Capítulo 11 (parte 5)

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—Eres peligroso. Eso me gusta.— digo cegada por el placer.

—No sabes lo que dices. No conoces ese lado de mi. —muerde mi cuello y pasa la lengua por la zona que estará marcada por sus deliciosos dientes.

—Enséñamelo.— le ruego.

—Esta noche quiero amarte. Déjame hacerlo. Déjanos. —Me implora con su mirada y yo susurro un pequeño si mientras vuelvo a buscar sus carnosos labios. Separamos nuestros bocas mientras me bajo delicadamente de su regazo.

Me muerdo los labios al ver como Christian se quita lentamente la camiseta hasta que deja al descubierto sus perfectos abdominales en los que estoy segura se podría lavar la ropa.

Unas manos calientes acarician mis caderas subiendo lentamente a la pequeña proporción de piel que está al aire. Cuando los dedos de James hacen contacto, mi piel se pone de gallina. Juega con el bordillo del top mientras sus labios le proporcionan pequeños mordiscos a mi lóbulo derecho. Sube lentamente el top hasta quitármelo, y este desaparece de nuestro vista. Sus manos van directas a mis pechos cubiertos por un sujetador de encaje. Los estruja y tira fuerte de mis pezones. Un sonoro siseo sale de mi boca.

Me sonrojo de pies a cabeza al ver como Christian nos observa mordiéndose el labio inferior. Su mano derecha está acariciando el incipiente bulto de su polla por encima de los vaqueros. Con que no libere pronto a la bestia sus pantalones no van a aguantar mucho más.

Las manos de James bajan lentamente hacia mi vientre desnudo y se paran justo en la tela del vaquero. Su polla late contra mi culo mientras sus dedos acarician los laterales de mi barriga y no puedo evitar cerrar los ojos. El contacto de sus dedos en esa zona me provoca cosquilleos placenteros. Así me gusta llamarlos.

Me agarro con ambas manos a su cuello y él aprovecha la oportunidad para apretarme más contra él. Mi espalda impacta contra sus duros pectorales, y su mano izquierda recorre mi vientre hasta que la posa para apretarme más contra él si es posible. Su mano derecha se abre paso lentamente a través de mis pantalones vaqueros hasta que siento como sus dedos rozan el encaje del tanga. Los mete por debajo del tanga y tira fuerte de los pocos pelos de mi coño. Gimo en respuesta con los pies de puntillas. Quiero que tenga mas fácil accesibilidad para entrar en mi. Saca su mano y yo tiro de un mechón de pelo de su cuello. Un leve quejido sale de su boca y me tira del pelo.

—Paciencia, preciosa. Aún no hemos hecho más que empezar.— dice furioso.— Joder, sigues teniendo demasiado ropa.— exclama frustrado.

Christian se acerca lentamente hacia nosotros hasta situarse detrás mía al igual que James. Me muerdo los labios ante la expectación de saber que vendrá a continuación. Me proporcionan un ligero empujón alejándome de ellos. Cuando estoy a punto de girarme para ver que están haciendo la voz de James atraviesa mis oídos.

—Quítate los vaqueros.— ruge.

¿Qué me quite los vaqueros? Pensé que ellos eran los que me iban a desnudar. Dirijo mis dedos temblorosos hacia el botón de los vaqueros y lo desabrocho. El ruido de la cremallera se escucha en todo el salón por encima del sonido de la música de fondo. Me bajo los vaqueros y después de luchar para que bajaran de mi culo, descienden con facilidad hasta que me libero de ellos. Me agacho para recogerlos y los tiro a la otra punta del salón.

—Ponte a cuatro patas.— ruge Christian y yo sigo fielmente la orden que me indican.

¿Va a correrse en mi culo en mi culo como anoche? Por mucho que me guste la idea no soportaría irme a dormir caliente a cama de nuevo. Necesito sentirles dentro de mi, pero se están tomando todo el tiempo del mundo, y yo ya estoy explotando. Escucho como se despojan de sus vaqueros y resisto la tentación de mirar hacia atrás. Si ahora mismo veo sus enormes pollas estoy segura de que me correría viva. Así sin más. A ese nivel de calentura estoy.

Los pasos se acercan y yo cierro los ojos.

—Mira como los jugos salen sin control de su coño.— proclama James fascinado. —Me muero de ganas de pasear mi polla por su coño.— estas últimas palabras van directas a mi clítoris.

Siento como uno de ellos se queda detrás mía y otro se posiciona delante. Mantengo los ojos cerrados intentando encontrar la calma. Unas manos acarician las nalgas de mi culo y una uña recorre un pequeño trazo de mi nalga izquierda.

—Tiene la piel tan sensible que un azote le quedaría bastante tiempo marcado. — su mano se va acercando a el hilo del tanga. Lo recorre lentamente y baja, pero cuando está a punto de llegar al clítoris se aleja.

Y repite el mismo proceso varias veces. Agarro mis manos a la alfombra frustrada.

—Déjame ver tus ojos, zorrita.— ruge Christian y yo sigo sus órdenes. Le miro la mar de confusa, ¿a qué ha venido ese cambio de actitud?—Lo siento, no pretendía llamarte así.— exclama acariciando mi mejilla.

Y de pronto me veo transportada a la ducha con él. En ese momento estaba tan embriagada por el placer que no repare en que también me había llamado zorrita. ¿Se refería James a eso con su lado perverso?

Alzo la mirada hacia sus ojos, pero mi vista se queda clavada en la enorme polla que tengo delante mía. Me relamo los labios y sin que me me diga nada me atrevo a agarrar su polla con la mano. Se siente tan bien sentirlo en mi mano. Empiezo a masturbarle lentamente. Su polla palpita y una enorme sonrisa se dibuja en mi cara. Le proporciono delicados besos a la bestia, esperando a que me suplique adentrarse en mi.

Bajo mis labios hacia sus huevos y dejo que mis dientes se marquen una fracción. Un rugido sale de su boca y agarra mi pelo en una coleta. Cierro los ojos por unos momentos disfrutando de ese dolor en mi cuero cabelludo. Pasea su polla por mi cara y yo me muevo melosa. Posa la cabeza de su polla en mis labios intentando hacerse paso a mi boca pero la mantengo cerrada. No quiero obedecerle.

James tira de mi clítoris pillándome desprevenida y abro la boca sorprendida. Christian no pierde la oportunidad y se introduce dentro de mi boca por completo hasta que noto como toda su polla está en lo más profundo de mi garganta. La deja ahí por unos segundos y la retira por completo.

Toso repetidas veces y respiro entrecortadamente intentado normalizar mi respiración.

—Más.—susurro avergonzada.

—Nuestra pequeña quiere más, James.— ruge satisfecho por mi respuesta.—Tienes hambre de mi falo, ¿verdad?— proclama acariciándose lentamente su parte más íntima.— Eres la única que consigue ponerme tan duro en tan poco tiempo.

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Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now