3 - Hojeando entre pétalos 1

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Félix.

Luego de pasar toda la noche jugando videojuegos, Hernán cayó como un tronco. Tal vez Fátima lo llevó a su límite.

Por mi parte, no tenía nada de sueño, tenía una especie de ansiedad la cual no conocía su causa.

Vi entonces el cuaderno de la chica encima de mi escritorio. Hace unas horas, Hernán me pedía que lo revisáramos en busca de más información, pero sabía perfectamente que solo quería husmear en él. Así que no permití que lo leyera y yo ni intenciones tenía de hacerlo.

¡Cielos!, si que me hizo el día, supo hacer preocuparme de verdad.

Llegados a este punto, y con mis nulas ganas de dormir, decidí echar un vistazo, solo un poco, para revisar si había alguna nota con su nombre.

Ojeándolo, vi un título que llamó mi atención: "Historia XVI, Una Perla del basto océano".

Una historia no es meterse en la vida de alguien, así que me dio curiosidad y leí un poco más. Además, me encantan las historias, a veces suelo escribir algunas; aunque a muy pocas personas se las muestro. Leer y escribir, calma un poco mi ansiedad.

La ojeé por encima, mas la tentación me ganó y tuve que leerla completa. De esta manera el título comenzaba así:


Una Perla del basto océano.

"Hacía un tiempo atrás, existió un caballero tan noble, que su fama le precedía por donde él se aparecía. No había hombre en las ciudades que no lo admirara, o mujer que no lo deseara.

Su galantería iba de la mano con su humildad, por esa razón, las personas le creían un varón ejemplar.

Se hablaba de igual manera de su valentía, y de cómo, con una seguridad increíble, cumplía con las tareas encargadas por desesperados aristócratas.

Pero la envidia, suelta en todo lugar, le puso en su mira y decidió atacarlo.

Un extraño hombre llegó un día a la plaza donde se encontraba el amado caballero, a quien todos conocían como Aurio, el perseverante.

Encontró el forastero a Aurio, y en tono de desespero, comenzó a narrarle una situación en la que se veía involucrado.

— Hace un tiempo me encontré con una bella doncella que en apuros pedía auxilio. Estaba siento atacada por una bruja de horrible fisionomía, y que, entre gritos desgarradores, arrastraba a las profundidades del mar a la muchacha. —Empezaba a narrar el misterioso hombre. — Con valentía logre apartar a la espantosa criatura y salvar a la joven doncella. Agradecida brincaba de alegría, y con entusiasmo se fue del lugar. Pensaba entonces que mi trabajo estaba finalizado, y me sentí realizado de hacer una buena acción. Pero al marcharme vi entre las rocas donde se aferraba la muchacha, una perla que brillaba a la luz de la luna. Su hermosura me cautivó y me di cuenta de que no era cualquier perla, siendo sincero podría decir que era la perla más hermosa que hubiera visto. Entonces razoné que la perla podría pertenecerle a la muchacha. Pero por mucho que busqué, buen hombre, no logré dar con ella. Volví pues a mis negocios, y tuve que retirarme mucho del lugar donde todo sucedió, una playa cerca de la ciudad de Maynor.

Fue al llegar aquí que escuché de su reconocido nombre, y que sin importar qué. Puede realizar lo imposible.

Es por eso por lo que vengo pidiendo su auxilio, para devolver tan preciado objeto a su legítima dueña. — Con esa frase, el hombre dio por finalizado su discurso.

Pero la realidad era diferente a la que contaba. El extraño era en realidad un ladrón, ladrón que vivía un martirio por consecuencias de su mala vida.

Historias de un NarcisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora