❂ capítulo cuatro ❂

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Jaekhar apretó los talones sobre el lomo de Riskhar y este se inclinó a la izquierda para empujar a Rhaenys.

—¡Oye! —sonrió Alysanne desde su sitio detrás de Daerys. Su hermana pequeña se aferraba al príncipe mientras este dirigía a su dragón despreocupadamente.

—¡Creo que mencionaste una carrera, frath! —gritó Jaekhar a través del cielo, el refunfuño de Lysander se escuchó a sus espaldas pero lo ignoró.

Daerys se giró ante él, el cabello blanco brillando gracias a la luz de la Luna, como un aura alrededor de su cabeza.

—Una carrera —exclamó con un tinte de burla, como si eso fuera demasiado infantil para dos chicos como ellos. Jaek sonrió ferozmente.

—A Zheelya —su voz fuerte caminó a través del cielo y el aire, resonó hasta donde Rhaenys volaba tranquilamente. La noche se pintaba elegantemente a su alrededor, el Sol descansaba y la promesa de un nuevo día dormía aún. Daerys negó con la cabeza, incrédulo, pero estaba sonriendo.

—¿Y qué obtiene el ganador? —preguntó a través de la distancia.

—El reino entero.

—Ah ¿Solo eso?

Jaekhar rió, las brazas de su humor divertido revolotearon a su alrededor; amaba cuando su hermano se relajaba un poco.

—Tal vez deberías sentirte presionado, no querrías que esa responsabilidad cayera en mi.

—¿Y dejar que conviertas la ciudad en tú patio de juegos? ¡Ni en sueños!

—Entonces gáname.

—Querrás decir, que mi dragón le gane al tuyo.

—Cuestión de semántica.

Daerys pareció reír, pero Jaekhar no alcanzó a escucharlo, la Luna hizo brillar las escamas de su dragón plateado, centellando en tonos distintos como un arcoíris.

—¡Te esperamos allá! —exclamó el príncipe omega, aferrándose a su dragón cuando Rhaenys se lanzó hacia enfrente como un rayo de luz, próximamente perdiéndose en la lejanía.

Jaekhar parpadeó sorprendiendo una décima de segundo antes de comandar a su propio dragón para que ellos se lanzaran detrás. Lysander se rió a sus espaldas, ver a Jaekhar sorprendido no pasaba tan a menudo. Riskhar siguió al dragón de su hermano y de pronto ambas bestias aladas se perdieron en la lejanía, dejando Krestum muy, muy atrás.

(...)

Zheelya era una tierra al noroeste de Goré.

Una ciudad nueva se alzaba ahí desde hacía pocos años y tras la última guerra en el continente central, mucha gente se había mudado ahí para empezar de nuevo. Y lo que había sido una ciudad joven con pocas edificaciones y nuevas poblaciones, se transformó en un sitio pintoresco lleno de casitas por las montañas, gente bailando y niños corriendo alrededor. Música resonando entre los pasillos angostos que se atiborraban de banderines multicolores por la celebración más cercana: el festival de las máscaras.

Por siglos los continentes grandes llenos de reinos y tradiciones, se alzaron por todo el mundo, Zheelya era igual de vieja, pero nunca había tenido festividades especiales. Este era una de las recientes, una que evocaba la felicidad y la prosperidad de su pueblo. Se hacía un desfile por toda la aldea, la gente portaba máscaras con diseños diferentes, animales, figuras, criaturas de su imaginación... todo era posible. Esta se había convertido en su manera de dar la bienvenida a la primavera, que recién llegaba tras un invierno particularmente duro.

Drakhan NeéWhere stories live. Discover now