Capítulo Treinta y Cinco

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Su corazón comenzó a later rápido, pero no de esa manera linda como cuando lo hacía con Louis, sino de forma asustada y ansiosas.

-¿Harry? ¿Sabes que hora es?- decía Gemma, sus ojos lo perforaban con ansias y se clavaban en él con intensiones juzgadoras. El rizado no contestaba, no sabía como conseguiría excusarse de forma creíble-. ¿Ahora se te olvidaron las palabras? ¡Son las malditas ocho de la mañana, Harry! ¿Alguna vez te has levantado antes de la una?

Aquel comentario lo ofendió especialmente, él solía ser un chico muy diferente antes, alguien quizá tan bueno como su familia creía que era ahora: responsable y educado, que madrugaba por el simple hecho de tener más tiempo para prepararse y repasar sus deberes. Parecía Gemma lo había olvidado por completo.

-Te recuerdo de que la culpable de que siempre llegáramos tarde a la escuela eras tu- le dijo. Tal vez si conseguía atacarla podría desviar la atención del porqué estaba afuera tan temprano y, aparentemente, solo.

-No Harry. Disculpa pero no, no voy a caer en tus juegos. Tendrás que explicar esta, Styles. ¿Qué haces todo el día? ¿Por qué te escabulles en las noches? O debería decir: ¿por quién lo haces? No te creas que no nos damos cuenta, no somos estúpidos. Además, tampoco te esfuerzas mucho por disimularlo. Mamá está algo preocupada y teme que su "bebé" este yendo por un mal camino. ¿Debería decirle que ya te fuiste hace mucho? Dime, ¿llegará un niño perdido diciendo que eres su padre en alguno de estos días?

-¡No!- gritó Harry-. Por dios Gemma, estas diciendo cosas que no tienen sentido.

La chica respiró hondo y reafirmó el agarre a las carpetas que tenía en la mano, frunció el ceño y se estremeció molesta.

-Mira, es obvio que estas con alguien, no me vas a decir que te vas a dormir con Niall todos los días. ¡No recuerdo la última vez que pasaste un día completo con nosotros! Y si lo haces... estas cómo ausente todo el tiempo y sonríes de la nada.

-¡No es verdad!- negó él. Seguro que estaba exagerando, él no reía ante recuerdos y ni siquiera si involucraban a un pequeño de ojos azules cocinando a su lado.

-¡Si que lo es! Estás como que demasiado feliz todo el tiempo... ¡Me molesta que estés tan feliz, tu nunca sonreías!

Harry la miró con dolor y furia.

-¿Te molesta que sea feliz? ¿Eso es lo que me estás tratando de decir?- la acusó.

-Me molesta que para serlo tengas que salir a escondidas, alejarte de nosotros y hacer lo que sea que haces en secreto- dijo.

-¡No finjas que te importa, Gemma! Si siempre deseaste que haga algo mal, que todos me odien. Bueno, es tu momento. Me estoy portando mal, ¿o no? Salgo por las noches a quién sabe dónde, quizá esté durmiendo junto a alguna persona prohibida, ¿qué esperas para ir a contar todo? Probablemente seas la única que de verdad esté cerca de averiguar la verdad.

Por primera vez desde que salió, Harry se percató del frío. Le había dado su abrigo a Louis, quedándose él solo con un fino pullover. Podía sentir sus labios temblar y estaba seguro de que estos estaban muy muy rojos, al igual que su nariz.

Su hermana echó una rápida mirada al reloj en su muñeca y volvió a reacomodar sus carpetas, ella seguía estudiando y tenía que presentarse en la universidad, a la que el rizado nunca había aplicado. Lo rebajó con la mirada y comenzó a caminar dando grandes zancadas, en dirección opuesta a la casa de ambos. Antes de tomar una curva y desaparecer por completo de vista, quién seguía estático como una roca, ella volteó y se tomó unos segundos para decir:

-¿Cómo está Louis?

Pudo sentir su estómago encogerse de los nervios, ¿acaso eso había sido una indirecta? Esperó con todas sus fuerzas que su rostro no haya reflejado la sorpresa y conmoción que había sentido por segundos, intentó rápido recomponer la compostura.

Catorce Días (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now