26 - Imaginación al Maxi

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Narciso.

Habían pasado unas semanas desde que fuimos a la hacienda Villanueva. Debo admitir que la familia de Félix me parece muy agradable, aunque la mayor parte del tiempo intentaba no quedarme solo y tener que fingir ser sociable. La única que dificultaba eso era Dalia, quien queriendo acaparar a Félix, lo apartaba de nuestro círculo.

Realmente la veo muy molesta. Pero viendo la tranquilidad que tenía Hernán, sabía que no sería tan difícil de manejar.

Admito que me voy acostumbrando a pasar tiempo con ellos, y ese día en el río fue increíble. De solo recordar esa escena yo...

— ¡Hermano! — Se escuchó a Maxi abrir la puerta de golpe corriendo hacia mí.

— Maxi, te he dicho que debes tocar la puerta antes de entrar. — Dije mientras calmaba mi sobresalto.

— Es que hace rato vino mi hermano Félix y te-

— ¿Félix vino? ¿Dónde está?

Ahora me sobresaltaba, realmente no esperaba una visita de él. Ese desgraciado, ni siquiera me avisó.

— Ya se fue. — Dijo Maxi sentándose en mi cama. — Solo vino a traer esto.

Maxi me mostraba un suéter negro con calaveras, hace un par de días lo había dejado en casa de Félix mientras me ayudaba con deberes de Deontología.

— Oh, lo había dejado en su casa. Por las prisas lo olvidé. — Dije tomándolo sin más.

El suéter olía a recién lavado. Pero no era cualquier olor, era el olor a Félix. Discretamente puse el suéter en mi nariz para sonrojarme oliendo.

— Entonces si es tu novia? — La pregunta de mi hermano me hizo estremecer por la sorpresa.

— Maxi, deja de decir eso. En todo caso, sería novio, ya que Félix es un chico.

— Entonces si es tu novio?

Este niño hará perder mi paciencia...

— No deberías estar practicando francés en vez de meterte en asuntos ajenos?

— Es que quiero saber si mi hermano Félix vendrá más seguido a vernos. Me gusta jugar con él.

— Bueno, al fin y al cabo, es tan infantil como un niño.

— Además, el francés es tan aburrido. No sé por qué debo aprenderlo.

— Porque papá es francés y debemos hacerlo.

— Pero papá también habla español, no es justo. Es muy tonto aprenderlo si casi no vemos a papá.

Supongo que Maxi tenía razón de alguna manera. Pero son cosas que no se pueden discutir.

— Igual debes hacerlo, no querrás que Félix piense que eres muy tonto.

— Yo...

— Ya ves, ¡así que ánimo!

— Está bien, pero promete que me ayudarás.

— Claro que sí, tonto jajaja

Maxi le había tomado mucho afecto a Félix, tanto que siempre que venía no lo dejaba irse hasta haber jugado con él. Le contaba de las historias que leía para él y eso me avergonzaba un poco.

— Estoy de acuerdo que las historias de tu hermano son las mejores. — Decía Félix siempre sonriendo.

Por cosas de la vida o más por influencia de Maxi, habíamos quedado en salir los tres juntos al parque de atracciones. A Maxi le hacía ilusión montar en la montaña rusa y la sola idea de comer dulces bastó para que Félix se animara. Nunca me llamó la atención nada de eso, pero supongo que no podía negarme.

Historias de un NarcisoWhere stories live. Discover now