Capítulo Veintidos

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Por fin llegaban las vacaciones, el receso de las fiestas. Louis no podía estar más agradecido por eso.

-¡GIGI!- gritó el ojiazul desesperado desde el interior del local.

La muchacha apareció por detrás de la cortina con rapidez y gesto de preocupación, su pelo flameante con el movimiento, sujeto en una tirante colita de caballo. Sus ojos se abrieron como platos al ver el humo espeso y negro que salía del horno, aumentado cada vez más.

-¡LOUIS TOMLINSON TE VOY A ASESINAR!- gritó la chica llevándose las manos a la cabeza y negando sucesivamente.

-¡Pues hazlo después, ahora ayúdame a evitar que se prenda fuego el local!- contestó como pudo el ojiazul, inhalando un montón de humo.

Ambos agarraron los guantes y con sumo cuidado sacaron los bizcochitos del horno. Acto seguido, Louis se apresuró a apagarlo entre toses. Gigi soltó la chamuscada comida por sobre la mesada y comenzó a agitar los brazos para disipar el humo, no sin antes dirigirle una mirada asesina a su compañero, quién procuró evitarla.

-¡Te dije que los ponía a cocinar y que te debías fijar paulatinamente si ya estaban listos mientras yo atendía!- exclamó enfadada ella.

El ojiazul no tenía excusas, bueno en realidad era la misma de siempre.

-¡Lo siento!- dijo-. ¿Pero quién en su sano juicio pone el cronómetro del horno en más de lo debido? ¿No se supone que tiene que sonar cuando ya está listo?- se excusó él.

Gigi revoleó los ojos.

-¡Lo que se supone es que debes estar atento a tu trabajo y no pensando en ese tal Harry Styles! ¡Ya es la segunda vez, Lou! El señor Brown te despedirá si sigues así...

Louis frunció el ceño, pero luego sonrió intentando comprarla con gesto inocente. No tenía sentido mentirle a Gigi, más luego de que él mismo le haya contado todo lo que había pasado, incluso lo que sentía. La chica lo miraba con brazos cruzados y expresión seria.

-Tienes toda la razón del mundo, Gig- acordó él, intentando que su amiga se ablande-. Pero no puedes culparme, si lo conocieras...

-¡Si es que sigue vivo! No ha aparecido ni una vez en las últimas semanas, ¡incluso sabiendo que lo estarías esperando!- lo interrumpió la chica, focalizando su enojo ahora en Harry. Al parecer a ninguno de sus amigos le simpatizaba el chico.

-Creo... creo que está enojado conmigo- repuso él.

Gigi se había realmente estresada, es que la realidad era que había escuchado decir eso al ojiazul por lo menos ochenta veces.

-Me vas a terminar sacando canas verdes, y ahí si que te cortaré el cuello. ¡Todavía debo reunir suficiente dinero para irme a cumplir mi sueño de ser modelo!- dijo agitando las manos en su cara-¡Y por última vez Louis, ese maleducado no tiene ningún derecho a estar enfadado!- saltó-. En todo caso el molesto deberías ser tú, ¡mira que dejarte todo un desastre para limpiar solo y huir! ¿Luego cantarte directamente una canción y también salir corriendo? ¿Sabes lo que pasa?- al chico le daban ganas de reír, claramente estaba muy ofendida-. Es que se está enamorando de ti Lou, y eso lo aterra. ¡Es un cobarde!

Negó lentamente con la cabeza, de todas las opciones esa era la más improbable. De cualquier forma ver como su amiga intentaba hacerlo sentir mejor hablando mal del otro, lograba conmoverlo.

-¡Y por última vez Gigi, eso no es lo que pasa!- emitió, imitando el tono que la chica había empleado hacía unos segundos. 

Ella lo miró fingiendo enfado y Louis la imitó, poniéndose las manos en la cintura y haciendo un puchero. Tras unos segundos comenzaron a reir. Una de las cosas que el chico más amaba en el mundo eran las risas de las personas, siempre distintas pero igual de valiosas. El hecho de reír con alguien lograba que su humor mejorara inmediatamente. Por supuesto, ninguna carcajada se asemejaba a la del chico rizado, pero la de los demás también le gustaban.

Catorce Días (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now