Capítulo 5 (parte 4)

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Nado a braza lentamente, hasta que me encuentro con los escalones de la piscina, y mi sobrina empieza a salpicarme agua moviendo sus piececitos. La agarro pillándola desprevenida, me adentro con ella en el agua y las dos bailamos al ritmo de Come And Get It de John Newman. Nos muevo a las dos en círculos y movemos la cabeza sin control ninguno.

Algunos pelos se encuentran pegados a mi cara y Alba estalla en carcajadas. A estas alturas debo parecer la niña de The Ring, y los aparto rápidamente solo de pensar por un momento en esa imagen.

Los demás siguen jugando a las cartas mientras mi cuñada nos quita fotos a mi sobrina y a mí, y le lanzo un beso graciosamente.

Olivia se había cortado su larga melena rubia al estilo bob, llamaba tanto la atención que te deslumbraba, al igual que esos ojos azul cielo. A pesar de haber tenido un bebé hace 4 meses, tenía un cuerpo de infarto, cualquiera diría que su cuerpo había pasado por dos embarazos. Era delgada y tenía unas piernas que no tenían nada que envidiarle a las de las modelos. Llevaba un biquini blanco que acentuaba su piel aceituna.

En cambio yo, era todo curvas sin sentido y tenía una melena larga sin ningún encanto. Me gustaría poder llevar un precioso biquini como el de ella, pero siempre me había resultado demasiado incómodo mostrar ciertas partes de mi cuerpo. Una de ellas era mi estómago, ya que no era completamente plano, y tenía unas caderas demasiado acentuadas.

Con el paso de los años había aprendido a amar mi cuerpo, pero siempre que veía a mujeres que tenían cuerpos de infarto, las dudas se agolpaban en mi cabeza.

Después de jugar un rato con Alba a lanzarnos una pelota, empiezo a notar los dedos de las manos arrugados por lo que decido que es hora de que salgamos de la piscina.

Una vez las dos fuera me coloco las chanclas y la cojo en brazos, mientras ella me envuelve el cuello con sus pequeños brazos. Camino hasta la otra punta de la piscina, justo donde se encuentran las tumbonas. La pongo de pie en una de ellas y cojo una toalla para secarla cuidadosamente. Le deshago el moño y le doy la toalla para que se seque el pelo mientras me dirijo hacia mi tumbona a buscar un peine. Una vez lo encuentro, vuelvo junto Alba, y le peino suevamente el pelo teniendo cuidado de no lastimarla.

—Estás preciosa. —digo dándole un beso en su naricita, y ella me da otro en agradecimiento.

Salta de la tumbona y se dirige junto a su madre a buscar algo de beber. Mientras me peino la melena un cubo de Alba me llama la atención, y una brillante idea se enciende en mi cabeza.

Lo lleno de agua y me acerco sigilosamente hasta Mark haciéndoles señales a todos para que no se rían, veo como Olivia le tapa la boca a Alba porque ya se está riendo. Agarro el cubo con las dos manos y se lo tiro encima a mi hermano Mark.

—¡Joder! —exclama mientras se levanta todo mojado buscando al culpable. — ¡Alba! - grita mientras yo echo a correr sabiendo que en cuestión de segundos me atrapará.

Corro lo máximo que mis piernas me permiten y justo cuando estaba a solo unos metros de entrar en casa me atrapa entre sus brazos inmovilizándome. Me agarra en brazos mientras camina hasta la orilla de la piscina. Yo pataleo suplicándole que me baje pero no me hace ningún caso. Cuando me está a punto de tirar me agarro a su camisa y los dos nos caemos estrepitosamente en el agua.

Todos los presentes se empiezan a reír y no tardan mucho en reunirse con nosotros en la piscina.

Más tarde nos encontramos comiendo unos deliciosos sándwiches que había hecho Dora, la ama de llaves de mis padres, estaban para chuparse los dedos. Eran las cinco de la tarde y el tiempo se había vuelto un poco más frío, por lo que nos despedimos de la piscina hasta otro día, y decidimos trasladarnos hacía el calor del hogar.

Mi sobrina Alba estaba sentada en mis piernas mientras comía un yogurt de melocotón, aunque más de la mitad me lo había tenido que comer yo por no le gustaba.

Mis padres estaban sentados enfrente nuestra y me pregunté si algún día encontraría a alguien que me hiciera sentir igual de feliz. Se lanzaban miradas de reojo sonriéndose como unos adolescentes. Solían discutir a veces, como cualquier pareja normal, pero al final del día siempre se reconciliaban. Puede que en realidad fueran mis abuelos, pero para mí siempre serían mis padres. Ellos me han dado todo el amor que mis padres nunca fueron capaces de darme, no sabía que era de ellos, pero no me importaba. Para mí estaban muertos.

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Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now