22 - La novia de Félix

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Entre la confusión todos se llegaron a reunir en la entrada. Los invitados miraban curiosos a las chicas que acababan de llegar.

— Qué bueno que están todos. Ellos son los amigos de Félix, Hernán y Narciso — Empezó a presentar la señora Villanueva respectivamente. — Y estas encantadoras jovencitas son Dalila y Dalia.

Tanto Hernán como Narciso hicieron una sonrisa forzosa y continuaron con el protocolo de presentación hasta que la señora Villanueva dijo:

— Vamos todos al comedor, por favor.

Todos empezaron a pasar y en un descuido Hernán tomó de la camiseta a Félix atrayéndolo hacia atrás haciendo que se soltara del brazo de Dalia.

— En un rato te lo devuelvo. — Sonrió Hernán a Dalia.

Ella confundida siguió a su hermana camino al comedor.

— ¡¿Nacho?! — Soltaron Hernán y Narciso cuando se quedaron solos.

— Ya saben, por mi nombre. Félix Ignacio.

Para sorpresa de todos Narciso estalló en risas.

— Concéntrate, amargado. — Soltó Hernán suspirando.

— ¿Quién es ella, y por qué nunca supe que existía? — Preguntó más serio Hernán.

— Es Dalia, una amiga de la infancia. — Dijo despreocupado Félix.

— Eso se ve, pero ella te trata con demasiado cariño.

— ¿Ahora eres la novia celosa? — Se cruzaba de brazos Narciso.

— ¿Esto te interesa también no? ¡Ayúdame!

Félix no entendía muy bien de lo que hablaban. Pero supuso que eran juegos de personas que se gustaban.

— De niños decíamos que éramos novios y que nos íbamos a casar. — Habló Félix sonriendo.

— Entonces lo de la boda... — Preocupado recordaba Hernán.

— Chicos, mamá pide que se apresuren. — Se escuchó a Fátima quien los fue a buscar de vuelta.

Casi brincando se devolvió Félix, junto con un melancólico Hernán, y un taciturno Narciso.

Durante el almuerzo la mirada de los chicos siempre estaba en Dalia, puesto que quedaron frente a ella y Félix.

Félix sonreía mucho y se le veía feliz. Esto hizo poner celoso a Hernán y triste a Narciso.

Era curioso como un sentimiento podía tener un efecto diferente en dos personas.

Por una parte, Hernán estaba enojado porque alguien más tenía la atención de su mejor amigo, que fuera Narciso ya no le importaba mucho, porque conocía la competencia. Pero ahora está Dalia, esta chica dulce. Félix y ella se veían tan bien juntos que eso le molestaba.

Por otro lado, Narciso se sentía triste. Como el sentimiento de esas personas que saben que no son competencia para alguien con buenos atributos y se menosprecian a sí mismo. Eso le desanimaba mucho. Jamás podría compararse con esa chica tierna.

Poco se habló en ese almuerzo, aún no quedaba claro el asunto de la boda. Al parecer nadie mencionó nada.

Luego de comer salieron todos a la sala y los más jóvenes se reunieron juntos. Sin esperar mucho Dalia hizo acto de presencia.

Dalia era una chica un poco más pequeña que Félix. Su ondulado cabello castaño brincaba con cada paso que daba. Se podría decir que la fisionomía de su rostro era delicada. Su pequeña boca hacía juego con su perfilada nariz. Las pecas de su rostro contrastaban con el verde avellana de sus ojos. Su melodiosa voz podía ser asociada a la pureza. Y lo que para los chicos resultaba más peligroso que todo eso junto... tenía mucha... personalidad...

Historias de un NarcisoWhere stories live. Discover now