tu jefe?

—A la sala, buenas noches— dije y salí.

Y así, fue como pasamos nuestra primer noche peleados y sin dormir siquiera juntos.

  

(...)

  

Un par de días pasaron desde esa pequeña pelea. Mi nuevo puesto, no estaba siendo lo que esperaba, pero, no tenía de otra.

Salí del trabajo con ganas de un trago, por lo que pasé al bar antes de ir a casa.

Quizá me pasé un poquito. Me sentía mareada pero, aún estaba en mis cinco sentidos. Pedí un taxi y llegué a casa santa y salva.

Los chicos de afuera intentaron ayudarme pero me negué. Subi y entré con cuidado, seguramente Samatoki estaría otra vez encerrado.

—¿Estuviste bebiendo?

Bueno, al parecer no estaba encerrado.

—¡______ respóndeme! ¿Estuviste bebiendo?

—Ay, no exageres Samatoki, sólo fueron... un par de copas. ¿Qué haces aquí en la sala? Siempre estás encerrado— dije pasándolo de largo.

—¡Pues estaba esperándote!

—¿Esperandome? ¿Justo hoy?

—______, dime la verdad. ¿Donde estuviste?

—En un bar.

—¿Con quién? ¿Con tu jefe?

Mi jefe, mi jefe.

¿Por qué tenía que sacar a mi jefe a la conversación?

—No.— Me talle la cara con frustración-No, no no, ¡no! ¡Maldita sea, no estuve con él!— grité.

—¿Entonces? ¿Con quién? ¿Quién fue el afortunado de hoy?

"El afortunado de hoy"

Me dolían esas palabras.

¿Qué creía que era?

Mis ojos no pudieron contener las lágrimas, asi que estas, empezaron a salir sin control.

—¿Qué crees que soy? ¿Una... chica de esas? ¿Eso es lo que creés, Samatoki?

—Yo nunca dije eso— dijo con un notable nudo en la garganta.

—¿Entonces como debo tomar ese comentario? ¿Cuando vas a entender que yo no salgo con nadie?

—¡Ya me lo has dicho! ¡ya me lo sé de memoria! ¡Me dices que no! ¡que no, que no y que no! ¡pero no puedo asegurarlo! ¡Por favor, sé sincera conmigo! ¿Estás saliendo con alguien más?

—¡Por enésima vez, Samatoki! ¡no! ¡no salgo con nadie! Me dedico sólo a mi trabajo. Hoy sí fue la excepción, han sido días horribles, quise relajarme un poco con un par de tragos.

—¿Y los tomaste sola? No creo.

Me dolía el pecho.

Las lágrimas no dejaban de salir.

—Me duele— dije con un hilo de voz —, me duele mucho que no creas en mi. Yo no puedo salir a tomar sola, porque seguramente veo a alguien. ¡Yo no puedo hacer nada que no te involucre a ti porque ya estoy viendo a alguien!

Limpie mis lágrimas lo más que pude y me dispuse a caminar hasta la habitación. No pelearía más con él, no le veía el caso.

Cuando abrí la puerta, pude ver por el rabillo del ojo que volteó la mirada, y una lágrima rebelde resbaló por su mejilla, claro que la limpió de inmediato.

YOKOHAMA DIVISION | ONE SHOTSWhere stories live. Discover now