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Peter paso empujando su hombro con el mío y jalando un poco un mechón de mi cabello, apreté la mandíbula.
Maldito lobo.
Suspiré y seguí caminando como si nada, ya me las cobraría.
Dejé las cosas que no necesitaba en mi casillero y fui directo a mi salón.
—Hola —saludaron Damara y Kaira, ambas estaban en la mesa frente a mí.
—Hola chicas —saludé de vuelta.
—Hoy va a jugar Peter —informó Damara.
—Lo sé, se ve muy sexy cuando está jugando —le siguió Kaira.
Ay no, que fastidio.
Poco a poco el salón se iba llenando. El último fue Peter y detrás de él venía la maestra.
Volteé a ver a mi salón y ya no había lugares, solo al lado de mí.
Puse rápido mi mochila para que no se sentara.
Peter camino directo hacía mi a paso firme, agarro mi mochila y casi la aventó a mi lado de mesa.
—Quita tu mierda —dijo riéndose.
—La mierda eres tú —le respondí.
Frustrada deje mi mochila en el piso.
Tengo que admitir que me gusta Peter.
O no se si aún me gusta.
Pero el caso es que el muy maldito solo me molestaba, no sé qué le dio con eso. Todo empezó desde que éramos chicos, nos conocimos en un parque y comenzamos a convivir tranquilamente, eso hasta que descubrimos que éramos.
Yo, una mujer coyote, y él un hombre lobo.
Se distancio un poco de mí y se empezó a juntar con unos imbéciles. Así que tome mi distancia yo también, hasta que él me jalo mi mochila y la rompió de la correa. Me enojé y por mucho que me gustara le di una patada en el trasero. Desde ese día a crecido una rivalidad entre nosotros.
La maestra estaba explicando el tema, hasta que pidió que participaran.
Obviamente nadie alzó la mano.
—Vamos, chicos. No se amontonen —dijo sonriendo.
Oh sí.
Es mi oportunidad.
Agarré mi pluma y con eso le piqué la axila.
Él se movió e hizo el brazo hacia arriba, no completamente, pero si para que la maestra pensara que quería participar.
—Oh, señor Hale —se acercó hacia nosotros y le dio el gis.
—Hija de... —dijo susurrando muy bajo, pero yo lo pude escuchar.
