Capítulo 6 (parte 4)

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Es la primera vez desde que le conozco que estoy a solas con él y nunca me habría imaginado que me acostaría con él. Él es ese tipo de hombre que solo con verle sonreír hacen que te enamores de él, pero que nunca intentaría ligar con él, porque es de otra liga superior, y yo me encuentro en la inferior.

—Christian, ¿a qué viene todo esto? Hasta hace unos días todo era normal en mi vida y llegó...—me callo de repente al darme cuenta que casi digo el nombre de James.

—James, ¿verdad? — asiento imperceptiblemente con la cabeza. ¿Cómo diablos lo sabe? —Ese hijo de puta sabe lo que se hace. —dice sonriendo lascivamente.—Alba—dice llamando mi atención-Sé que tendrás miles de preguntas ahora mismo en esa cabecita tuya, pero te prometo que si vienes conmigo a la vuelta te contaremos todo.

Quiero saber la repuesta a todas mis preguntas. ¿En serio te lo estás planteando? ¿Es que estás loca Alba?

—¿Qué pasa con Emily? —digo susurrando, evitando su mirada.

—Ella está al corriente de todo esto, no te preocupes.

Abro los ojos de golpe, respirando agitadamente. Sólo era una pesadilla. Me limpio las lágrimas de las mejillas. ¿De qué trataba el sueño? Recuerdo estar sentada en el suelo en posición fetal, abrazándome fuerte mientras un dolor me atravesaba el corazón.

Busco la lamparilla a tientas y no la encuentro. ¿Qué demonios me pasa hoy? Por la poca luz que entra a través de la ventana vislumbro una habitación que no es para nada la mía. Y entonces lo recuerdo, sigo en casa de Christian. Giro la cabeza a la derecha buscándole en la cama, pero no está.

Después de decirme que Emily estaba al tanto de todo lo que iba a suceder, su teléfono nos había interrumpido. Al ver que la conversación iba a ser bastante larga decidí aventurarme a conocer su casa. Y entre pasos una duda asaltó mi mente. ¿Por qué tiene esta casa si vive con Emily desde hace dos años? Mi mejor amiga nunca me lo había mencionado, bueno si, pero que lo había vendido para poder comprar un piso entre los dos.

¿Christian le ha mentido? Por la decoración estaba claro que el dinero le sobraba.

Caminando había encontrado una habitación decorada en tonos pastel. La gran cama que llamaba la atención parecía ser muy cómoda, y yo estaba muy cansada. Me había metido esperando a Christian, pero por lo que parece me quedé dormida, y él no había venido a dormir conmigo.

Me levanto de la cama y los suaves pelos de la alfombra me reconfortan. Busco a tientas el interruptor de la luz hasta que la tenue luz de la lamparilla inunda la estancia. Miro mi camiseta y veo que estoy empapada en sudor. Ahora entiendo a que se debía ese olor, era yo. Camino sin ganas a la puerta contigua a la habitación y al abrirla un vestidor aparece ante mis ojos para mi desgracia. ¿La habitación no tiene baño?

Cierro de nuevo la puerta y de camino a la salida un reloj en la cómoda marca las 3:00 am. Joder, y ahora no tengo ni pizca de sueño.

Busco por toda la casa un baño, pero no lo encuentro. Al final del pasillo veo una puerta entreabierta. La abro con cuidado y veo a Christian durmiendo plácidamente sobre su cama. La colcha solo me deja ver sus perfectos abdominales. ¿Dormirá desnudo o sólo llevará un pantalón de pijama?

Alejo de mi mente la tentación de tirar de la manta para poder comprobarlo. Por el rabillo del ojo veo una puerta a la izquierda. Bingo, es el baño. Cierro la puerta para no despertarle.

Me miro al espejo y es peor de lo que me imaginaba. Tengo el pelo pegado a la cara y mi camiseta está mojada. Maldito sueño. Entrecierro los ojos intentando recordar el porqué de ese dolor, nunca había sentido nada así. Sólo sé que no era dolor físico, si no emocional. Me agarro al lavabo tratando de respirar con normalidad. No me gusta no saber a qué se debe ese sueño. Hacía años que no tenía una pesadilla, la última que recuerdo había sido con 7 años ha causa de una serpiente. No puedo evitar mirar al suelo para comprobar que no hay ninguna, les tengo fobia.

Me despojo de la camiseta y las braguitas y tiro la ropa sin cuidado al suelo.

Abro el agua caliente de la ducha y me coloco debajo del chorro. El agua sale un poco fría al principio, pero no me importa. Necesito deshacerme de este horrible sudor. Poco a poco el agua se vuelve caliente, al igual que mis pensamientos. Apoyo las manos en la pared mientras el pelo me cubre todo el rostro. A mi mente llegan imágenes de Christian y mías, follando como bestias en el sofá. Mi clítoris se hincha. Mi mano derecha lo roza con delicadeza y un fuerte suspiro se escapa de mis labios. James intenta abrirse paso a través de mi...

Aparto el pelo de mi cara y miro la pared con los ojos abiertos. ¿Por qué coño he imaginado que los dos me estaban follando al mismo tiempo?

Y en el fondo de mi mente sé la repuesta. Quiero que los dos me empalen como si no hubiera un mañana. Los dos me ponen muy cachonda, nunca me había pasado algo así. No quiero esto, pero al mismo tiempo no quiero que se alejen de mi. Quiero ser su prisionera cautiva. Quiero que hagan lo que quieran conmigo. Quiero ser de ellos, de nadie más.

—¿No me invitas a ducharme contigo?— la voz de Christian me sobresalta. Me pongo roja y nerviosa, como si hubiera estado pensando en algo prohibido.

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Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now