Capitulo 43 - Marionetas y Doncellas

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Marionetas y Doncellas

"La confidencia descubre quién era o no digno de ella". ―André Maurois 


El largo pasillo hacía las veces de un túnel bicolor con dos tonos, violetas y negros, a medida que avanzaban por este. Múltiples habitaciones se repartían de lado y lado, y por estas personas salían a toda prisa, algunas vestidas y otras no tanto. 

Un hombre regordete empujó la cortina de terciopelo fucsia de su cubilo subiéndose el pantalón y salió dando pequeños brincos, golpeando el hombro de Dominic con fuerza sin advertir quien era realmente en la penumbra, por un instante medio aflojó el agarre que le tenía a Genevieve en la muñeca y a la cual iba casi arrastrando, pero rápidamente se recompuso apretando sus dedos alrededor del escueto brazo. 

― ¡Muévete Genevieve! ―le gritó Di Molise zarandeándola sin voltear, mientras seguía avanzando y escuchando el eco de los gritos de las personas en el salón de fiesta que dejaban atrás, las luces que provenían de los cubículos color violeta le iluminaban por momentos parte de su rostro, uno con duras muecas de ira marcadas. 

― ¡No pienso dejar a los chicos de Marte! ¡Déjame ir! ―no importaba lo mucho que le clavara las uñas de su mano libre en el brazo o que afincara sus pies para hacer un ancla en el suelo, Dominic seguía siendo más fuerte que ella y lo estaba demostrando. 

Segundos antes, cuando Jared le dijo que huyera ella simplemente hizo caso omiso a sus palabras, no podía dejarlo con nada menos que Jackson conociendo su habilidad para matar, una que ella misma le dio con el virus. Pero en cuanto el vocalista de Mars se interpuso entre ambos, Dominic no tardó en llegar por su espalda y tapándole la boca con una mano, se la llevó lejos de ellos.

Entre el tumulto pudo ver a Shannon también, caminando en dirección a su hermano. Se sacudió como pudo quitando la mano de Dominic de su boca y le gritó para llamar su atención pero era muy tarde, el mayor de los Di Molise la metía de cabeza por aquel pasillo atestado con humo de opio, gemidos de éxtasis y cámaras llenas de instrumentos para BDSM. 

Las personas no se dieron cuenta del caos del exterior hasta que el fuego comenzó a consumir esa área también y se fueron alertando entre ellos. Lo que no entendía la pelinegra eran las razones de ir por aquel lugar, la salida que ella recordaba no se encontraba por ese lado. 

Le dio un nuevo puntapié a Dominic con la punta de su tacón y esta vez asestó en su muslo con todas las fuerzas, el hombre flexionó la pierna momentáneamente al sentir la puntada de dolor y luego se giró con rapidez, pasó una mano alrededor de sus caderas y la alzó para llevarla sobre su hombro mientras seguía pataleando. 

― ¡Bájame Dominic Alexander! ¡Bájame! 

― ¿Y luego que harás? ¿Presenciar la muerte de tus amigos en primera final? No lo creo ―respondió irónicamente mientras soltaba una risita. 

― Ellos no estarían aquí si no fuera por tu culpa, tú los metiste en esto. 

Llegaron al final del pasillo, Dominic asió una cortina negra por el borde corriéndola hacia un lado y dejó al descubierto una puerta oculta detrás de esta; sin dudar tomó el pomo y se abrió paso a una amplia estancia iluminada con luces blancas de halógeno, sin ventanas, sin objetos. Una habitación de paredes blancas con una segunda puerta paralela a esa en azul cerúleo. Nada más.

Dominic se agachó nuevamente para dejarla en el suelo, pero mantuvo sus manos sobre sus antebrazos. 

― No, tú lo hiciste. ―le dijo casi en un susurró de decepción que terminó reflejándose en sus ojos y las líneas de su frente― ¿Crees que no sé nada acerca de lo que planeaste en el convento nueve meses atrás? 

Club Wonderland - 30 Seconds to MarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora