4 - Hojeando entre pétalos 2

23 6 6
                                    

Félix

Hablamos y reímos otro rato con todos los del grupo. Antes de ir al club de jardinería, pasé por donde estaba el personal del comedor a preguntar acerca del cuaderno, pero no obtuve una respuesta satisfactoria, al parecer nadie se había fijado. Era de esperarse, las personas están ocupadas en sus obligaciones.

Llevé conmigo casi obligado a Hernán al club de jardinería, y lo calmé con la promesa de que, si encontrábamos a la chica, ya no tendríamos que preocuparnos.

— Debes prometer de verdad que, si no la encontramos, dejarás el cuaderno en objetos perdidos. No seas tan obstinado. — Decía Hernán mientras daba un sorbo a un refresco que había comprado en el comedor.

— Sabes como soy. Pero tampoco le daré mucha vuelta al asunto. Sabes que lo mío es mera curiosidad. — Le dije con la vista perdida a los jardines. — Hay que ser positivos y pensar que la hallaremos ahí en el club.

Hacía meses que no visitaba el club de jardinería, recuerdo que Fátima y yo siempre íbamos a allí a oler las flores, y mirar los bonsáis. También teníamos una amiga que tenía unas manos maravillosas para la siembra, todo lo que sembraba crecía hermoso.

Era una hora de receso, así que algunos de los integrantes debían estar allí.

— ¡Buenos días! — Dije en un tono claro y alegre.

— ¡Félix! Pasa — Dijo nuestra amiga llamada Sarah, era de esperarse que fuera la primera en estar. — Hasta te trajiste a Hernán.

Dicho esto, otras chicas se acercaron a dónde estábamos para saludar.

— ¿Por qué has dejado de venir? — Dijo una al saludarme. — Fátima se pasa de vez en cuando.

— Los horarios no coinciden. — Dije a modo de excusa.

— Lo que me sorprende es verte aquí, Hernán. — Dijo otra chica tomándolo del brazo y llevándolo con las demás.

— Una visita social, hay que asegurarse de que las rosas estén hermosas, y no hablo de las flores. — Dijo el casanova ochentero mientras las chicas reían.

— Típico de él. — Me dio Sarah, haciendo un movimiento con su cabeza.

— ¿Y cómo cambiarlo? — Dije sonriendo, mientras veía como le daban una especie de recorrido a Hernán por el ambiente. — ¿Cómo has estado, Sarah? Me disculparás por no pasarme a menudo, he estado vuelto un lío. Igual sabes que siempre muestro mi amor a las fotos de tus plantas en las redes sociales.

— Siempre me haces spam con los comentarios a los bonsáis. — Dijo ésta golpeando mi pecho juguetonamente. — Te he dicho mil veces que cuando quieras puedes venir a podar uno, y tal vez aprender un poco de botánica.

— Sabes lo enredado que soy para eso. Y los nombres siempre me confunden. — Le dije haciendo una cara de perro regañado.

— Son tal para cual Hernán y tú, no se toman nada en serio. — Mi amiga esta vez riendo se apoyaba en una mesa detrás de ella. — Pero he de suponer que no vienes solo porque me extrañas mucho. — Dijo ahora con una mirada de picardía.

— Bueno, al parecer si nos conoces bien. — Reconozco que a Sarah le gusta lo directo. — Vinimos aquí, para entregar esto. — Dije sacando el cuaderno y entregándolo en sus manos.

— ¿Entregarlo a quién? — Preguntó extrañada Sarah.

— ¿No es de ninguna de las chicas de aquí? — Pregunté aún más confuso que ella, tenía esperanzas de que encontraría a la chica aquí.

Historias de un NarcisoWhere stories live. Discover now