La guerra: soldados de infantería

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Vio a su captor tomar un cuenco de porcelana de un estante y servir una pequeña porción de estofado del caldero, luego tomar una cuchara y llevársela. Greyback le entregó el cuenco y Remus lo tomó, todavía incapaz de apartar los ojos de Greyback.

Su forma llenó la entrada, dura, musculosa e inmóvil. Su áspero cabello oscuro estaba recogido en un moño y sus ojos amarillos se posaron en Remus, curiosos y desafiantes al mismo tiempo.

A pesar de su comportamiento más grande que la vida, también había una tranquilidad en él que Remus solo había visto en los animales salvajes. Un silencio quieto que prometía algo más siniestro, como una trampa con resorte.

Greyback se sentó frente a Remus, con las manos en las rodillas y asintió con la cabeza hacia el plato de estofado que calentaba las manos de Remus.

-Come.- Él dijo.

Sin dudarlo, Remus aún no sabía si estaba siguiendo órdenes porque tenía que hacerlo o porque quería hacerlo, tomó un poco de estofado y se llevó la cuchara a la boca. Pudo haber llorado. Era lo más delicioso que había probado en su vida, picante y lleno de sabor: una especie de carne oscura y una rica cebolla. Masticó, según las instrucciones, antes de tragar saliva.

Greyback lamió sus afilados dientes puntiagudos, -Buen cachorro-.

Remus lo ignoró y continuó comiendo, repentinamente muerto de hambre. Un poema que había leído una vez apareció en su cabeza, como una advertencia:

Aun que los duendes la esposaron y atraparon, 

la engatusaron y la pelearon con ella,

 la intimidaron y suplicaron,

 la rasgaron, la pellizcaron negra como la tinta,

 la patearon y golpearon,

 la mutilaron y se burlaron de ella,

Lizzie no pronunció una palabra; 

No abriría labio a labio

No sea metan en un bocado.

Por supuesto, eso era duendes. No debes comer comida que te den las hadas o los duendes; no había nada que hubiera leído sobre los hombres lobo. Pero entonces, ¿qué había logrado aprender sobre los hombres lobo?

Greyback lo miró un rato más, como si estuvieran sentados para cenar juntos; viejos amigos. Esperó hasta que Remus casi terminó de comer para hablar.

—Al final te metiste con Gaius, ¿eh? Interesante eso. Pensé quizás es Castor -.

-Estaba siendo cruel-. Remus respondió.

-Es un buen cachorro. Hermoso lobo; poderoso. Pero tiene algunas cosas que aprender sobre el liderazgo, que les concedo. ¿Qué opinas de mis otros hijos, eh?

Remus terminó de comer. Tragó y chupó la cuchara pensativamente, antes de dejarla en el cuenco vacío. Miró a Greyback a los ojos.

-Lo siento por ellos.-

-¿Lo sientes?-

-Por la forma en que viven. No hay dignidad en eso -.

Los ojos de Greyback brillaron.

-Dignidad. Qué criatura tan encantadora eres, Remus Lupin. Sí, dignidad. Esa es exactamente la palabra. Exactamente.- Greyback se acariciaba la barba, pensativo. -Es una situación temporal, por supuesto. Cuando se gane esta guerra ... -

-Cuando se gane esta guerra,- dijo Remus con firmeza, -los hombres lobo serán más odiados y temidos que nunca. Por lo que has hecho. Por tus crímenes -.

All the young dudes (traducida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora