Capitulo 23 - Iridiscente

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                                                                         Iridiscente

“Lo esencial es invisible para los ojos” ―Antoine de Saint-Exupèry

Un chasquido y luego una luz blanca inundó la cripta la  Abadía de Santa María del Monte en Italia, mostrando una habitación de dos pisos cilíndrica a modo de silo para granos, completamente forrada de libreros en sus paredes. Un agujero en el techo dejaba colar pequeños copos de nieve que descendían como fantasmas en aquella helada noche de Enero.

Dominic Di Molise dio un par de pasos con lentitud al interior de la estancia dando una rápida mirada a todo el lugar, a pesar de los pocos meses sin tener nadie habitando allí,  una gruesa capa de polvo mezclada con tierra y nieve cubría la mayor parte de los objetos; para él era como estar en un extraño sueño donde cada equina le brindaba recuerdos de su pasado, uno que sabia no regresaría jamás. Debido al desorden de la habitación comenzó a apartar objetos dando puntapiés y así abrirse paso para llegar al escritorio del lado opuesto, entre las cosas que salieron a relucir tras quitar la capa de nieve que los cubrían estaban una silla de madera, un mueble bajo, restos de una mesa esmerilada y el cadáver de un hombre.

¡El cadáver de un hombre!

Dominic retrocedió hasta chocar su espalda contra un librero sin poder creerlo, dejando escapar una vaharada de aire y polvo tras de sí que le hizo llevarse una mano a la boca y toser por el olor a moho que inundó sus fosas nasales y descendió a su garganta. Pasada la primera impresión, bandeó su mano apartando cualquier resto de mugre en el aire y reunió valor para estudiar el cadáver apropiadamente, que a juzgar por su atuendo no tardó en deducir que era el del Prior Francisco. El hombre, que antes era regordete y ancho se había vuelto un amasijo de cebo entre una pila de telas hediondas que formaban su habito diario, llevaba tiempo muerto, aunque por alguna razón no se había descompuesto todavía hasta quedar seco, así  que la piel blanca de la cara transformada en rojo ladrillo estaba pegada al cráneo. Los labios habían quedado rígidos y mostraban esa dentadura blanca y fuerte de cualquier calavera.

Incluso sus manos se redujeron notoriamente, transparentando la piel y los músculos en un manojo de articulaciones negruzcas. Con una mueca de repudio desvió sus iris grises a otro punto,  no era la primera vez que veía a un cadáver teniendo como hermano a Jackson, pero eso no implicaba que fuese un necrófilo.

Respiró hondo y pasó por encima del Prior evitando chocar sus botas con el cuerpo hasta quedar justo debajo del agujero  en el techo, alzando la mirada y vislumbrando desde ese punto un cielo completamente blanco. Podía estar en cualquier parte de mundo pero deseaba por alguna extraña razón ir allá, incluso cuando unos de los mayores inviernos azotaba los laterales del convento y la sensación de soledad invadía sus entrañas, porque así era, estaba sólo a mitad de una cripta…y con un cadáver a dos metros de distancia ¡Que poético!

Varios de los copos de nieve que se colaban se posaron sobre su pálida piel, pestañas y sobre su cabellera negra azabache produciéndole un escalofrío que le recorrió desde el final de la espina dorsal hasta su cuello. Este simple acto de estremecimiento le hizo notar la rareza en los bordes del agujero rectangular, uno que estaba particularmente cerca de la escalera de caracol que conducía a los libros más altos.

Alguien había usado un objeto filoso para delinear aquel tragaluz tapeado años antes y volverlo frágil.

 ― ¿Qué hiciste Genevieve? ―murmuró frotando sus antebrazos sobre la tela de su chaqueta para entrar en calor. Podía visualizar a Genevieve extendiendo una lámpara u otro objeto con punta hacia el techo desde el último tramo de la escalera de caracol, la pregunta que siguió a ese hecho fue ¿por qué? ¿Por qué se tomaría la molestia si no podría escapar por él? «Si no puedes salir, dejas a alguien entrar»―  Un forastero ―comprendió de inmediato y sin miramientos se giró sobre sus talones para ir en dirección a la oficina principal del Prior.

Club Wonderland - 30 Seconds to MarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora