2 - Flor Extraviada

57 9 4
                                    

"La delicada princesa quiso ser fuerte ante tan crítica situación". – Nobles y Caramelos.

Dentro de ese raro concepto de amabilidad, podría destacar Félix, a quien difícilmente puedes odiar. Posiblemente su relajada manera de ver las cosas, agregando su carisma nato, hace que sea fácil poder entablar una relación con él.

Pocas personas creen que de verdad pueda tener 21 años, para él sería sencillo hacerse pasar por un estudiante de secundaria, tal vez por su aspecto o quizá por su inmadura personalidad.

Tan dulce proceder tiene su lado amargo, que quizá le cueste un poco reconocer.

Félix.

— Iremos al centro comercial al salir de aquí, Félix. ¿vienes con nosotros? — Comentó Fátima recogiendo sus cosas, dispuesta a retirarse de la mesa.

— Podremos ver esas nuevas máquinas que el viejo Pepe compró. — Con alegría dijo Hernán. — Tenemos tiempo sin ir a los juegos.

— ¡Claro!, además, me hacía falta ir allá, tengo ganas de comer algo dulce, como algodón de azúcar. — Un descanso con dulces incluidos, es lo que me hacía falta, pensé.

—¿No fuiste hace dos días al centro comercial? —Dijo Fátima extrañada.

— Sí, pero sin el algodón de azúcar. —Le dije haciendo una cara de tonto, a lo cual sonrió.

— Félix, recuerda que, dentro de un rato, toca... —No terminó de decir eso alguien del grupo, cuando se escuchó de pronto una voz conocidamente aterradora.

— Espero que se hayan preparado bien para el parcial, jóvenes. Nos vemos en el aula. — Se escuchó hablar al profesor Mauro Orellana, quien riendo se fue de nuestro lado, tal como llegó, sin avisar. Ese hombre puede ser malvado cuando quiere.

— Mierda, se me había olvidado el parcial.

— ¿Acaso no estudiaste, Félix? — Preguntó Fátima preocupada.

— Este maldito no necesita estudiar, es como una grabadora, no te preocupes por él. Mauro siempre se lleva sorpresas, ¿No, Félix? — Interrumpió Hernán con una gran sonrisa.

Realmente creo que Hernán confiaría en mí a ojos cerrados. Por eso nunca me gusta decepcionarlo.

— Todo está controlado, solo que se me había pasado por alto. —Les dije para disipar dudas y confirmar esa confianza de Hernán.

La verdad es que Hernán tenía razón, no tengo problemas en memorizar algo que ya he visto, y leer se me da demasiado bien. Digamos que tengo lo que la gente llama memoria fotográfica. Estaba más que preparado para ese examen.

— Hagamos esto, al terminar el examen, yo los alcanzo. Uno de los muchachos podría llevarme. — Afirmé para terminar de aclarar.

— Vale, pero intenta venir rápido, no quiero pasar la tarde viendo vitrinas con Fátima. —Desairado dijo Hernán al levantarse para irse.

— ¿De qué hablas?, puedo ser tan divertida como Félix. Vámonos. —Disgustada dijo Fátima a Hernán. — Félix no tardes... —Susurrando agregó cerca de mí.

Luego solo vi como Hernán hacía gestos de pedir auxilio mientras Fátima prácticamente lo arrastraba. Cosa que nos hizo reír un rato.

Conversando algunas cosas del parcial, y tonteando con mis compañeros, se llegó la hora del examen.

Yendo camino al aula, uno de los chicos nos hizo notar que encima de una de las mesas del comedor había un cuaderno. Miramos alrededor buscando al dueño de este, pero solo estábamos nosotros.

Historias de un NarcisoWhere stories live. Discover now