—Lo hecho, hecho esta. Yo no debí de haber tomado —sonrío levemente, volviéndome a acercar a él después de poner el seguro—. Y a todo esto, ¿Qué haces aquí?

Lo veo pasarse la mano por su perfecto cabello negro desorganizándolo un poco, luego suelta una exhalación y voltea a verme.

—Hoy en la mañana me dijiste que todo estaba bien, ¿No?, Bueno... Te había enviado mensajes e incluso te llamé, pero como no respondías creía que en realidad no habías sido sincera con tu respuesta...

—Oh, eso —me muestro sincera—. En realidad, sí estamos bien, muy bien, de hecho.

La verdad, creo que poner más problemas por un simple beso sería algo inútil, porque eso es lo que fue, un simple beso. Según él no significó nada, y quiero creerle.

—Cuando llegué a casa mi padre me quito el celular —hago un desdén de fastidio—. Es por eso por lo que no te respondía, perdón.

—Sí... Me di cuenta de eso cuando me enteré de tu castigo —dice y desvía su mirada a mi cama. Frunce el ceño al ver lo que hay sobre ella—. ¿Qué lees?

Me acerco junto a la cama con él y tomó el libro que está sobre ella para enseñárselo.

—A Thomas Hardy.

Nicolás hace un asentimiento con la cabeza y toma el libro para Analizarlo mejor.

—Literatura Inglesa —inspecciona, con una mueca de asombro—. No creí que leyeras a Hardy, pensé que serias más de Jane Austen o de las hermanas Brontë.

—De hecho... También las leo a ellas, leo de todo un poco.

—¿Ah sí? ¿Dónde está tu librero? —pregunta con curiosidad.

Le señalo la otra esquina de mi habitación, dónde pegada en la pared tengo una estantería con todos libros que tengo hasta ahora, que, en realidad, son bastantes.

Nicolás deja el libro que tenía en sus manos sobre mi mesa de noche, seguidamente se acerca al librero y empieza a ojearlos uno por uno, mirando el nombre y el autor al que corresponde cada libro.

En eso toma uno. No había visto con exactitud cuál, hasta que se da vuelta y puedo ver del que se trata, y al hacerlo, me apresuró a quitárselo de las manos, abriendo los ojos por el impacto.

—¡Este no! —digo rápidamente mientras busco con la mirada otro lugar para ponerlo y evitar que lo coja, ni loca dejaré que lo vea.

—Tranquilizante un poco, Lee. Ya leí ese libro y también sé que tiene escenas eróticas —me mira y guiña el ojo.

Al escuchar eso abro los ojos aún más.

¡Dios, no puedo creer que de verdad lo hubiera leído!

La vergüenza se empieza a cruzar por todo mi cuerpo y me pongo super nerviosa e inquieta, sin saber que se supone que es lo que tengo que hacer ahora.

Nicolás solo me mira y cubre su boca con una mano para ocultar la risa que está próxima a escapare de él.

—Hey, tranquila.

Se aproxima a mí y me toma las manos mientras va retirando el libro con gentileza de ellas y dejándolo de vuelta en el librero. Yo sigo anonadada.

—¡Ni que hubieras robado un banco!, además, no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo —dice en un intento de tranquilizarme.

—¡Shhh! —lo silencio al recordar que mi padre puede escucharnos—. Habla más bajo.

—Lo lamento.

No Soy Esa ChicaWhere stories live. Discover now