Capítulo 14 (parte 2)

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—Christian, cuéntamelo, por favor.— exclamo haciendo un puchero mientras me paso un mechón de pelo detrás de la oreja.

Christian me mira durante unos segundos dubitativamente y veo como poco a poco esa barrera se va desmoronando dejando a un hombre cansado de seguir ocultando quien es de verdad. Su verdadero ser.

Se pasa una mano por el pelo corto y por un momento deseo olerlo. Quiero todo de él. Hace que me vuelva una adolescente cuando estoy con él.

—Recuerdo a la perfección aquel día como si hubiera sido ayer.— exclama con voz fría.— El lugar aquel viernes estaba atestado hasta arriba. Llevaban dos semanas anunciando la que denominarían pelea del año. Me enfrentaba al chico más temido de los rings, al chico con el que siempre había soñado ser. Quería que la gente me respetara como lo hacían con él. Era la primera pelea del año, y sin conocer quien sería el oponente aún de Perro Salvaje, todas las apuestas apuntaban a que yo sería el perdedor de aquella noche. — dice sonriendo irónicamente.— Esas dos semanas pasaron lentas, y por primera vez me sentía integrado en la universidad. La gente cuando me miraba era por curiosidad, no para reírse de mí. Pero el día de la pelea llegó y en el momento que el arbitro anunció el nombre de Perro Salvaje la sala estalló en chillidos y silbidos. Era el mejor boxeador, dejaba KO a todos sus oponentes. En el momento que anunciaron mi nombre, la sala se volvió en silencio cuando vieron de quien se trataba.

La mirada de Christian se va volviendo por momentos más oscura, y algo me dice que esto es lo que le llevó a ese lugar oscuro que tanto trata por ocultar. Ya no soy una niña pequeña para que me siga ocultado secretos.

—¿Cuál era tu apodo?— digo llevándome el dedo índice a la boca.

—El diablo.— exclama apretando sus puños mientras sus facciones se endurecen.

Sus labios se curvan en una perfecta sonrisa fría y yo siento como por un instante se me revuelve el estómago. Podría ser el diablo, de eso no hay duda alguna. Cuando estoy con él no puedo pensar con claridad. Es como si me manejara a su antojo y semejanza. Me tiene hipnotizada.

—¿Por qué te llamabas así?—susurro en bajo acariciando sus perfectos abdominales.

—Porque quería convertirme en el mayor hijo de puta del mundo.—exclama cruzándose de brazos por encima de su pecho.— Quería que el mundo se rindiera a mis pies, quería controlarlo todo a mi antojo.

Cierro los ojos sintiendo como si ahora mismo no le conociera. Nunca había escuchado hablar a Christian de esa manera. Miro hacia otro lado dubitativa e intento bajarme de su regazo, pero Christian agarra con fuerza mis caderas contras su gran erección. Me siento estúpida por haber pensado que era de otra manera. No quiero escuchar nada más.

—Te supliqué que no me dejaras contarlo.— exclama con voz fría.— Y ahora que me has hecho volver a esa noche, tengo la necesidad de sacar todo lo que llevo dentro de mí. Todo lo que llevo ocultándote.

Le miro boquiabierta. ¿Qué es lo que lleva ocultándome desde hace años?

En su mirada parece estar en otro lugar, y en el momento que vuelve a apretar los puños sé que está recordando de nuevo esa noche.

—Caminaba con tranquilidad al ring, con el pálpito de que sería una gran noche. En cuanto me subí al ring la gente despertó de su ensoñación y volvieron a corear el nombre de Perro Salvaje. Algunos me abucheaban y yo sonreía para mis adentros sabiendo que esos gilipollas acabarían coreando mi nombre al final de la noche. Cuando sonó la campana dejé que se acercara a asestarme el primer golpe. Quería que se confiara, que delante suya tenía a ese pardillo que solo había cambiado de apariencia. Me asestó un golpe tras otro, y en el momento que me dio la espalda para buscar los chillidos del público yo alcé los puños en alto. Era la hora de demostrarle a ese imbécil que era un don nadie en comparación conmigo. Cuando se giro me sonrío diciéndome si no había tenido suficiente. Pobre imbécil, no sabía que ese día sería el fin de su trono.— exclama sonriendo socarronamente.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora