Pero no supo nada de ello hasta que un muchacho se acerco a ella vestido de negro, en su rostro traía una sonrisa lobuna y divertida, el brillo en sus ojos color turquesa le hacia dar un toque de misterioso, ella tragó saliva y se frotó las manos cuando el apoyo una de las suyas sobre el hombro de ella, haciendo que brincara del susto, aunque no le asustaba que le viera ¿Era raro? Pero eso era la verdad, no sintió miedo de que haya presenciado ese exacto.

—¿Qué harás con el cuerpo? —preguntó el chico, el acento de él a ella le causo un escalofrío en su espina dorsal y que se expandió por todo su cuerpo.

—Dejarlo ahí —respondió ella encogiéndose de hombros, se había dilató en responder.

Porque primero no había pensado en ello, la ira le había llegado con la misma rapidez que el este se esfumó. Odiaba todavía sentir el aire que salía de sus labios por el cuello, las manos de ella en su cuerpo.

El chico sonrió divertido soltando un suave risa, haciendo que ella lo observara confusa ¿De qué se reía ese chico? Se pregunto así misma. Rodó sus ojos segundos después y volvió a fijar su mirada en sus manos esas que estaban bañadas en carmesí, el chico se puso frente a ella y con dos dedos de su mano derecha le hizo subir la mirada haciendo que sus ojos se encontrarán.

—Tus ojos, tus manos y rostro tienen el arte de la misma masacre —comentó él, recorriendo con sus yemas los labios de ella.

Aquella frase hizo que el rostro de ella se llenará de un sonrojo poco inusual. Era un halago sumamente raro, pero que le gustó.

—¿Me miro hermosa? —le preguntó ella en voz baja, mirándolo a través de sus pestañas.

Aquel individuo asintió sonriendo acercando su rostro al de ella, mientras su mirada estaba fija en sus labios y la de él en los suyos donde por inercia se paso la lengua por los labios los cuales estaban salpicados de sangre, fue entonces donde ella dio su primer beso, un beso lleno de sangre y deseo. Ambos jóvenes se besaron sin importarles que estaban a oscuras y salpicados de sangre caliente.

—Mucho más hermosa de lo que te imaginas —susurró cuando el aire les faltó y se tuvieron que separar.

Ella le sonrió, dejando ver sus dientes. Sus ojos brillantes y apoyando sus manos en el pecho de él, sintiendo en sus palmas el fuerte palpitar de su corazón.

Desde entonces ambos fueron inseparables, ambos eran igual de locos, tóxicos y anhelantes de sus cuerpos, ella se entregó a él, fue su primer hombre, su primera vez, su primer en todo referente a su vida sexual y estaba ahora el tiempo ese que pasaba sin importarle lo que pasará y sin impórtale que sentimientos cultivaba, esperando la cosecha.

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Carolina siempre ha sabido disfrutar, definir y analizar su entorno en su exterior. Desde que tenía uso de razón había sido así, por eso decidió estudiar Derecho con especialidad en casos Penalistas, aunque tomaba casos comunes con tal de hacer los actos que personas no deseaban, sólo porque no tenían dinero para pagar sus servicios.

A su veintiséis años tenia la reputación que siempre deseo, aunque su apellido influenciaba en casi la mayoría del tiempo, detestaba muchas veces que en referente a su vida, ellos no deberían de meterse en sus pasos, aún así fueran malos, ella se prometió empezar desde cero, no tanto su padre como madre no metieran sus manos en las decisiones que tomaría respecto a su carrera y así fue.

En su primer semestre conoció a quienes ahora eran sus amigos más cercanos, el que se conformaba por tres mujeres y dos hombres, eran el grupito popular de la universidad, aunque no cursaban todos la misma carrera, las que estudiaban Derecho era Karev Montenegro y ella. Ambas fueron las mejores de la carrera en todo el tiempo en que la cursaron, mientras Mario Ulloa y Meredith Ríos quienes cursaban Medicina especializados en Obstetra y Ginecología, ellos dos habían sido los mejores también.

DE DAMA A REINA®[SAGA AMORES DE CLUBES I]+18✔Where stories live. Discover now